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El viaje más feliz de mi vida

Acababa de terminar con mi novio, tuve días muy difíciles donde la tristeza me invadía más de lo normal y mi papá sentía la necesidad de hacer algo para devolverme la sonrisa.

Viaja, viaja solo, viaja acompañado pero VIAJA.

Por: Fernanda Romero / @Feeerizzz

Muy pocos saben lo que les voy a contar a continuación; emprendí el segundo viaje más importante de mi vida gracias a mi papá. Acababa de terminar con mi novio, tuve días muy difíciles donde la tristeza me invadía más de lo normal y mi papá sentía la necesidad de hacer algo para devolverme la sonrisa.

Siempre quise ir a Europa, no importaba el destino, pero sobre todo siempre quise conocer París. Se dio la oportunidad de platicarlo y planearlo con Martha, una gran amiga que conocí en mi trabajo actual. Planeamos tres destinos, París, Londres y Ámsterdam, la verdad es que Martha iba realmente a ver a su grupo de música favorito; A-HA. (Sí, aquellos que cantan “Taaaake oooon meeee, take on me”)

Sin pensarlo dos veces me uní a ella y a su familia en la aventura y de pronto estaba sentada en un B787 con destino a Ámsterdam. Llegamos a Ámsterdam y tomamos un tren hacia París, en verdad no podía creer que estuviera ahí, es más, creo que durante todo el viaje no me la creí. Las hermanas y sobrina de Martha, junto con ella, hicieron de mi viaje uno de los más divertidos, cansados y organizados que pude tener. (Todo en el mejor sentido que puedan imaginarse). Nos reímos, nos cansamos, pasamos hambre, nos llovió, nos divertimos y caminamos hasta que nos sangraron los pies, pero fui muy feliz, se me salía el corazón con solo estar ahí. Podía sentir como mi corazón se iba formando poco a poco de nuevos sentimientos que jamás creí conocer, de paisajes que jamás creí ver y sobre todo de experiencias que toda la vida estarán conmigo.

Hicimos de todo, en París nos hospedamos en Montmartre, fuimos al barrio de los pintores, subimos a la Torre Eiffel, comimos crepas, visitamos el Louvre, Orsay, caminamos por los Campos Elíseos, visitamos El Arco del Triunfo, fuimos a Notre Dame, comimos macarons de Ladurée y demás.

Tocó el turno de tomar el tren a Londres, y llegar a Kings Cross. Ahí nos hospedamos en casa de Lula, amiga de Martha. Su casa londinense muy bonita, cerca del London Bridge, nos albergó por cinco días. Fuimos de día de campo a Seven Sisters en Inglaterra, en Londres visitamos el Museo Británico, el Studio Tour de Harry Potter, vimos el cambio de guardia, conocimos el Big Ben, el London Eye y el Tower Bridge. Y de pronto entre toda esa felicidad, toda esa diversión se terminó. Recibí la peor noticia de mi vida. Mi abuela, mi segunda mamá había muerto de cáncer en el esófago mientras yo estaba en Londres. Fue uno de los momentos más terribles de mi vida, y lo peor fue que me enteré por Facebook Chat, gracias a una de mis tías. En ese momento pensé en ya no continuar con el viaje y volar de regreso a México. Mis papás como pudieron me dieron fuerzas y me recordaron que antes de irme de viaje mi abuela estaba muy feliz por eso, disfrutó el verme hacer planes, que le contara a qué lugares iba a ir y que le dijera todo lo relacionado con el viaje.

Decidí continuar con el viaje y visitar el último destino: Ámsterdam. Nunca creí que me enamoraría de Ámsterdam como lo hice, sus canales, su infraestructura, su transporte; TODO. Visitamos el museo de Ana Frank, el museo Van Gogh, Keukenhof en Holanda y mucho más. Lo más divertido fue coincidir con Alan en el hostal que nos estábamos quedando, desayunamos con él, platicamos y hasta le mandó saludos a mi gran amiga Kary. (Quien por cierto es su fan de hueso colorado)

Gracias a este viaje aprendí que soy fuerte, que un corazón roto no me detiene, que hay un mundo más allá de mi rutina diaria, que a la vida hay que disfrutarla y sobre todo aprendí que las experiencias son únicas y debes vivirlas al máximo. Atrévete, inténtalo con todas tus fuerzas aunque te digan que no puedes y como dice Alan; VIAJA. Al final recuperé algo más que la sonrisa, gracias papá. <3