Por: Analucía
Empezaré esta historia mencionando que nunca tuve el deseo de viajar, es más, tenía la idea que no se puede “gastar” tanto dinero en sacar una visa, boleto, etc. Simple y sencillamente lo vi como un regalo de graduación o como un premio a cinco años de estudio en la universidad, que estaban por finalizar en el 2014, pero se convirtió en algo más que eso, fue una experiencia que cambió mi vida, mi forma de pensar, me abrió los ojos a un mundo sorprendente, me ayudó a valorar y a extrañar a mi familia de Guatemala.
Me sirvió para verdaderamente valorar, conocer, platicar, reír y sobretodo establecer lazos de cariño con mi familia en el extranjero, a la cual solamente “conocía” por las redes sociales. Ellos me acompañaron e hicieron de mi viaje de 42 días por Estados Unidos algo inolvidable.
Visité muchísimos lugares: New Bedford, Attleboro, Boston Massachusetts, Newport Rhode Island, Norwalk Connecticut.
¡Conocí la linda y famosa ciudad de Nueva York! (A la cual sin duda alguna volveré).
Como fiel seguidora de las películas de Rocky fui a Filadelfia y subí los famosos escalones del Museo, experiencia que cuando la recuerdo, aún me causa emoción.
Debido a contratiempos con la aerolínea en la que viajé me vi en la “forzosa” necesidad de conocer una playa de Miami, Florida, sin maleta y en compañía de otros dos chapines. Incluso ese percance no lo viví en vano, ahora seré más cuidadosa con decidir en qué aerolínea viajar, hoy puedo recordar ese incidente con una sonrisa, aunque en su momento lloré de la desesperación 🙂 .
Subí por primera vez a un avión, aprendí a hacer tamales y tortillas en Estados Unidos, visité la Universidad Harvard, ¡la más famosa del mundo! degusté comida dominicana, peruana, cubana y mexicana; comí mi primer pavo oficial de Acción de gracias, conocí, caminé y disfruté de la nieve por primera vez.
Crucé el Brooklyn Bridge, caminé durante cinco horas en Central Park, subí el Empire State Building, tomé un ferry para ir a la Estatua de la Libertad, hacía tanto frío ese día que se me congelaron mis pies 🙂
Comí las deliciosas hamburguesas de Shake Shack, probé la que es para mí, hasta ahora, la pizza más deliciosa del mundo, vi el famoso árbol del Rockefeller Center.
Debo mencionar que vencí muchos miedos e inseguridades. Me volví una persona decidida. Me di cuenta que soy capaz de mucho si me lo propongo. Conocí habilidades que nunca pensé tener.
En fin, podría mencionar muchísimas aventuras vividas en mi viaje y aun así esta nota quedaría corta para redactar las numerosas emociones, experiencias y recuerdos que se quedarán conmigo para siempre y que en definitiva me ayudarán a confirmar mi deseo de seguir conociendo el mundo. Ya mi siguiente aventura viajera está preparándose, así que:
Esta historia continuará… 🙂