Por: Vince Miranda
No puedo recordar cuántas veces jugué a que viajaba a la Luna en una nave espacial cuando era niño, el colchón de mi cama o el sillón de sala se convertían en la superficie Lunar, los asteroides y meteoritos pasaban cerca de mi y toda mi habitación era el sistema solar y un campo de exploración sumamente peligroso, brincar de una cama a otra era como brincar por encima de un cráter. Recolectaba muestras de suelo, las cobijas eran arenas movedizas que tenía que pisar con mucho cuidado (como si hubiera arenas movedizas en la Luna), el foco de la habitación era el Sol y el piso era la Tierra. Todo era tan real, de niño cuando juegas todo es verdadero, el compromiso con tu propia historia es total. Tanto me gustaba jugar, que al día de hoy, como adulto, sigo jugando pero ahora mi Luna y mi galaxia son el escenario.
Dicen que constantemente estamos manifestando deseos y sueños, aún sin estar conscientes. Yo creo que cuando jugaba a la Luna algo hice bien. Obviamente nunca he ido realmente a la Luna y seguramente nunca iré, pero el fin de semana del 27 al 29 de agosto de 2022 estuve lo más cerca que posiblemente estaré de ir hacia allá arriba.
Fui seleccionado, gracias a la recomendación de mi hermano del camino Alan Estrada, por la NASA para ir como invitado especial al lanzamiento del cohete Artemis I; el primero de tres lanzamientos programados en tres años y que da inicio a la nueva generación de exploración espacial. La generación anterior fue Apollo y fue famosa por llevar a un hombre a la Luna. Artemis o Artemisa en español, según la mitología griega, es la hermana gemela de Apollo, y tiene todo el sentido, pues en la nave Artemis III que será lanzada en el 2024, irá la primera mujer a pisar la Luna acompañada del primer hombre de color, de ahí que esta nueva misión lleve su nombre.
Volviendo a mi historia, fui seleccionado por la NASA para ser testigo del trabajo que todo un equipo de ingenieros, científicos, biólogos, mecánicos, administradores, astronautas, y todos los puestos que te puedas imaginar, realizó durante años para desarrollar nueva tecnología y el cohete más grande y poderoso que jamás se haya construido, el Space Launch System (SLS, por sus siglas en inglés) que llevará a la cápsula Orión hasta la Luna y de regreso (literal, ¡ja!).
En este primer lanzamiento no iban astronautas humanos, iban solo tres maniquíes, dos emulando mujeres y uno a un hombre que por cierto se llama Arturo en homenaje a nosotros los latinos. Estos maniquíes llenos de sensores. En este lanzamiento se pretende medir todo tipo de radiaciones a los que un cuerpo humano podría estar expuesto, resistencia de materiales de la cápsula, un nuevo sistema de navegación y control por voz desarrolladlo en conjunto con Amazon y Cisco, experimentos de cómo la radiación podría afectar a una semilla, una planta, comida, etcétera y también el lanzamiento de trece mini satélites del tamaño de una caja de zapatos que estarán encargados de ir al espacio profundo en busca de asteroides y meteoros y juntar la mayor cantidad de información posible acerca de ellos.
Será una misión que durará aproximadamente 42 días si todo sale como lo planearon.
Artemis se convertirá en el estandarte de la nueva generación de exploradores del espacio, pues una vez que logren llevar a la Luna al equipo de astronautas del Artemis III, intentarán crear una base lunar que permita la estadía prolongada e incluso sea un hub para lanzar misiones de exploración con humanos a Marte, ahí la importancia de que la NASA invitara a simples mortales como yo para divulgar la información a través de nuestras redes sociales y llegar a la nueva generación, a aquellos jóvenes y niños que serán los encargados de continuar esta exploración y poner por primera vez en la historia un pie en Marte.
Por supuesto hay muchas cosas por resolver, como la velocidad y fuerza de propulsión para llevar humanos tan lejos y de regreso en un tiempo aceptable. Hoy en día tardarían 69 meses en llegar a Marte, tendrían que quedarse allá por 69 meses para esperar a que los planetas se vuelvan a alinear y 69 meses para regresar, lo cual es totalmente inaceptable. Ya se están estudiando posibles soluciones como por ejemplo propulsión a través de energía nuclear.
Son muchos temas que resolver que por supuesto ni siquiera podría explicar, pero lo que si te puedo contar es que quedé absolutamente maravillado de la capacidad que tiene el ser humano para crear, solucionar problemas y encontrar respuestas.
