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Comprobé que viajar te cambia la vida.

Desde adolescente me obsesioné por conocer Italia, pero no fue hasta mis pasados treintas que pude lograrlo.

 

Por: Johan Acevedo

Desde adolescente me obsesioné por conocer Italia, pero no fue hasta mis pasados treinta que pude lograrlo. En 2010, mi mejor amigo estudiaba en Barcelona y me invitó, junto a mi mejor amiga, a que lo visitáramos. Ninguno de los dos habíamos viajado antes, por lo tanto la primer experiencia iba ser épica, y sobre todo porque sería ¡a Europa!

Así que hicimos el viaje, 5 días en Barcelona en compañía de mi amigo y su esposa, quienes nos dieron un tour de lujo. Yo soy amante de la arquitectura y me sentí emocionado al ver la Sagrada Familia, La Pedrera, Casa Batló y todas las obras de Gaudí, pero también conocimos el resto de bellezas que la ciudad ofrece, probamos su deliciosa comida y nos enamoramos de esta ciudad tan vibrante.

 

Luego mi amiga y yo partimos por nuestra cuenta hacia Italia, ¡al fin mi sueño se iba cumplir! Pero al ser viajeros primerizos nos sucedieron cosas típicas: 3 horas de fila para comprar un boleto de tren, el cual pudimos haberlo comprado por internet; llegamos al caos de Roma, en pleno verano y sin comer; el estrés y cansancio se hicieron notar en pequeñas discusiones, pero una vez alimentados e iniciado el recorrido por el centro histórico, todo se olvidó. La primera vez que me paré en medio de la Plaza de San Pedro y observé su esplendor, sentí una lágrima que caía, y eso que soy poco emotivo; esta reacción me extrañó mucho.

Durante el viaje, mi amiga y yo empezamos a tener diferencias, algo que nunca antes nos había ocurrido. A pesar de eso, visitamos Pompeya, Venecia y terminamos en París. En este punto, casi ni hablábamos, nos limitamos a tomarnos fotos con sonrisas fingidas y a recorrer toda la ciudad, pero no disfrutamos París como esperábamos, con tantas ansias; fue tanto que volvimos y pasamos meses sin hablarnos. Después supe que ella tenía sentimientos hacia mí y quería decírmelo en Europa, pero en lugar de eso, peleamos en la ciudad más romántica del mundo, ¡París!

 

 

En 2012 decidí volver a Barcelona, esta vez solo, mi amigo me recibió de nuevo, era diciembre, por lo que pude ver la ciudad de una manera diferente; en época navideña ¡es igual de bella! Luego me embarqué solo por toda Italia, esta vez me propuse conocer lo más que pudiera. Lo disfruté tanto, que me pude conocer a mí mismo, descubrí que las pocas cosas materiales que tenía no se comparaban con la emoción de conocer lugares nuevos, era una alegría que llegaba al alma, ¡me sentí vivo como nunca en la vida!

Conocí Florencia y descubrí que la Toscana es, para mi gusto, lo mejor de Italia. Pueblos medievales como Siena, San Gimignano, Arezzo, u otros como Positano, Asissi y Orvieto, así como sus paisajes valían más que cualquier carro del año. Viajar solo tiene sus ventajas pero recibir el año nuevo frente al Coliseo, con fuegos artificiales, sin nadie con quien festejar, no fue lo más bonito; aún así ese viaje lo recuerdo mucho pues a partir de ese momento decidí hacer cambios en mi vida y una vez de vuelta, después de muchos temores por no arruinar una amistad de 20 años, Gloriana y yo decidimos intentarlo.

En menos de un año supe que era el amor de vida, la ventaja de conocernos tanto y que compartíamos los mismos gustos hizo que la relación fuera un éxito, nos comprometimos en diciembre de 2013 y decidimos casarnos en diciembre de 2014.

Lo más fácil fue escoger el destino de la luna de miel: ¡Europa! Decidimos no ir a Barcelona para conocer Madrid y Toledo, y no nos defraudó. ¡Madrid es una ciudad perfecta! Luego fuimos a París, esta vez enamorados y felices, sin pelear.

Para esto ya era fan de Alan x el mundo y los videos de París ¡nos sirvieron demasiado!, los seguimos al pie de la letra y disfrutamos mucho de la ciudad gracias a los consejos de Alan. Recuerdo que yo quería conocer la Ópera Garnier, pero ella no, así que le insistí diciéndole que a Alan le había gustado mucho este lugar, logré convencerla y estando adentro me dio las gracias y dijo que gracias a él no se perdió tal joya arquitectónica.

Pasamos brevemente a Roma y repetí el año nuevo frente al Coliseo, en el mismo lugar donde estuve solo; lo recibimos con fuegos artificiales, pero la compañía hizo que fuera un momento inolvidable.

Luego fuimos a conocer la Toscana y, como era de esperar, ella se enamoró de Florencia.  Curiosamente prefirió, al igual que yo, las ciudades medievales de Siena y San Gimignano. La cereza del pastel fue el Valle de Orcia, con sus típicas escenas de campos verdes con cipreses y ciudades fortificadas en las colinas, lejos del caos de Roma hicieron el viaje perfecto. Pienza, Montepulciano, Bagno Vignoni, San Quirico y Montalcino, son ciudades que todo viajero debe conocer alguna vez en su vida. Para terminar un día, Cinque Terre es la opción, en donde ¡Riomaggiore y Manarola son de postal!

 

Como ven, sin necesidad de ser millonario en 5 años fui 3 veces a Europa gracias a los consejos de Alan, conocí Italia, mi sueño de toda la vida, me auto descubrí en un viaje, luego dejé una amiga de la vida para casarme con ella. Por eso les digo, que lo mejor que uno puede hacer es conocer el mundo, sus culturas y la comida, todo eso vale más que una casa de lujo. Ahora nos toca la tarea de dejar por un tiempo Europa; aunque la amamos, debemos conocer otros tantos destinos que Alan recomienda.

Miriam

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