Colaboraciones

Workation, cuando el trabajo y los viajes se unen

Por: David Fridman   

Mi amiguito Alan Estrada – chance lo ubican, viaja un chingo – siempre ha dicho que lo único que se necesita para viajar es un pasaporte y ganas. Yo siempre había sido muy escéptico de esa ideología porque pues obviamente se necesita dinero, ¿no? ¿Con qué come uno? ¿Con qué paga uno su techo? ¿Con qué se compra uno el llaverito del recuerdo?

Manos, que equivocado estaba.

O sea, obviamente necesitas lana para comprar tu boleto de avión y llevar un guardadito para el regalo para la tía Lupe, pero permítanme introducirlos al concepto del “Workation” (si ya conocen el concepto, igual lean el post, no sean ojetes).

La idea es simple, el nombre lo dice todo:

Work – trabajo

Ation – pasarla de huevos en un lugar donde no vives siempre

“Pasarla de huevos en un lugar donde no vives siempre mientras trabajas”

Mi aventura comenzó cuando mi amigo francés, llamémosle Fromage por razones de anonimato, me contó que tiene un restaurante en una playa en Baja California Sur que se llama Cerritos y que era un cachito de cielo en este mundo tan lleno de smog y tráfico. Y miren, yo no soy mucho de saber aprovechar oportunidades cuando se me presentan, pero esta vez se me prendió el foco  y le dije que yo había sido mesero 5 años #cuandovivienNY y que si necesitaba gente para trabajar en la temporada alta me avisara.

Pues no me avisó y me dio igual y me lancé a la aventura.

Compré un boleto de ida nada mas porque fue para lo único que me alcanzó (les digo que si se necesita un poquito de lana pero para eso están los ahorros escondidos entre calzones) y me fui a lo que pronto se convertiría en mi happy place.

Cuando llegué, Fromage me recibió con los brazos abiertos y con un cuartito con su aire acondicionado y su wifi. Mis roomates eran bichos playeros a los cuales les tuve pánico en un principio y luego se volvieron costumbre. “¡Ah, Lalo el alacrán! ¿Dónde andabas? ¡No te había visto en días!”. “¡Mi amiga Mafafa la mosca! Ven, tengo aquí una cáscara de plátano, ¡manjar para ti amiga!” (al principio los quería bañar en Raid pero luego me di cuenta de que era yo el infiltrado en su mundo y decidí vivir en armonía con ellos y el Universo).

Al día siguiente conocí a Chad. Chad es un surfer de pelos blancos y pocas preocupaciones. Chad pasa sus mañanas en la playa haciéndole el amor a las olas con su amigo James Franco y sus tardes sirviendo comida delicatesen a los turistas de Cerritos. Chad is the shit. Chad es un Freesoul. I miss Chad.

(para los que no entendieron, Chad es mi alter ego) (o sea Chad soy yo en la playa)

Bueno pues, entonces durante mi workation, esa era la rutina. En las mañanas me iba a la playa a chapotear en las olas y agarrar color Oprah y en las tardes mesereaba en Freesouls.

Freesouls es – tal como su nombre lo dice – un lugar para almas libres. Pero si tu no eres un alma libre, igual puedes ir. Es un restaurante y beach club con las margaritas de jengibre más deliciosas, pizzas a la leña y un filete mignon que hacen ver a Gordon y al Chef Oropeza como unos inocentes estudiantes de comidología. Tiene una alberca, una sala y un staff que te hacen sentir como millonario de playa. Chad es parte del staff. Chad siempre te va a tratar de convencer de pedir el brownie de postre. Chad acepta los tequilas que se le inviten.

El staff de Freesouls está compuesto de miembros de la comunidad de Cerritos y los pueblos aledaños – Todos Santos y Pescadero. Seres humanos hermosos y amables con los que compartí risas, prisas y gritos cuando el atún sellado para la mesa 7 tardó mucho en estar listo. Consentían a Chad con ceviche de camarón y jamón serrano.

Una vez, Chad rompió un envase de aceite de oliva. Ay, Chad.

Fueron días de desconecte total, de solarenaymar y de tranquilidad inexplicable. Esta tranquilidad se ponía en pausa cuando llegaban 5 mesas al mismo tiempo. Ahí si corría un poquito bastante. Ha sido una de las experiencias más chingonas que he tenido – y que estoy seguro volveré a tener porque Chad will be back. Sabía que en algún momento tenía que terminar y tendría que regresar a mi vida cosmopolita y dejar a Chad dormir un rato, pero el punto es que con mis morlacos que gané gracias a las generosas propinas de los Freesouleros, pude pagar mi viaje completo y hasta me quedé con lanita para comprarle el llavero a la tía Lupe que tanto me extrañó.

Mis consejos son los siguientes, amiguitos viajeros de Alan y míos:

  1. Si están pensando en hacer algo así, HÁGANLO. No se esperen a tener tiempo, dinero y ganas. The time is now y les aseguro que no se van a arrepentir. Van a conocer gente increíble, van a tener historias divertidas para contarle a sus amigos mientras hacen planillas en Excel y van a ganar una lanita que hasta raro van a sentir que les están pagando por hacer algo tan divertido.
  2. No tiene que ser un restaurante. Puede ser trabajo de lo que sea.  Se sorprenderían lo fácil que es hacerse maestro de surf o paseador de perros oficial cuando tienen tiempo y ganas. Incluso de #lavaloza.
  3. Este es bien importante: cuando viajen, asegúrense de Googolear las costumbres de propina del lugar visitado. Es horrible tener que perseguir a la pareja italiana que no dejó propina porque en su país “no se usa”. Dice la tía Lupe: donde fueres haz lo que vieres. Esto incluye dejar propina y no eructar en la mesa.
  4. Si tienen alergias de comida, no confíen tanto en sus meseros por más seguros que se vean cuando les dicen que no trae ajonjolí el platillo. Luego hay unos que inventan por quedar bien. Chad, por ejemplo.

Así que MAKE IT HAPPEN. Háganlo. No se esperen a que sea el momento correcto. El momento correcto nunca llega. The time is now y si no lo aprovechan luego les da la ciática y todo se complica.

Y si quieren ver más del restaurante, de Chad y de un servidor, les dejo aquí los links de IG y Facebook para que se convenzan de una vez por todas que el Workation no solo es para millenials:

IG: @davefridman

FB Freesouls: facebook.com/freesoulscerritos/

PEACE OUT, BEACHES!