Cada una de las personas que han formado y que forman parte de Artemis son cien por ciento indispensables. Me encantó ver que todo es un trabajo en equipo, nos decía uno de los astronautas con los que pude hablar que en la NASA no se buscan individuos, se buscan equipos y es que la pasión que tiene cada uno de los involucrados se suma y se potencia para crear las máquinas más sorprendentes y los sistemas más sofisticados que he podido conocer.
Me quedó grabada una frase que dijo Bob Cabana, un ex astronauta y actualmente uno de los directores de área de la NASA: “The amazing power of people coming together”. Nos explicaba la importancia de hablar, de ser escuchado y de saber escuchar. Nadie es más inteligente que el otro, todos tienen una visión distinta y única que suma a crear soluciones. Es imprescindible conocer el punto de vista de cada persona y por ello la importancia de tener gente de todas las nacionalidades, religiones, colores, ideologías, estudios y conocimiento para formar un gran equipo de humanos terrícolas con un objetivo en común. Solamente de esta forma se pueden encontrar nuevos caminos y soluciones fuera de lo convencional. Me gustó mucho que en la NASA son absolutamente incluyentes.
Otra cosa que me llamó la atención fue que aún conservan tecnología y diseños que no han cambiado por completo desde los años 70 lo cual confirma que si algo funciona a la perfección, no es necesario rediseñarlo, por ejemplo la forma de la cápsula Orión. Todas las investigaciones y pruebas han confirmado que su geometría y diseño son los perfectos para el reingreso a la atmósfera terrestre. Otro ejemplo es el CRAWLER, una máquina gigante y única en el mundo que es la encargada de transportar al SLS ya ensamblado, desde el edificio de ensamblaje hasta la plataforma de lanzamiento. Es básicamente un vehículo que se mueve por ocho orugas enormes a una velocidad máxima de 1 milla/hr y puede soportar millones de toneladas. Un dato curioso es que tardó 10 horas en mover el SLS en un tramo de 3 millas aproximadamente.
Cuando llegó finalmente el día para el lanzamiento, fuimos convocados a las 02:00hrs, estuvimos esperando hasta las 08:33hrs a que se abriera la ventana de oportunidad para el gran evento. Pudimos disfrutar de un amanecer absolutamente imponente y hermoso. El ansia y el deseo de ver al gigante Artemis I partir hacia la Luna era palpable en cada uno de los invitados.
Por fin después de una espera de 6 horas y 33 minutos, llegado el momento nos enteramos que el lanzamiento sería pospuesto debido a que uno de los motores no se enfriaba correctamente y no llegaba a la temperatura necesaria a causa de una pequeña filtración del líquido enfriador y también por un retraso en la comunicación entre la base en tierra y la cápsula Orión. Al ser un lanzamiento de prueba y un cohete que en su segunda y tercera misión llevará astronautas a bordo, es indispensable que todos los miles de sistemas funcionaran perfectamente. El equipo de ingenieros y mecánicos no esperaron ni un segundo para recolectar data y comenzar con los ajustes necesarios.
No tuve la oportunidad de poder presenciar en vivo el lanzamiento que tantas ganas tenía de ver, escuchar y sentir, pero pude recordar aquellos días de infancia cuando el espacio era todo lo que me importaba y pude conocer de primera mano a gente de lo más interesante.
La nueva ventana de oportunidad para el siguiente intento de lanzamiento será el sábado 3 de septiembre a las 14:17hrs. No sé si para cuando este breve relato sea publicado, ya se haya logrado el tan esperado lanzamiento.
La palabra que describe mi experiencia en la NASA es inspiración. La creatividad humana y el trabajo en equipo han logrado cosas tan impresionantes como que podamos viajar al espacio. Es el claro ejemplo de que si trabajamos juntos para un bien común y un mismo objetivo, abiertos a escucharnos y a sumar, podemos lograr lo que parece imposible. Como dice mi querido amigo Freddy Ortega: “todos somos buenos, pero no tan buenos como todos juntos”. No olvidemos que todos tenemos un papel sumamente importante que jugar en cada proyecto que realizamos, nadie es más importante que el otro sin importar el trabajo que le corresponda, las manecillas de un reloj son tan importantes como el buen funcionamiento de los engranes que las moverán y en el juego de la exploración espacial ya sea en la sala, en la habitación, en el escenario o en la NASA, todas las piezas humanas son claves para poder crear y contar la historia.
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