Les voy a contar una historia. No es de terror, tampoco es comedia. Digamos que como en honor a doña Silvia Pinal este es un caso de la vida real.
En una ocasión llegué a mi muy apreciada terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México para abordar un vuelo a la ciudad de Monterrey con Aeroméxico que dicho sea de paso compré por internet y me salió en un precio bastante accesible ($2,400 pesos redondo impuestos incluidos) obviamente seleccionando esos horarios donde el precio está más bara y cancelas todas esas “trampitas” de que si el seguro, el transporte, los niños de la calle y la sonrisa del señor de seguridad entre otras.
El caso es que mi vuelo salía a las 4:55 pm.
A las 4:35pm mientras yo ya llevaba buen rato con mis nachas descansando en una banca cerca de la puerta de embarque, la señorita (no puedo decirlo con conocimiento de causa) anunció así de repente que debido al clima de la ciudad de Monterrey el vuelo había sido cancelado.
¡CANCELADO!
Esa es la palabra a la que todo mundo teme a la hora de tomar un vuelo!
Una estampida de pasajeros en distintos atavíos y bagajes (entre los cuales se encontraba un grupo de esos que tienen pinta de aplaudir cuando aterriza el avión) se avalanzó al mostrador donde el pequeñísimo inconveniente prometía ser resuelto.
Yo como soy de reacción lenta no pude ni correr, pero me dirigí a la fila especial esa donde dizque te atienden rápido pues tienes una de esas tarjetas de colores metálicos atascadas de millas.
Ni que mencionar que la fila era la más lenta de todas, pero ni modo ya estaba allí.
El señor delante de mí casi echaba espuma por la boca y se portó -acá entre nos- muy grosero con la señorita que atendía nuestra fila. Lo reasignaron al vuelo de las 6:25pm.
Con los viajes he aprendido que todas las aerolíneas cancelan vuelos, que todas la aerolíneas pierden maletas y que todas las empresas comenten errores. Pero también he aprendido que es en la manera de resolver los problemas donde se ve de qué está hecha una empresa
Al llegar la señorita rápidamente me dio lugar en el vuelo de las 6:30 pm.
Respiré, al final no estaba tan mal, una hora y media en un caso como ese es una gran solución. Así que me fui a usar mi tarjeta esa que ahorra filas y que también sirve para entrar a esos salones donde hay comida, refrescos e internet, donde justamente escribí esto.
Llegada la hora de mi nuevo vuelo me dirigí a la puerta de embarque, allí mismo se nos dijo que por las mismas cuestiones climáticas en Monterrey (ya me imaginaba yo una tormenta de dimensiones apocalípticas) el vuelo sería demorado una hora.
Ahora sí que ni pedo.
Me regresé al salón aquel, y me devoré todas las galletas, sandwichitos y jugos que se cruzaban a mi paso.
Vuelvo a la puerta de embarque con más dudas que esperanzas pero con una actitud positiva.
Me subo al avión.
En cuanto el avión es remolcado mi corazón da un pequeño vuelco de felicidad.
¡Despegamos!
Me duermo.
Despierto.
Leo.
Hojeo la revista de la aerolínea (que dicho sea de paso está muy buena)
El piloto habla.
“Damas y caballeros, las condiciones en el aeropuerto de Monterrey no mejoran. Esperaremos unos minutos a que torre de control nos de autorización de intentar el aterrizaje. De lo contrario nuestro aeropuerto alterno es…. Zacatecas.
¡ZACATECAS!
¡No señor, yo no voy a Zacatecas! Ya sé que es muy bonito, pero hasta París suena mal cuando tu destino necesario es otro!
Risas, nervios y cotilleo se escuchan en el avión, especialmente del grupo ese con pinta de aplaudir en los aterrizajes que estaban en los asientos detrás mío.
10 minutos después, que a mi me parecieron días el piloto habló.
“Damas y Caballeros, hemos recibido autorización para aterrizar en Monterrey”
El grupo de atrás aplaudió…. yo también.
Las nubes eran tan espesas que no se podía ver absolutamente nada. Me puse nervioso. Recordé ese artículo que posteamos aquí sobre preguntas de pilotos y esa parte donde dice que los sistemas de navegación son tan avanzados que un avión casi podría aterrizar solo. Me relajé… poquito.
Aterrizamos!
Volví a aplaudir. Ahora yo solo, el grupo de atrás permaneció callado.
Me dieron ganas de abrazar al piloto.
Bajo del avión y me dirijo a reclamar mi equipaje.
Nada.
Mi maleta no llegó.
No era la primera vez que me pasaba pero sí la primera con Aeroméxico. Me dirigí al mostrador para hacer lo pertinente y tomaron mis datos, la descripción de la maleta y una dirección a dónde mandarla cuando llegara.
A la mañana siguiente la maleta llegó sin problema.
El clima es el gran enemigo de la aviación y a ese no se le puede hacer berrinches. Dentro de todo esta ha sido una gran lección y gracias a que contaba con tiempo pude mantener una actitud razonable y positiva.
Lo que me di cuenta durante este suceso, es que los pasajeros generalmente estamos muy mal informados sobre este tipo de situaciones. Nos encanta enojarnos y armar un escándalo pero no siempre tenemos la razón.
Es importante entender cuándo es realmente causa imputable a la aerolínea y cuándo estamos solamente haciendo un berrinche. He de mencionar que en toda esta serie de eventos desafortunados Aeroméxico se portó a la altura y NO señor, NO patrocinan este artículo.
Soluciones y prevención
Aprovechando esta situación investigué una serie de opciones que podemos tener los pasajeros en casos como este.
En caso de que la cancelación de tu vuelo sea por causas imputables a la aerolínea (cuestiones climáticas no cuentan) tienes derecho a una compensación. En casos como el relatado Aeroméxico generalmente condona los cargos por cambio de vuelo y diferencia de tarifa a sus pasajeros, es decir; te mandan en el próximo vuelo disponible sin costo extra.
Si llegaran a tener conexión, la aerolínea puede apoyarlos siempre y cuando los vuelos estén dentro de la misma reserva.
No todas las aerolíneas son iguales, ya les he relatado la historia del terror de mi amigo Vince Miranda con Interjet. Aunque seguramente hay otros casos en que se porten a la altura.
En el caso de las maletas.
Si mi maleta no hubiera llegado tengo derecho hasta 75 salarios mínimos de compensación ($5,000 pesos aprox) aunque si mi vuelo hubiera sido internacional tengo derecho a 20 usd por cada kilo documentado.
No encontré info sobre compensaciones por demora.
Ahora que las tarjetas de crédito también ofrece protección.
Si mi maleta no hubiera llegado en 24 horas mi tarjeta (Citi Premier) me apoya hasta con $500 usd para comprar artículos de primera necesidad. Si mi maleta de plano no llega me apoyan con $1,200 usd pesos por maleta (máximo 3), siempre y cuando el boleto de avión haya sido comprado con esa tarjeta.
Es importante saber esto porque muchas tarjeta ofrecen beneficios en casos como estos (unas mejor que otras) y en ocasiones los ignoramos.
Es MUY importante estar informados y saber hasta donde están las responsabilidades de la aerolínea y hasta donde podemos exigir.
Si conocen algunos beneficios de tarjetas, o han tenido casos similares por favor compártanlos en los comentarios.
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