Colaboraciones

Los mejores 5 países de 2017

Por: Manu Espinosa 

Hola bandita viajera, esta es mi última colaboración del año para el blog de @alanxelmundo, y al igual que él, quise hacer una selección de lo mejor del año en cuanto a mis viajes.

2017 fue quizá el año en el que más veces abordé aviones, me bajaba de unos para subirme a otros.

– ¿De dónde sacas tanta energía? me preguntó el mismísimo Alan un día.

– Y yo pensé “de ti”, aunque nunca se lo dije jajaja. 

Este año viajé principalmente por 3 razones fundamentales: para ir a competir en carreras; para visitar y explorar destinos; y finalmente como voluntario para ayudar comunidades que lo necesitaban. No conocí ningún país nuevo (lo cual no es nada relevante) pero sí regresé a muchos lugares que se habían quedado en mi corazón en tiempos pasados, y que reafirmaron con intensidad lo maravillosos que son.

Sin más preámbulos he aquí mi top 5 de países en 2017:

Argentina

Sin duda uno de mis países favoritos de toda la vida. Este año por fin pude volver, en el mes de Octubre, y en compañía de otros tres grandes amigos.

El viaje se inició en la ciudad de Buenos Aires. Nuestra estadía porteña incluyó una cena show en Madero Tango, y desgastamos nuestros pasos caminando por sus maravillosos barrios: La Boca, San Telmo, Puerto Madero, Retiro, Recoleta y Palermo. También conocimos los sitios más emblemáticos de la ciudad, como el  imponente Congreso de la Nación, la mágica librería El Ateneo, el neurálgico Obelisco o la brutalista Biblioteca Nacional.

Qué emocionante fue el traslado hasta la entrada al fin del mundo, Ushuaia, la ciudad más austral del planeta. El hospedaje en el extraordinario Hotel Arakur y el tour al Museo Marítimo y del Presidio, una antigua prisión para los peores criminales de la época; la inmersión en la provincia fueguina, y la contemplación de sus dos magníficos lagos: el Lago Escondido y el Lago Fagnano; el tradicional asado argentino en medio de la naturaleza; y el espectacular vuelo panorámico de la ciudad y sus alrededores.

El último destino fue El Calafate. La aventura santacruceña comenzó con un paseo por el centro y una excursión 4×4 por el cerro Huyliche, un perfecto balcón con una vista fascinante del gran Lago Argentino. La excursión al majestuoso Parque Nacional Los Glaciares y su colosal protagonista, el Glaciar Perito Moreno, un titán patagónico reconocido como Patrimonio de la Humanidad; y el paseo por la Reserva Natural Municipal Laguna Nimez, como si fuéramos fotógrafos de National Geographic.

Pueden ver todas mis fotos de Argentina en Instagram con el HT #manutiargentina

Canadá

En Canadá también estuve dos veces este año, por lo que tuve que tramitar mi ETA (el sustituto de la antigua visa, y el cual es facilísimo de obtener).  La primera fue a principios de junio al fascinante Calgary para participar en el primer vuelo directo de Aeroméxico desde Ciudad de México, y la segunda al moderno Toronto, en Octubre, para correr el Maratón de esta capital ontariana.

Durante mi visita a Calgary, fuimos al prístino Two Jack Lake, con su espejo de agua azul turquesa, sus perfectos pinos simétricos, y sus montañas misteriosas cubiertas de nubes y nieve; también abordamos un helicóptero para sobrevolar las fascinantes Rocallosas. Fuimos a  un santuario de Perros Lobo a los que les dimos de comer y acariciamos -fue mi parte favorita de todo el viaje; y admiramos el amanecer en Spray Lakes y el atardecer en Parque Kananaskis. Nos perdimos la final de la Champions League por ir al Canadian Rocky Mountain Ranch para ver alces y búfalos -lo que no sabíamos es que era un criadero para vender su carne (al parecer algo normal dentro de la gastronomía canadiense). Escalamos hasta el mirador panorámico de la Calgary Tower; paseamos por The Bow, el edificio homónimo al río icónico de la ciudad, y diseñado por el arquitecto Norman Foster; y finalmente dimos un recorrido bastante completo por la ciudad olímpica de Calgary.

