Hola viajeros, pues llegando el invierno, y la ola de sentimientos de nostalgia que vienen con el, aprovecho para hablar ahora de uno de los viajes que mas me ha marcado, moldeado y hecho crecer como persona.
Muchas veces llegan estas épocas y sabemos que el corazón quiere hacer algo diferente, algo que ayude, algo que marque nuestra vida, alguna manera de demostrar lo agradecidos que estamos con todo. Bueno, hace dos inviernos yo sentía una necesidad muy grande por regresar algo de lo que a mi se me ha dado, al mismo tiempo de aprovechar mis vacaciones para conocer un lugar nuevo. Quería que este viaje fuera dentro de México, y quería que me hiciera desconectarme completamente de el confort de mi vida diaria.
Con todo esto bien presente, encontré un proyecto humanitario que desde un principio me retó. Básicamente, el proyecto se trataba de recolectar víveres, ropa y protección contra el frío; y lograr que todo esto llegara a las entidades mas escondidas y elevadas de la Sierra Tarahumara, donde el invierno es muy crudo y las poblaciones sufren hambre y frío a consecuencia de las temperaturas tan extremas.
Durante dos meses recolectamos todo tipo de comida, agua, medicinas, ropa, cobertores, calentadores, etc. Buscamos patrocinio para poder llevar toda esta recolecta a Chihuahua, en donde se juntó con mas recolecta de otras ciudades. Y a principios del mes de Diciembre empezamos a trasladar todo a la sierra.
Desde el primer día en la Sierra yo sentía un cambio increíble, un viaje hacia adentro. Mi corazón sabía perfectamente a lo que iba, pero jamás me esperé lo que viví. Y es que viajero, viajar a donde sea con un sentido humanitario no solo enriquece, si no que también cambia. Y créeme que te cambia para siempre.
Durante las tres semanas que estuvimos en la Sierra, fui parte de la vida ahí. Viví con el frío, con falta de comida, falta de agua caliente y comunicación. También aprendí a ver todo esto con otros ojos. Tuve la oportunidad de dar clases de español a niños y niñas, y me llevé un corazón lleno de todos ellos.
Me faltarían las palabras para describir lo increíble que fue para mi este viaje, el sentido que le di a mi vida, los kilómetros recorridos y los muchos otros que sé que me faltaron. La gente tan hermosa que conocí, que tuve el placer de ayudar y que marcó un cambio grande en mi. Puede que no haya sido el viaje mas divertido, o que no hayan sido las típicas vacaciones de descanso. Pero me queda claro que ha sido el viaje más fuerte, con más motor y el que más ha generado ganas en mi.
Ganas de ayudar, de dar y dejar el corazón por todos lados.
Ganas de viajar para volver a ser humano.