“Los pequeños detalles no están destinados a ser notorios, están destinados a ser descubiertos y cuando aparecen tienden a ser enormes.”
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Hola mamá, hola papá, espero estén bien, supe que irán a Hidalgo (México) a pasar el cumpleaños de mi mamá y mi abuelita “mamá Lucy”, ya me imagino que con este frío se van a pasar todo el día en las aguas termales, me da mucho gusto imaginarlos juntos. Esta navidad estoy en Viena, aquí igual hace frío, aunque la gente local dice que no tanto, que para estas fechas debería estar nevando, pero no hay nieve hasta ahora.
Ha sido bonito estar aquí desde finales de noviembre y hasta el 24 de diciembre la ciudad se llena de vida con las luces de los mercados de Navidad, es inevitable no verlos, los hay por todas partes, llegar a ellos me resultó muy fácil por transporte público, pero de eso les platicaré en otro momento.
Cuando haya oportunidad los voy a traer aquí, creo que es mejor visitar los mercados un par de horas antes del atardecer, es bonita la combinación de azules en el cielo con el amarillo de los focos. Los puestos son locales pequeños construidos de madera en donde venden artesanías, aquí se encuentra el regalo perfecto de Navidad, me imaginé a papá diciendo que todo está caro, pero uno que otro detalle valen la pena comprarlos.
Es algo muy turístico y la gente viene de muchos lados, sobre todo de los países colindantes, caminando se escucha gente hablar aleman, inglés, portugués, español, mucho español, así que pensándolo bien estaría mejor visitar los mercados las primeras semanas de diciembre cuando haya menos gente.
Me gusta ir a los mercados por el olor a manzana con canela de los Apfelstrudel, un postre que parece crepa rellena de manzana o albaricoque. La atracción principal es el Punch, una bebida que podría parecerse, pero no tiene comparación con el rico ponche que tomamos en las posadas en México, lo probé con amigos y me recomendaron ir a otro puesto, hay pocos lugares en donde esté realmente rico, para mi la mayoría solo son infusiones calientes con alcohol de dudosa procedencia que toman para calmar el frío.
Pienso que para los niños es un precioso momento estar aquí, es un paraíso lleno de chocolate, dulces, pan, juguetes, y juegos; en el mercado de Altes AKH hay caballos que los niños pueden tocar y dar un paseo. Recordé aquella Navidad en la que a papá le tocó trabajar en Nochebuena y fuimos a visitarlo para que no estuviera solo, nos enseñó los caballos y cenamos juntos.
Viena es hermoso y estoy segura les encantaría aunque sea una Navidad para conocer, les dejo un link en donde el gobierno de Austria muestra los castillos, monumentos, museos y actividades culturales que se pueden realizar a la par al conocer los mercados.
Por último quisiera platicarles que aunque me costó un poco de trabajo recorrer con la silla de ruedas algunas calles empedradas del centro, la mayoría de los lugares son súper accesibles, comencé a utilizar una app llamada Wheelmaps a la cual puedo recurrir para saber qué tan accesibles son los restaurantes o cualquier lugar que quiera visitar.
Esta es una Navidad diferente, los extraño mucho, pero sé que están felices y que pronto los veré para darnos un abrazo fuerte, estando lejos como se extrañan esos pequeños grandes regalos como la compañía de la familia, el romper piñatas, compartir la mesa y el olor a comida preparada en casa.
A todos los que leen esto les deseo felices fiestas, nos vemos el próximo año con más aventuras que contar.