Colaboraciones Coronavirus

Los viajes en tiempos del Covid-19

A todos nos agarró por sorpresa, sí, muchos replican que desde diciembre se venía anunciando una gran escalada de casos de una nueva enfermedad nacida en Oriente, pero eso en términos de viaje es poco tiempo.

Muchos tenían sus vuelos comprados con meses de anticipación, reservas de hospedaje pagadas (y sin seguro, que mala suerte) y la gran ilusión de realizar una nueva aventura. Todo se terminó paulatinamente: primero no se podía viajar por Asia, luego en Italia todo empeoró y Europa enfermó con rapidez, América siguió con semanas de diferencia y ahora estaba en todo el planeta.

Este era el escenario con el que comenzaba la Cumbre Tajín 2020, a la cuál ya habíamos planeado ir Miriam y yo como parte de un descubrimiento de la cultura totonaca, originaria de esta zona del país.

Llegamos como lo teníamos planeado, había un ambiente de incertidumbre ante la cancelación de otros eventos similares a nivel mundial y una paulatina (y silenciosa) ola en México que hacía lo mismo. 

Para los anfitriones era muy importante realizar una ceremonia por el bien de los visitantes a la Cumbre, y con ella iniciaron las actividades. Ésta corrió a cargo de los abuelos, quienes son los miembros más importantes de la comunidad, de hecho el ser abuelo es un grado que se obtiene gracias a sus dones.

Los abuelos son un consejo compuesto por seis abuelas y seis abuelos, quienes destacan con algún don, por ejemplo en la música, la alfarería, la cocina tradicional, la medicina tradicional, la danza, entre otros.

Los abuelos son seleccionados por el mismo consejo, por la comunidad y a través de ceremonias. Además, existen dos grados inferiores a ellos, los tíos y los nietos.

El primer día de la Cumbre Tajín comenzó con timidez, las personas poco a poco se fueron acercando al Parque Temático Takilhsukut, donde se llevaron a cabo la mayor parte de los eventos, entre los que destacaron los conciertos de Recoveco, Regina Orozco, Ximena Xariñana y Lila Downs.

Nosotras aprovechamos para tomar parte en los talleres, Miriam tomó una clase de danza, posteriormente fuimos a un taller para aprender a hacer un papalote, en donde paso a paso nos enseñaron a crear uno con papel china; una vez listo, fuimos a un lugar un poco más abierto y lo volamos tímidamente. 

Seguimos recorriendo el Parque Takilhsukut, y vimos el Ritual de los Voladores, el cual marcó oficialmente el inicio de la Cumbre.  

El calor era bochornoso, así que decidimos refrescarnos con un raspado de piña con chamoy, ¡delicioso! nos gustó tanto que regresamos al día siguiente por otro. 

También fuimos a la Casa del Corazón de Madera, donde pudimos ver el arte el tallado y escultura de la madera. Aquí tuvimos la oportunidad de platicar con Cristóbal Olarte, quien en sus tiempos libres se dedica a esculpir madera. Mientras comenzaba a esculpir un pedazo de madera para crear una tortuga, nos contó que se inspira en la vida diaria y en la naturaleza para hacer sus obras.

Cristóbal mencionó la importancia de preservar su cultura y costumbres, él lo hace a través de la escultura de madera y sus dibujos, y nos manifestó su preocupación sobre la discriminación, ya que piensa que este es el principal problema para rescatar la cultura totonaca.

Continuamos con nuestra exploración, pasamos por Casa de la Tierra, la Casa de la Alfarería Tradicional Totonaca y en la Casa del Mundo del Algodón aprendimos más sobre el uso de esta planta. 

La segunda jornada llegó con un poco más de entusiasmo y cientos de familias aprovecharon el fin de semana para realizar talleres y otras labores como la preparación y degustación de platillos totonacos; disfrutar de momentos de relajación y meditación en el Nicho de la Purificación, entre otras actividades que proponían los organizadores de la mano con los indígenas participantes y presentaciones de Zak Tzevul, Alex Midi y Kinky.

