Colaboraciones

La mejor temporada del año

“It’s the most wonderful time of the year…”

Ese es el fragmento de una de las canciones navideñas mas conocidas y populares de todos los tiempos (desde el nacimiento de Jesús para acá, por supuesto). Habla de las festividades, de las fiestas y cenas y reuniones con amigos y familiares, de lo bonito que se ven las calles llenas de nieve (no aplica en países tropicales) y de bombones.

Nunca jamás esta canción menciona el aeropuerto. ¿Por qué? Pues porque el aeropuerto en esta época es zona de guerra.

Viajar en las Navidades debería de estar en la misma lista de hacerse una endodoncia o ir al bautizo del hijo de tu amiga un sábado a las 9 de la mañana. Nadie realmente quiere hacerlo pero pues a veces es necesario.

Para empezar, los precios de los boletos de avión cuestan el equivalente al déficit de Liberia. Por ser su “temporada alta” te la dejan ir como si todos tuviéramos la cuenta bancaria de La Gaviota y a uno no le queda mas remedio que desembolsar el dinero que en otras circunstancias podría ir a un mejor uso como tequila o regalos o tequila.

Un buen tip para evitar estos asaltos indulgentes es comprar tu boleto de la vacación navideña en marzo. A veces funciona, a veces no. Siento que los detectives aerolineales ya están al tanto de nuestras mañas y se están riendo en nuestras caras.

Una vez que ya hicimos la paz con este desembolso, nos toca experimentar en carne propia la dolorosa epopeya que es el viaje como tal.

Lo que en otras ocasiones sería una rutina fácil y sencilla en el aeropuerto se convierte en un mal día en Afganistán. Difícilmente un vuelo va a salir a tiempo. Es como si el frío congelara tanto las pistas como los cerebros de los operadores de la torre de control. Jamás me he explicado como un cabrón arriba de una torre cuyo ÚNICO TRABAJO es organizar la logística de despegues la puede cagar de tal manera que un vuelo que salía a las 8 de la mañana de hoy se retrase hasta febrero. Hasta donde tengo entendido, las aerolíneas no ponen mas vuelos en sus malditas “temporadas altas”, lo que significa que durante todo el año, la misma cantidad de vuelos salen y entran con los mismos horarios. Esto me lleva a pensar que Don Operador odia la Navidad y nos quiere chingar a todos los inocentes pasajeros.

Otro buen desmadrito es el que se arma cuando le gritamos a los que trabajan en los mostradores, sacando toda nuestra ira acumulada durante las 4 horas de retraso contra ellos, como si ellos fueran los culpables de que el avión no haya llegado a tiempo porque salió tarde de Boston por que había Tundra allá. Chavos: entendamos todos que estos pobres peones probablemente están haciendo lo mejor que pueden y con sus 10 horas de entrenamiento previas, realmente es lo mejor que pueden. Es mi firme creencia que Brayan Aeromexico tiene 14 otros lugares en los que prefiría estar que detrás del mostrador un miércoles a las 8 de la mañana recibiendo insultos de viajeros encafeinadosmolestos porque les tocó el asiento de en medio. Canalicemos nuestros espíritus navideños con buenas vibras y tratemos de entender que la ambivalencia de estos individuos tiene un trasfondo y que no están tratando de chingarnos aún mas. Créanme que ellos quieren que nosotros nos larguemos de ahí igual o mas que nosotros mismos.

Si les llega a pasar lo que me pasó a mi hace unos años cuando fui a pasar Navidad a Vancouver (cuando el dólar estaba a 8 pesos, no crean que soy millonario), en lugar de ser miserables, aprovéchenlo. Les cuento: lo que originalmente iba  a ser un vuelo directo MXO-YVR se convirtió en una travesía de 2 días en la que tuve oportunidad de conocer tanto el bello aeropuerto de Monterrey y el de Portland y tuve la suerte de sentir lo que era un mini-infarto causado por avión de hélice. Durante esos dos días, todas los sentimientos posibles que un ser humano puede tener pasaron por mi ser. Hasta que en la hora 7 en el aeropuerto de Portland decidí embriagarme (era menor de edad en ese entonces, el mesero vio tan desmelenado que se hizo de la vista gorda), y al final decidí que en lugar de procurar mi bilis, esto se iba a convertir en una historia que podría contar por los siglos de los siglos y miren nada mas, 15 años después sigue siendo tema de conversación, ahora en Alan por el Mundo. Quién diría.

Piensen en que una vez que lleguen a su destino, comerán delicioso, convivirán con sus seres queridos y ya nomas les falta la otra mitad del recorrido. #vasomediolleno

¡¡¡Venga chavos que es Navidad y todos necesitamos esparcir la felicidad por doquier porque Jesús no murió para que seamos infelices en el asiento 32B!!!

¡¡¡FELICES FIESTAS!!!

David Fridman

Jaiaiam David. Nací el 15 de Noviembre. No les digo que año porque no quiero pero ustedes calcúlenle que en ese entonces Paulina era güera natural… Entonces, a mi corta edad de muchachito chilango siempre supe que me gustaba ser actor. Era de esos que les hacía shows a mi familia. A veces era Raul Velasco presentando a mi hermana haciendo su imitación de Gloria Trevi. A veces hacía sketches en los que yo era el jefe de una empresa multimillonaria y mataba a todos mis empleados (también interpretados por mi hermana). A veces nomás contaba chistes o bailaba y mi familia –bendita sea – me aplaudía todas mis pendejadas. Luego de eso crecí y se me quitó la gracia, pero seguí actuando. Ahora un poco mas profesional. Me mudé a NY a estudiar en Atlantic Theater Company y viví allá 4 años. En esos 4 años me tocó salir en varias películas y obras de teatro y yo era bien feliz. Luego me tuve que regresar a México por que se me terminó la visa de chamba y ya no era tan feliz. Y ahora estoy feliz interpretando mi papel en el mundo de un struggling actor más en esta ciudad en la que si algo sobran son políticos pendejos y struggling actors. Nomás que a nosotros no nos regalan iPads.