Tú x el Mundo

Lo que me dejó el país de las sonrisas 

Por: Gabriela Viterbo 

Dicen que “todo es según el color del cristal con que se mira”. Yo no creía mucho en este dicho hasta que visité Tailandia por segunda vez en 2022.

La primera vez que pisé el viejo imperio de Angkor fue en 2017 junto con mi esposo. Era nuestra primera vez en Asia y habíamos visitado primero Singapur donde el orden, la mezcla de culturas y la comida me había fascinado.

En Tailandia pasamos 15 días recorriendo el norte, sur y centro. Si bien las playas, los templos, los sabores no dejan inmune a nadie, el caos para cruzar sus calles (principalmente en Bangkok), los tuk tuks a toda velocidad y la advertencia de timos teñían mi experiencia.

Pero la revancha llegó en 2022. Debido a la pandemia no viajaba desde 2020 y ya no trabajaba en relación de dependencia por lo que creo que estos dos factores jugaron a mi favor.

Esta vez llegamos desde París porque en este viaje uníamos Asia con Europa, con la magia que esos contrastes implican. Ni bien llegamos, el calor no me importó porque realmente extrañaba Asia. Esta vez el cristal con el que miraba era rosa.

Amé cada momento en ese país, no por nada es el país de las sonrisas. Estar en ciudades que ya conocíamos (nuestros destinos fueron Bangkok y Phuket) nos daba la seguridad de saber cómo movernos, reírnos de situaciones que antes nos agobiaban pero a su vez fascinarnos con sitios que nos habían quedado pendientes.

Disfruté cada comida, cada fruta extraña porque esta vez ya era cocinera. Me traje especias y leche de coco como souvenirs; me asombré con cada templo que veía, tratando de conocer la mayor cantidad posible y toparse con alguno en medio de la ciudad es algo que todavía no supero.

Medité dentro del Big Buddha en Phuket, me obsesioné con el café thai, me interioricé más sobre la religión y la espiritualidad, paseé por sus mercados, pregunté mucho, me alegré de comer donde lo hacían los locales, me amigué con el picante y volví enamorada de Tailandia.

Un último consejo antes de despedirme es que si un viaje no resulta como esperaban, no cumple sus expectativas, no se desanimen y por las dudas revisen sus lentes, quizás necesiten un cambio de cristal.