Colaboraciones

Lo que aprendí en 2022 viajando con mi perro

¿Qué fue lo que este año me enseñó viajando con mi perro? 

El significado de la impermanencia.

Durante toda mi vida he sentido una atracción por los finales y los comienzos, algo tan separado pero tan unido a la vez.

Antes me angustiaba que las cosas y las personas se terminaran, decir adiós fue lo que más me dolió los primeros años de mi vida. No podía creer que algo terminara, que algo tuviera un final o que algo pudiera transformarse de una forma muy radical.

Desde que comencé a viajar, fueron sucediendo otras cosas en mi vida que me fueron acercando de una forma natural a los finales. Mi vida de pronto la encontré siempre entre uno y otro lugar. Siempre extrañando algo, lugares y personas. Siempre una vida entre distancias.

Migrar para mi se ha vuelto la palabra semilla en mi vida, algo que tiene que ocurrir en mi vida para que funcione.

Después de la euforia de los primeros viajes, el movimiento me causaba mucha angustia, me generaba muchísima nostalgia, puedo decir que me dolía, dejar de estar en un lugar y de pronto estar en otro. Me costaba entender que la vida que conocía no pudiera viajar conmigo.

Ahora, ese movimiento se ha convertido en lo que me ha salvado la vida. Algo que cada día recuerdo y abrazo. Me acurruco en mis movimientos, pienso en los que vienen y siento que hay algo entre esos movimientos por el mundo que me sujetan con la vida. Como si pudiera seguir viviendo si me muevo.

Este año, al lado de Paco he terminado de decirle adiós a mi madre, no lo digo como un adiós de superación del duelo, lo digo como un adiós de aceptación. De aceptar su muerte y estar tranquila.

Y este año he tenido 5 mudanzas dentro de una isla tan pequeña como la vida, también he recorrido montañas y he tocado uno de los sueños más grandes de mi vida; caminar el sendero del pacifico. A finales de año, tuve que despedir -también- a mi padre. Agradecer el final de su sufrimiento y por fin honrar a la muerte.

Hoy no me puedo creer que viajé en este año tan intenso, que tuve fuerzas para hacer una mochila y recorrer otro lugares del mundo.

¿Lo ves? Moverme me salva.

Este año, puedo decir que conocí a la muerte al lado de mi perro, vivirla y también, -en el caso de mi padre- esperarla y agradecerle. Pude sentir como la muerte también puede ser hermosa, puede guardar a las personas de una forma totalmente cósmica.

Nunca pensé que el 2022 sería el año en el que la palabra Huérfana me nombrara.

Estar al lado de Paco, vivir las despedidas más fuertes de mi vida, ha sido uno de los regalos más hermosos que me ha dado la vida.

Caminar con él por las mañanas y vivir en un nuevo lugar al lado del mar con su compañía es, sin duda, la mejor sensación que alguien puede tener en la vida.

La compañía de un perro en los momentos más difíciles de mi vida, puedo decir que ha sido el gran “éxito” de mi vida. Contarle lo que duele perderlo todo y sentir el vacío. Contarle que la vida es tan corta y tan vulnerable. Contarle que todo es finito, efímero, y que el tiempo es el mayor de las mentiras. Contarle lo que duele existir, contarle lo que él significa dentro de todo este universo de la vida, de las cosas, dentro de este universo de la impermanencia.

En el libro una trenza de yerba sagrada de Robin Wall Kimmerer escribe esto:

“La tradición occidental reconoce una jerarquía para la criaturas, en la que, por supuesto, el ser humano está en la cima- la cúspide de la evolución, el niño mimado de la creación- y las especies vegetales en la base.

Sin embargo, en los saberes indígenas el ser humano es <<el hermano pequeño de la creación>>. La criatura que menos experiencia tiene en la vida, por tanto, que más debe aprender del resto de las especies, que son las maestras que nos guían. Estas transmiten sabiduría a través de la manera en la que viven. Enseñan con el ejemplo.

Llevan aquí mucho más tiempo que nosotros , y por tanto, han podido comprender más y mejor. “

Por eso creo mucho en la magia de la compañía de los perros y de tantas especies que nos rodean.

Agradezco mucho a este 2022 por ser un año lleno de muchos caminos, por permitirme recorrer más millas al lado de Paco, por mostrarme el lado hermoso de la muerte, por darme el silencio y el tiempo para llorar y escribir, por mostrarme la vida en otros mapas, por darme esa diversidad de calles, idiomas, lugares y vidas, por dejarme una vez más elegir el camino, porque dentro de todo aquello que pasa en el mundo día a día, yo pude poner mis pies en otros rincones del mundo al lado de 4 patas.

Te deseo un 2023 con un perro y una bicicleta para seguir recorriendo el mundo. Te deseo un camino valiente para este 2023 y que tu vida sea tranquila, que vaya despacio, que puedas estar contigo y que puedas reconocerte en otros lugares del mundo.

Te deseo viajes tranquilos y una forma distinta de sentir el mundo.

Por un año bonito y tranquilo. Para que respires y puedas abrir los ojos al maravilloso mundo que nos rodea.

K.

Karla y Paco

Soy Karla, la mamá de Paco (un pequeño chihuahua). Nací y crecí en Aguascalientes, México. Comunicóloga de profesión.

Escribo diarios desde muy pequeña, me gusta ayudar a mi memoria a no olvidar, siempre he pensado que recordar es importante aunque vivir el momento es esencial.

Llevo 8 años viajando con mi perrito Paco.

Estudié en España y México y he trabajado en distintos lugares del mundo.

Me gusta la escritura y todos los días intento practicarla. Amo esa sensación de vivir la vida para contarla y leerla para volver a vivirla.

Ahora escribo mi primer libro de viajes con Paco y uno de mis deseos más grandes en la vida es no perder nunca esa sensación de ir hacia nuevos caminos, directo a lo desconocido, sentirme vulnerable y sentirme viva.