Sobre Toronto, yo siempre creí que era un puerto marítimo, por una estúpida confusión geográfica, y por que su Lago Ontario, desde lo alto, es como si fuera un mar inmenso. Dicen que Toronto es como una Nueva York canadiense, moderna, multicultural, cosmopolita, pero en su versión mejorada, más limpia y ordenada (como si estuviera gobernada por suizos). En su frío viento otoñal, se respira el hockey, el tocino con miel de maple y la extrema amabilidad de la gente; siempre pedirán disculpas por todo aunque nunca haya sido su culpa de nada. Caminar por sus calles tan planas es tan fácil, mientras se observan sus modernas restauraciones a edificios viejos. Sus atardeceres son de un fuego rosa que corona el cielo antes de cada noche. Amé vivirlo por toda una semana, y le agradeceré por siempre haberme brindado una de las mejores carreras de mi vida: El Toronto Waterfront Marathon.

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Chile

Este año tuve la oportunidad de ir dos veces a Chile, la primera fue en enero con mi hermano Emilio para su proyecto cinematográfico, y la segunda en abril con Alan para acompañarlo a su conferencia, y después a un recorrido por sus valles, mares y bosques..

De Chile amo su moderna capital con sus barrios antiguos, y su historia dolorosa de cicatrices en forma de cerros y montañas; amo su arte callejero, y su naturaleza incomparable de ricos valles, extensos desiertos y lagos de aguas inagotables; amo sus terremotos cotidianos en forma de caricias, sus noches de cielos galácticos, sus amaneceres fríos y sus atardeceres de fuego, cálidos como abrazos; amo su comida, sobretodo la de sus mares, y sus “bebestibles” como el fresco jugo de frutilla, el idílico carménère y el dulce pisco con arándano; amo a su gente de tímidos inicios, pero finales profundamente cariñosos; lo amo todo, de norte a sur hasta el fin austral del mundo; amo sus adjetivos porque son como ellos, contundentes y exquisitos, y hasta sus particulares expresiones: “bacán” ¿cachai? y “weón”.

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Estados Unidos

A pesar del marcado “Antitrumpismo” de 2017, los vecinos norteamericanos me regalaron una magníficas experiencia: mi viaje #RedStoneKingdom a varios parques nacionales con otros 5 amigos instagrammers entre abril y mayo.

Después de dos días en San Francisco, emprendimos la verdadera aventura, a través de algunos de los mejores parques nacionales de este país: Yosemite, Sequoia, Death Valley, Valley of Fire, Bryce Canyon, Antelope Canyon, Arches y las Bonneville Salt Flats.

En Yosemite National Park, nuestra primera parada, se demostró que éramos los peores exploradores del mundo; siempre poco preparados para las adversidades y los retos que la naturaleza y los largos hikings implicaban, como empaparse debajo de una cascada o no usar el calzado adecuado. Sin embargo, Yosemite, esta tierra maravillosa, nos adoptó y maravilló por sus imponentes montañas rocosas, sus ríos desbordados, sus poderosas cascadas y sus infinitos árboles verdes.

Sequoia National Forest nos conmovió tanto que a un cierto punto nuestros llantos se sincronizaron, y todos llorábamos al mismo tiempo que abrazábamos esas monumentales secoyas de cientos de años de edad.

Death Valley nos sorprendió porque súbitamente el terreno plano se convirtió en una serie de dunas y montañas desérticas, que por supuesto, tuvimos que ir a conquistar -no fue muy buena idea, las cámaras y los zapatos terminaron llenos de arena- aunque valió la pena.

Valley of Fire fue nuestro primer encuentro directo con la piedra roja, de color intenso. Escalamos por unos ríspidos senderos y admiramos el atardecer desde lo alto del desierto del Moabe, mientras jugábamos a las cabras monteses.

Bryce Canyon fue el sitio que decidimos visitar en lugar del Grand Canyon, por cuestiones de tiempo, y rebasó nuestras expectativas; nos impresionó por sus formaciones rocosas que asemejaban las torres de Gaudí en Barcelona.

