Por: Katherine Rojas A.
No era mi primer viaje, pero si el más anhelado: desde siempre, Alaska fue mi sueño, ese lugar que tienes en la mente y el corazón, ahí calladito, esperando el momento. Ese lugar que en invierno se convierte en un paraíso blanco llamó mi atención desde que tengo recuerdo y hablando con una amiga en el 2015 sobre a dónde ir este 2016. Valoramos muchas opciones y dije: ¿no te gustaría ir a Alaska? Y ella respondió: me encantaría ir a Alaska, y así, con esas simples líneas comenzó a consolidarse la realización de un sueño.
No puedo explicar porque me atraía tanto Alaska, pero lo cierto es que siempre fue el lugar que quería conocer y si adicional a esto ponía en escena el poder contemplar las auroras boreales, se convertía en el viaje soñado.
Y después de alrededor de 9 meses desde que empezamos a planear y a hacer reservas, llegó ese sábado donde a las 10:10 a.m. tomábamos el primer vuelo que nos llevaría al paraíso blanco. Volamos de Costa Rica a Los Ángeles, luego a Seattle y por último el vuelo a Anchorage donde aterrizamos alrededor de las 11:00 p.m. y ahí estábamos ¡¡¡en Alaska!!! ¿Cómo explicar el sentimiento de estar ahí? No puedo.
En Anchorage solo íbamos a estar dos días porque el destino principal era Fairbanks, pero ese tiempo lo aprovechamos caminando por sus calles, entrando a tiendas, y admirando su belleza; a pesar de no estar las calles con nieve, caminábamos y veíamos las montañas nevadas ¡que paisaje tan de ensueño! Nos acercamos a la zona de la playa, donde está todo congelado y puedes admirar las espectaculares vistas, donde allá a lo largo están los glaciares que puedes ver más de cerca desde un crucero (que no salen en temporada de invierno por cierto).
Conocimos Flattop que tiene unas vistas panorámicas increíbles de Anchorage; estás ahí a una baja temperatura, pero te ves rodeado de tanta belleza que te sientes enormemente bendecido.
Seguimos nuestro rumbo tomando, el martes, el Aurora Winter Train, el cual nos llevaría desde Anchorage hasta Fairbanks en alrededor de 11.5 horas, admirando hermosos paisajes, árboles cubiertos de nieve y simplemente todo lo que puedas admirar en ese recorrido, atravesando Denali. Y a las 8:00 p.m. cuando llegamos a Fairbanks nos recibió la temperatura con -7°C y nevando, que hermoso recibimiento, bienvenidos a Fairbanks.
Y ahí estaba mi paraíso blanco… tantas veces lo imaginé y al fin era real. Los árboles, las calles, las aceras, las casas, todo cubierto de nieve, ese frío que en Costa Rica jamás había sentido, de verdad que los dioses viajeros se estaban luciendo conmigo.
Y al día siguiente llegaba una de las noches más esperadas, el tour para ir a cazar auroras boreales: eran alrededor de las 10:30 p.m. cuando salimos, con toda la emoción y frío que podía haber a esa hora, ya que podía estar la temperatura en alrededor de -15°C, por lo menos, y conforme la noche avanzaba se ponía aún más frío. Creo que pudimos estar en alrededor de los -25, tal vez, pero no importó, les juro que se me olvidó el frío, la nieve, todo… solo me importaba saber que yo estaba en Fairbanks, Alaska haciendo realidad un gran sueño… tanto tiempo imaginándolo y por fin iba a pasar.
Acomodamos las cámaras, hicimos algunas pruebas y a esperar, porque de eso se trata, admirar el paisaje, disfrutar la espera y aguardar a que la señorita aurora decida hacer su aparición y cuando menos lo esperas ella decide salir y danzar… ves el cielo despejado y de un momento a otro unas luces danzan sobre tu cabeza, fue indescriptible, gritos de felicidad, de emociones encontradas, de sueños cumplidos, todo lo que puedan imaginar, pasa por tu mente en ese momento. Fue una gran noche, simplemente estar ahí y ser parte de algo tan único y mágico que nos regala la naturaleza, agradeces las oportunidades que se presentan en el camino y valoras que cada sacrificio que hiciste para llegar hasta ahí valió la pena una y mil veces, y que cuando tienes una meta en mente, siempre la puedes realizar, es cuestión de enfocar las energías en esa idea. Una de las mejores noches de mi vida, a pesar de los -23°C a los que me encontraba.
“No se recuerdan los días, se recuerdan los momentos” Cesare Pavese
Y a partir de esa noche nos quedaban casi dos semanas en Fairbanks, donde disfrutamos sin prisas cada día y cada noche que estuvimos, admirando el paisaje, la nieve, las calles, visitando muchos lugares y haciendo amistades. El hostel en el que nos quedamos fue un lugar hermoso y acogedor, te sentías como en casa; conocimos personas increíbles, cada uno con el deseo de tener la posibilidad de ver las auroras boreales, cada uno con una historia diferente, que te hace ver que al final todos compartimos esa ansia de viajar y conocer el mundo, eliminar las fronteras que el ser humano ha creado y simplemente ser un ciudadano del mundo.
Disfrutamos del Open North American Championship Sled Dog Race, World Ice Art Championships, del Museo del Norte de la Universidad de Alaska, conocimos el Polo Norte y la Casa de Santa Claus, hicimos el Sled Dog Tour con Lance Mackey ganador cuatro veces de la Iditaroad, conocimos el Chena Hot Springs, hicimos Cross Country y tantas experiencias más, que quedarán por siempre en el corazón de esta viajera.
El último fin de semana decidimos pasarlo en un lugar totalmente alejado del centro, el el cual reservamos con poquito más de 7 meses de anticipación y claro que valía la pena. ¡Qué lugar tan impresionante! Tan lleno de paz, serenidad, para simplemente estar y admirar las vistas y pensar en tantas cosas.
Regresé a Costa Rica con tantas imágenes en mi cabeza, tantos pensamientos, con 3 noches de auroras boreales en mi historia, con experiencias totalmente nuevas y confirmando que realizar este viaje a Alaska ha sido una de las mejores decisiones que he tomado, que nunca debemos dejarnos influenciar por esas personas negativas que tenemos a nuestro alrededor, y que lo que nosotros queremos y soñamos lo podemos lograr poniendo todas nuestras fuerzas en ello y enfocando nuestras energías en lograr cada meta propuesta, haciendo sacrificios económicos para lograr cada uno de nuestros sueños y dejando a un lado los comentarios de los demás, debemos de rodearnos de personas que compartan nuestra ilusión, personas que se alegren con nuestra felicidad y nuestros logros.
“Cuando tienes un sueño tienes que agarrarlo y nunca dejarlo ir” Carol Burnet.
*Si quieres ver tu historia publicada en Alan x el mundo, envíala a [email protected]
4.5