Se termina el 2014 y como cada año que se va nos invita al recuento, a la memoria de los momentos vividos en esta vuelta alrededor del sol.
No hay nada más implacable que el tiempo. Nada ni nadie lo detiene, nada ni nadie lo compra, nadie lo sobrevive. Si no es ese mismo tiempo que nos recuerda mortales y que nuestro paso sobre esta tierra es absolutamente temporal y breve, no sé que más pueda hacerlo.
Al mirar atrás a mi año no puedo evitar sonreír, ha sido un gran año! De mucho crecimiento y aprendizaje. Sin embargo, también tuvo sus momentos oscuros.
Hace un par de meses tuve una especie de “crisis de misión” o así me gusta llamarle. Me pasa de vez en cuando, es parte de mi temperamento. Es ese momento en donde me cuestiono si los esfuerzos valen la pena y si mi misión en este mundo no es más que un acto de simple egoísmo.
Me suele pasar mucho con mi carrera como actor, esa lucha que hay entre el artista que quiero ser y el que la gente quiere que seas. ¿Qué le dejamos al mundo? ¿Qué le decimos al mundo?
Con Alan por el mundo nunca me había pasado, pero este año la carga de trabajo fue tal que naturalmente llegó ese momento de duda.
Una noche en la que estaba realmente bajoneado me puse a leer los comentarios de artículos de mi página como “No soy millonario” o “El poder sanador de un viaje”. Fueron esos comentarios los que dieron respuesta a mis dudas. Leerlos, sentirlos y darme cuenta que somos una comunidad me levantó el ánimo.
Me di cuenta que así como sus palabras estaban haciendo un cambio en mi, mis palabras pueden hacer cambios en otros. Sonreí, la señal había llegado.
Dejar de agradecer semejante apoyo sería un error de mi parte. Por eso GRACIAS! Gracias por ser parte de esto y por expresarlo, por ponerlo en los comentarios, por compartirlos con sus amigos y porque ahora en cada viaje llevo miles de viajeros imaginarios en mi mochila.
Todas las noches hago una especie de análisis de mi día. Lo que aprendí, lo que apliqué, mis errores, mis aciertos. Trato con cada nueva salida del sol ser un poco mejor que ayer, más tolerante y más abierto. No siempre me sale bien.
Los que tienen tiempo leyéndome saben que no soy una persona muy religiosa, cuestión de la que hablo poco pues alguna vez ya me ofendieron en el nombre de Dios. Sin embargo, sí me considero un ser espiritual y trabajo todos los días para que ese ser siga creciendo.
Con cada viaje siento que cargo un enorme borrador virtual que poco a poco va eliminando los prejuicios de mi mente. Trato de que todas las cosas que nos separan se vayan eliminando paulatinamente y sueño con un mundo en armonía, donde no importe a qué Dios le reces, a qué sexo ames, cuanto dinero tengas ni el color de tu piel para poder darnos un abrazo sincero y de corazón.
El mundo es bello, pero también mientras escribo esto hay sitios del planeta que sufren en extremo. Aún hay guerras, aún hay hambre, aún hay mucha injusticia.
Creo firmemente que la industria de los viajes puede cambiar al mundo y somos los viajeros quienes podemos hacer la diferencia. Abrazando cada lugar y cultura que visitamos con profundo respeto, admiración y tolerancia. Dispuestos a aprender y a dar.
Porque viajar va mucho más allá de ver lugares bonitos.
Por eso deseo que este 2015 todos viajemos, viajemos mucho, para aprender, para crecer para ser mejores. Para marcar un cambio en el mundo, cada pequeño esfuerzo tiene su impacto.
La próxima vez que viajes, haz todo lo posible por sentirte orgulloso no de lo que viste, sino de lo que hiciste. De ti como viajero, para que cuando acabe tu año no sea un año menos en tu vida, si no un año más en tu increíble historia.
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