Antelope Canyon cumplió el sueño de casi todos, y fue como adentrarnos en las entrañas de la madre tierra, para admirar las texturas y los colores de sus muros, en compañía de un local de la tribu Navajo.

Arches nos enseñó que el mejor arquitecto sigue siendo la naturaleza, con sus arcos perfectos formados a lo largo de millones de años. El pueblo cercano, Moab, fue ideal para hospedarnos, comprar ropa de segunda mano y comer delicioso.

Finalmente, las Bonneville Salt Flats fueron nuestro lugar predilecto al amanecer y al atardecer, con su superficie casi infinita de sal y sus maravillosos reflejos del cielo y los paisajes montañosos de Utah.

Pueden ver todas mis fotos de Estados Unidos en Instagram con el HT #manutiusa y de este viaje específico con el HT #redstonekingdom

México

Mi país es mi residencia habitual, mi lugar favorito, y este año tuve la oportunidad de visitar muchísimos lugares maravillosos: ciudades coloniales y puertos costeros, playas paradisíacas, festivales de música y gastronómicos, y mucho más. Pero lo que más me marcó de este año, fueron los dos viajes que realicé por voluntariado; el primero a Juchitán, Oaxaca, tras los devastadores sismos de septiembre, y el segundo más recientemente a la Península de Yucatán con la gente de Nomad Republic. 

Para el primer viaje llegamos a Ixtepec, Oaxaca, en un vuelo doble; uno nos llevaba a nosotros y el otro había sustituido los pasajeros humanos con víveres, medicinas y herramientas. Tras descargar y re cargar nos fuimos a Juchitán, que parecía zona de guerra por el movimiento tremolante de la tierra, que derrumbó y redujo a una montaña de ladrillos muchas viviendas.  Comenzamos a construir tiendas y casas de campaña, para que la gente pudiera dormir protegida de la lluvia y los insectos. Había muchas familias tristes pero esperanzadas, muchos ancianos aliviados por su sabiduría, y muchos niños que afortunadamente percibían todo como un juego; gatitos y perritos abandonados y otros con sus dueños, a los que se les entregaron bolsas de croquetas.

El día se nos fue entregando despensas, reconstruyendo hogares y platicando con la gente que alternaba el común español con el mágico zapoteco. En la noche nos refugiamos en un salón de fiestas infantiles, convertido en albergue y a la mañana siguiente volvimos a la cdmx.

En Yucatán, el voluntariado se realizó en una pequeña comunidad llamada Zavala, a una hora y media en auto de Mérida. Fue una experiencia muy enriquecedora; bien dicen por ahí que viajar es un peligro para la cerrazón de mente. Los tres días de voluntariado fueron exhaustivos físicamente pero gratificantes espiritualmente. El hecho de ver comunidades tan alejadas de nuestra realidad cotidiana, donde cosas tan básicas como la felicidad, son tan diferentes, fue verdaderamente revelador. Gracias al proyecto de estufas ecológicas de Nomad Republic salvamos vidas de tantas madres, de niños recién nacidos e inclusive de muchos árboles, por el ahorro en el sobre consumo de leña. La convivencia con las familias de la comunidad de Zavala nos dejó puras cosas buenas y eternas.

Por supuesto que hubo muchos otros lugares fantásticos este año, inclusive dentro de mi misma ciudad, pero quise describir aquellos que me marcaron intensamente este año.

Les adelanto mis más sinceros deseos, que pasen una feliz navidad y tengan un cierre de año perrísimo.

Muchos viajes y muchas aventuras para 2018.

¡Los quiero bandita viajera!

Manu Espinosa

Manuel Espinosa Nevraumont, mejor conocido en redes sociales como @manumanuti es creador de contenido especializado en turismo. Documenta sus viajes a través de sus crónicas, fotos y videos, en México y en todo el mundo, con un especial interés por proyectos relacionados con turismo comunitario y ambiental. Ha trabajado con diferentes oficinas de turismo nacionales e internacionales. En 2017 creó junto con Alan por el Mundo la cuenta foodie de Instagram @gordosxelmundo para compartir experiencias gastronómicas durante sus viajes.