Este día lo iniciamos creando una “alcancía” que nos ayudará a poner nuestro granito de arena para el equilibrio del medio ambiente. Nos enseñaron sobre el cambio climático y cómo podemos actuar para frenarlo. En nuestra alcancía pusimos un “piecito” de una planta, Miriam y yo elegimos albahaca, mientras que nuestros compañeros eligieron tomillo, romero y ruda. En este taller nos explicaron cómo cuidar nuestra planta y ayudarla a crecer.

Al salir de esta zona fuimos a la Casa de la Música, donde conocimos a 30 niños que forman parte de una agrupación que interpreta música tradicional totonaca y mexicana, bajo la tutela de su maestro José Guadalupe González, quienes les enseña a tocar varios instrumentos de viento y percusión. 

Posteriormente nos dirigimos al Nicho de la Purificación, conocimos un poco sobre las actividades que se realizan en esta zona, fuimos al fuego que se mantiene prendido todo el tiempo que dura la Cumbre y cada quien agarró un poco de copal, hizo una petición personal, en silencio y aventamos el copal a la hoguera. Después, pudimos ver cómo unas mujeres totonacas le dieron un masaje a Martha, una de nuestras compañeras de viaje en la Cumbre. 

Pudimos aprender un poco más sobre la comida tradicional totonaca, sus ingredientes y como todo buen #GordoPorElMundo debe hacer, degustamos de exquisitos platillos, como frijoles con chicharrón, carne de cerdo asada con arroz, chayotes, ensalada, acompañada de tortillas hechas a mano y salsa de chile piquín; y de beber, agua de horchata. 

Después de comer vimos un poco de las danzas tradicionales totonacas, seguimos caminando por el parque y al anochecer, ya comenzados los conciertos nos compramos unos esquites, preparados con mayonesa, queso amarillo, crema, queso rayado, cacahuates y salsa búfalo, ¡una delicia! 

Pero todo cambió al tercer día y como si de un anuncio bíblico se tratara, todo se suspendió ante las medidas tomadas por la Secretaría de Turismo de Veracruz en recomendación a organismos internacionales y a las establecidas por la Secretaría de Salud federal el día anterior respecto a la suspensión de eventos masivos y otras.

  • Nos vemos a las 10:00 en el lobby con todo y maletas. Fue el mensaje que nos sacó de nuestro pequeño viaje por el estado de Veracruz y de la mágica realidad que hasta el momento nos confundía a todos. 

Exprés, como ha sido el surgimiento de esta enfermedad que ha parado ciudades enteras y cerrados fronteras, fue el viaje de descubrimiento de la cultura totonaca a través de sus representantes vivos, los cuales en todo momento aseguraban la importancia de este tipo de eventos para dar a conocer y preservar sus tradiciones.

“Me da mucho miedo que se pierda la cocina tradicional”, nos indicó una maestra que a través de enseñanzas de vida y reforzamiento de su cultura, enseña a los más pequeños varias labores culinarias, que destacan cómo realizar la tostada del cacao para la elaboración de chocolate, cómo realizar un huerto para sembrar y cosechar los ingredientes de su cocina, así como la importancia de comer alimentos naturales.

O el entusiasmo de los jóvenes y niños que forman parte de la banda de música y que través de las notas recrean un ambiente de unidad y creación de arte, el cual también está presente en la elaboración de figuras de cera, papalotes, alfarería, tallado de madera y danza.

Precisamente es en la danza donde se encuentra uno de los rituales más famosos de la zona: el de los Voladores de Papantla, quienes a través de la tradición forman parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad y siempre es impresionante verlos girar tras lanzarse de un poste y dar vueltas al ritmo de la música. 

Sin embargo, ante la situación de los viajes en tiempos del Covid-19 es importante detener el movimiento. Aunque por el momento parezca algo complicado, sobre todo con boletos en mano, lo mejor es posponer en favor de la salud de todos, porque somos ciudadanos del mundo con una responsabilidad con todo el planeta y, como han venido haciendo nuestros antepasados, ya vendrán tiempos mejores donde podremos tirarnos del poste y emprender el vuelo.