Colaboraciones

¡Visitemos un lugar de otro mundo!

Por: @eldiariodebeto

Vivir, disfrutar y sentir en carne propia un mundo que solo hemos visto en una pantalla de cine es completamente posible, y encontré este lugar en Colombia, acompáñenme y viajemos juntos a otro mundo.

Un domingo cualquiera recibí la llamada de un gran amigo, Camilo (@camilorate) , diciéndome que, si me animaba a salir de viaje con él y un viajero portugués, a lo cual respondí que sí a pesar de no saber aún el destino. ¡¡Durante la conversación lo único que supe del destino era que quedaba a unas 7 horas de Medellín por tierra y que quedaba en el departamento de Santander, ah!! ¡¡Y que el lugar era de otro mundo!!

Martes 4 am pasan por mí y comienza la travesía con rumbo norte, pasando por Girardota, Puerto Berrio, Cimitarra, Landazuri y finalmente luego de 7 horas y un poco más llegamos a El Peñón en el centro de Santander, una región montañosa y conocida por muchos atractivos turísticos como el Cañón del Chicamocha y pueblos icono del país como San Gil o Barichara. En este caso, El Peñón no es muy conocido, pero estoy seguro que en muy poco tiempo se convertirá en un destino obligado en el país, ya que nos tiene sorpresas llenas de agua, cuevas, montañas y unas vistas que jamás olvidaré. 

Al arribar a nuestro punto de destino nos recibió “El Brother” nuestro anfitrión y guía en la zona. Nos acomodamos en la cabaña que sería nuestro hogar por los siguientes 3 días, organizamos el itinerario y de una vez comenzamos con la aventura.

La primera parada, La Cueva El Oro, una de las cerca de 40 cuevas descubiertas en la zona, pero con una particularidad, el techo de esta cueva pareciera estar cubierta por polvo de oro, un curioso fenómeno que está aún en investigación para saber el origen de este efecto. El recorrido transcurre entre ríos subterráneos y estrechos pasadizos que llevan a impresionantes salones con vistas iluminadas únicamente por nuestras linternas. Este recorrido es de aproximadamente una hora y media con espacios para tomar fotografías y recorrer parte de la enorme cueva.

A las 5 de la mañana del día miércoles nos pusimos en marcha para la caminata al cerro Panamá, porque las vistas espectaculares no solo ocurren bajo la tierra, esta zona está llena de cadenas montañosas que ofrecen postales para recordar toda la vida. El cerro Panamá está ubicado al lado del centro urbano del Peñón, y la caminata rumbo a la cima es de aproximadamente 1 hora y media. Al llegar a la cima, de un costado de la gran Cruz de Metal que pusieron hace unos años los habitantes de la región para identificar el cerro, se ve el pueblo en todo su esplendor, y a lo lejos una cadena de 8 cascadas que descienden por la cara sur de una de las formaciones de la cordillera Oriental que caen finalmente en el Río Aventadero. Sobre el costado opuesto, la cordillera en pleno con una caída de cerca de 400 metros en donde desde la altura se divisan los caminos de herradura que usan los campesinos para llevar sus productos hasta el pueblo caminando incluso por días en estas rutas.

En la tarde el plan sería la visita a algo tan imponente como su nombre, LA TRONERA, una cueva con dos entradas, la primera que fue nuestra ruta de acceso es una entrada en la tierra con un recorrido de cerca de 800 mts para llegar al punto final, justo debajo del impresionante boquete que le da el nombre a la cueva, una caída de 165mts desde el nivel de la tierra hasta el punto más bajo, el lugar parece la superficie lunar, lleno de rocas gigantes entre las que nos abrimos camino para llegar al altar y divisar la inmensidad del lugar. La gran caída está adornada por musgo y vegetación de diferentes tipos y cascadas que forman una lluvia incesante en la parte baja. Y para terminar la escena no podía faltar un silencio ensordecedor interrumpido cada tanto por los aterradores ruidos generados por los habitantes de la cueva, los Guacharos, aves nocturnas y casi ciegas de tamaño medio que para espantar a sus depredadores u otros animales emiten un sonido similar al que tienen los jaguares.

Definitivamente uno de los lugares más imponentes y con la atmósfera más fuerte que he visitado en mi vida.

El tercer día sería la visita al lugar que nos trajo hasta este remoto pueblo y por el cual les dije que visitaríamos un lugar de película, El Bosque de Pandora.

A tan solo una media hora de caminata desde nuestro lugar de hospedaje se encuentra la entrada a este bosque, que tal como lo vemos en la película de James Cameron, AVATAR, nos envuelve de inmediato y nos transporta a un mundo cinematográfico, y lo mejor es que lo teníamos justo enfrente de nuestros ojos, con sus cañones entre paredes de piedra llenas de vegetación, agua cayendo por sus venas y el sonido de los animales que ahí habitan.

El recorrido es circular, caminando entre estos cañones y enormes árboles que recuerdan las mejores escenas de la película y que entre el barro, escaleras de piedra y senderos transportan a uno a lugares que solo podríamos imaginar pero que no sabíamos que teníamos a tan solo unas horas de casa en vivo y en directo.

Este plan se logró gracias al equipo de @bosquepandorageo a quienes agradezco eternamente por presentarnos este mágico lugar, por toda la labor de conservación que están realizando, por mostrarle al mundo las maravillas que tiene Colombia y por su maravillosa hospitalidad.

Definitivamente Colombia es un país inexplorado, seamos viajeros de nuestro propio territorio y conozcamos las maravillas que nos tiene preparados. Y si no eres colombiano, la invitación está completamente abierta a que visites nuestro país y te enamores de los destinos y sobre todo de la hospitalidad de nuestra gente. -Vive Colombia, Viaja por ella-

“Uno viaja para aprender a vivir, sin tantas cosas, sin tantas expectativas, sin tantos paradigmas… Volviendo a lo básico” 

ColombianNomads

Somos una pareja de amigos, ex-esposos, amantes de la vida y de los viajes, disfrutamos el exterior tanto como nos gusta crecer en el interior. Procuramos un estilo de vida minimalista pero moderno y práctico. Amamos la naturaleza, la aventura, el deporte y la buena mesa.

Nos fuimos a darle la vuelta al mundo durante dos años, lo logramos trabajando como nómadas digitales y haciendo voluntariados en el camino. La ganancia, muchos amigos, lecciones y un cambio profundo en la manera de entender las cosas.