Parecía que no tenía párpados. Su mirada azul era directa y penetrante como si quisiera ver más allá de lo evidente, cuchillosinvisíbles que atravesando la carne intentarían llegar a la verdad. Su inglés tenía un cargado acento checo que me dificultaba entenderle, por lo que tuve que pedirle que me repitiera las preguntas más de una ocasión. Se presentó como agente de seguridad de la aerolínea y comenzó a bombardearme con una serie de preguntas que navegaban entre el precio de mi boleto y la hora en la que había empacado mi maleta. Este era un procedimiento por el cual todos los pasajeros teníamos que pasar antes de documentar nuestra maleta.
Juzgando por un rápido vistazo al resto de la terminal, aquel interrogatorio sólo se hacía a los pasajeros cuyo vuelo tuviera como destino los Estados Unidos y por un momento me pareció absolutamente absurdo. En qué momento viajar en avión se había convertido en un asunto tan incómodo? La respuesta la sabemos todos y es por eso del título de mi escrito.
Hace falta un sólo genio de la maldad para afectar la vida de millones y no hablo ni de nacionalidades ni de creencias religiosas, pero sí de convicciones e intereses que van más allá del entendimiento de cualquier persona que podemos autonombrarnos “normales”. Gracias Osama (si es que exististe) por tener que llegar al aeropuerto una hora antes de lo que se acostumbraba. Gracias Osama por hacer de las revisiones una tardada molestia. Gracias Osama por limitar mis artículos a bordo. Gracias porque ahora millones de personas viven con miedo, y todos somos sospechosos.
Quizá mi posición es egoísta pero no creo que haya alguna que no lo sea; además, no es de mi interés meterme en el lodoso terreno de la opinión política y las teorías de conspiración. Pero vaya! No se necesita un cerebro prodigioso para entender que algo estamos haciendo mal.
Dónde terminará todo esto? Al final quien quiera hacerle daño a una nación encontrará la forma de hacerlo burlando todos sus sistemas de “inteligencia” cómo ya ha sido demostrado en ocasiones anteriores. Y nosotros los ciudadanos de a pie? Qué nos tocará hacer en un futuro? Hacer el check-in con un detector de mentiras? Viajar sin ninguna pertenecia pues una bufanda puede ahorcar a alguien? Someternos a resonancias magnéticas de larga duración antes de abordar?
Ya navegamos en la delgada línea que divide la dignidad del abuso de los derechos humanos y que cruzarla por completo sería volver atrás en el tiempo, curiosamente en el nombre del progreso. Contradictorio no?
El hombre de los “cuchillos” azules miraba una y otra vez mi pasaporte. Aunque se esforzaba por ser amable, sus intentos nunca dieron frutos. Me devolvió mis documentos con unos stickers que demostraban que la revisión se había llevado a cabo y crucé la línea hacia campos más familiares para hacer mi documentación.
Arribar o abandonar un país ya no es un proceso del todo placentero (especialmente si USA está en tu ruta) Pero cómo dicen “es lo que hay”. Por más que entienda, comprenda y tolere sus razones, no sé cómo sentirme cómodo ante revisiones e interrogatorios estilo CSI. Sin duda somos una generación que nos ha tocado pagar algunos platos rotos y curar muchas heridas de espadas anteriores. Habrá que sonreír y hacer un gran esfuerzo para no dejar cicatrices.
Lamentablemente es algo que ya pasó, provocó cosas horribles y, como dices, tenemos que pagar por los platos rotos.
En lo personal, prefiero que continúen las revisiones. Locos en el mundo siempre habrá.
Además, cada país es como una casa. Si pasas o quieres entrar, el dueño pondrá sus reglas y tienes que aceptarlas.
Por eso, lo mejor que podemos hacer los viajeros es acatar las reglas para que las revisiones sean más fáciles y, en un futuro, menos estrictas.
Bueno sé que no te metes en cosas de conspiración, y sé que la forma de actuar de Osama (si es que en verdad se murió) no fue la adecuada, también me he devanado los sesos en cómo actuaría yo, si alguien estuviera jodiendo mi país para enriquecerse el suyo.
Aunque la familia de mi madre es americana, lejos, USA es un país al que detesto, no soy racista, odio, su forma de pensar, odio de ellos que crean que todos quieren atacarlos, que se crean que siempre serán ellos, y que América sólo son ellos, odio que sea muy hipócritas (más los republicanos que nos joden a todos), creo que somos mucha gente que queremos viajar a otro país y que desgraciadamente tenemos que pisar su país un par de horas, ni siquiera es nuestro interés quedarnos, es una pena cómo se vuelvan odiosos o que a fuerzas tengas que tener la VISA.
En Perú jamás pasa eso, tienes que pagar dinero, ya no recuerdo cuanto, eso fue hace dos años cuando viajé, y si, tienes razón, sea cuáles fueron sus motivos dentro de lo que cabe, Gracias a Osama porque a todos nos ven como árabes, y creo que la gente malinterpreta que el ser árabe es ser malo, y no es así, a mi padre le encanta la cultura y gracias a él comprendí su forma de pensar, es cierto que en las ciudades marginadas, a la mujer las tratan horrible, preferentemente en Irak, Pakistán, inclusive para entrar a esos países tienes que firmar en la embajada, pero Egipto, Libia, la mujeres visten normal, donde el porcentaje de mujeres muertas es más grande en Latinoamerica por el machismo donde las golpean que en esos países donde las lapidan.
En realidad no sé a quién decirle gracias, si Obama, o el miedo enfermizo de los gringos.
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