Colaboraciones

MUSEO ANAHUACALLI: Portal de la obscuridad a la luz

Al sur de la Ciudad de México, en la zona del Pedregal de San Ángel, el fluir de lo que alguna vez fue lava dio los cimientos de donde ahora se encuentra el Museo Anahuacalli, templo espiritual que conserva la belleza y una extensa colección de figuras prehispánicas del muralista Diego Rivera.

Visité el Museo recientemente para ver la exhibición e intervención del artista alemán Robert Janitz, en la que además de encontrarme con una exposición muy bien montada que te permite admirar la obra del artista en contexto con los conceptos del Museo, el espacio me conquistó a pesar de haberlo visitado en el pasado en un proyecto de Brian Eno y un concierto de Patti Smith—. 

Esta vez, la arquitectura del Anahuacalli entró en mí, sentí ese acompañamiento espiritual y especial mientras uno visita las salas y asciende de la oscuridad a la luz en la terraza. 

Decidí buscar a Karla Niño de Rivera, restauradora de arte y quien lidera la Coordinación de Exposiciones y Conservación de Obra del Museo desde hace 12 años, para platicar con ella sobre este sitio. 

Karla narró que Diego Rivera era amigo de muchos arqueólogxs, una de ellxs era Eulalia Guzmán, quién asesoró a Diego para entender la importancia de la cerámica mesoamericana. Debido a que la fascinación del pintor con las esculturas prehispánicas era de dominio público, las personas políticxs, intelectuales o amigxs le regalaban figuras de ídolxs mesoamericanxs. 

Frida Kahlo, pintora que quizás no requiera de introducción, recibió muchas piezas y se encargó de registrarlas en la colección del muralista mientras él estaba en San Francisco, California. 

Pero el gusto de Diego por estas figuras empezó cuando era muy joven, a los 8 años. Si bien su colección oficial nació ya en su vida adulta, de pequeño le gustaba conocer las minas y recolectar piedras. Sufrió la pérdida de un hermano y es un vacío que llenó con el coleccionismo. 

Por eso, el uso que le dio a las figuras con las que se encontraba fue cambiando con el paso del tiempo, en su infancia las utilizaba para jugar y ya más grande, las tomaba como modelos para sus obras.

Cuando Diego regresó a México después de un viaje a París, se dio cuenta que ciertas personas y galerías estaban vendiendo cerámica prehispánica. Por ello, decidió impulsar la reproducción de ciertas vasijas de “uso común”, como de agricultura y regeneración de la tierra, de la música, de la vida artística. 

Si bien esas piezas también cuentan con un trasfondo antropológico importante, esa iniciativa permitió la protección de figuras de ídolxs en la segunda mitad del siglo XX. En aquella época, había una búsqueda de identidad entre artistas e intelectuales y para Diego Rivera, el coleccionismo de estas piezas fue su manera de encontrarla y obsequiarla al pueblo mexicano: creando el Anahuacalli, un contenedor físico, metafísico y espiritual. 

El templo

Diego trabajó incansablemente para lograr el diseño del templo, que con el tiempo será mejor conocido como “Museo Anahuacalli” o únicamente como “El Anahuacalli”. Para lograr la concepción arquitectónica, el también pintor y arquitecto amigo de la pareja Kahlo-Rivera, Juan O’Gorman, asesoró a Rivera.  

De 1942 a 1957, el pintor se dedicó casi por completo a la construcción del Anahuacalli. Pero con la muerte de Kahlo en 1954, el pintor decae temporalmente. Sin embargo, volvió a encontrar su motivación y con después de su muerte en 1957, su mecenas y amiga Dolores Olmedo culminó la obra con ayuda de la hija menor del pintor, Ruth Rivera, de Juan O’Gorman y el poeta Carlos Pellicer. 

Desde su concepción, el lugar debía de cumplir una función más allá de ser un templo. El edificio tiene tres niveles: inframundo, tierra y cielo…Por todos los espacios hay un balance entre la obscuridad y la luz. Asimismo, está hecho con materiales de la zona, acompañados de un jardín de diferentes plantas locales.

El espacio cuenta con murales que van espejeando el mundo con el inframundo. Hay serpientes que te acompañan desde la planta baja hasta la terraza, que se siente como si fueras saliendo de una cueva húmeda a la superficie, llena de luz y con una vista que te ofrece paz, dejándote con la sensación de paz y de ser una nueva persona. En ese trayecto, olvidas por un momento que te encuentras en una de las ciudades más grandes del mundo. 

El Anahuacalli es un lugar donde logras desdoblarte. 

Karla explica que el hecho de que el Anahuacalli existe es el resultado del privilegio de Diego, que logró llevarlo de lo bidimensional a lo escultórico, pictórico y arquitectónico. Hoy en día, se pretende que el museo-templo haga una conexión entre las artesanías y el arte contemporáneo y activar el espacio para que quienes lo visiten, tengan una conexión con lo que están viendo. 

A finales de 2021, el Museo Anahuacalli tuvo una ampliación hecha por el Taller de Mauricio Rocha y con ello la restauración de su bodega, en la que abundan más objetos de los que vemos en el Museo. Un secreto bien guardado es que estas piezas van cambiando de vez en cuando al interior del mismo Museo y que algunas otras están a la espera de ser exhibidas nacional o internacionalmente —a esto se le llama “solicitud” de exposiciones y es cuando un museo quiere exponer una o varias de las piezas de la colección—.

Te recomiendo ampliamente visitar el Anahuacalli y permitirte tener una experiencia como la que yo tuve. Asimismo, en el siguiente enlace la recién inaugurada exposición “Diego Rivera’s Americas”, en el SFMOMA donde podrás encontrar algunos de los bocetos donde las piezas prehispánicas fungieron como modelxs. 

Karen Huber,
Galerista y promotora cultural
@karenhuber_

Fotografías cortesía de José Rodríguez, Karla Niño de Rivera y el Museo Anahuacalli

 

Karen Huber

¡Hola, soy Karen Huber!

Mi pasión más grande es el arte, la naturaleza, la arquitectura, conocer gente, viajar, comer bien, practicar senderismo, estar con la gente que quiero y hacer ejercicio.

Desde 2014 dirijo mi galería, que promueve el trabajo de artistas contemporáneos que utilizan la pintura como medio de expresión.
Soy parte de la asociación civil “gama” con la que buscamos fortalecer la actividad de las galerías de la CDMX. En 2020 fundé un proyecto llamado “PERSONA on paper” que trata de una plataforma online en la que trabajamos con artistas y creativos para vender y promover prints de ediciones limitadas.

Mi carrera profesional ha sido un viaje en sí misma. Cada experiencia me ha dejado aprendizajes inolvidables.

Ahí donde exista belleza, iré.

¡Espero que disfrutes de mis colaboraciones!
Para conocer más sobre mí, escríbeme en @karenhuber_