Colaboraciones

Japón abre de nuevo sus fronteras al turismo

Por: @monytodoterreno

A partir del 11 de octubre Japón volvió a abrir sus fronteras al turismo, se requiere tramitar visa y un pre.registro para cruzar migración en el aeropuerto, con relación a las medidas de sanidad por Coronavirus, Japón sigue con medidas estrictas, por ahora al ingresar debes presentar certificado  válido de vacunación o presentar test con validez internacional negativo.

Las autoridades aeroportuarias realizan un “Fast Track” para agilizar el proceso de ingreso, consiste en realizar un registro previo a tu llegada al aeropuerto descargando la app “MySOS”en la cuál ingresas datos y certificados para ser validados por las autoridades antes de tu llegada. Para mayor información sobre las medidas que se deben tomar para ingresar a Japón visita: https://www.japan.travel/en/practical-coronavirus-information/government-measures/

El ingreso fue muy ágil y rápido, después de 14 horas de vuelo desde Viena a Tokio, comenzó la aventura en esa ciudad tan única.

Los primeros días fue un poco complicado salir a explorar porque estaba lloviendo bastante, esos ratos me dediqué a comer y probar ramen porque me encanta.

Antes del viaje había buscado varios lugares en dónde comer, pero no había encontrado información en internet acerca de la accesibilidad en silla de ruedas, fue así que al llegar a Tokio descubrí que los lugares para comer en su mayoría no cuentan con rampas y sobre todo son extremadamente estrechos por lo que batallé un poco para encontrar un buen lugar donde comer, la mayoría de veces opté comer en plazas comerciales como Tokyo Midtown que cuenta con restaurantes de varios países y tipos de comida, además de sanitarios accesibles.

Ahí probé en un restaurante chino unos deliciosos dumplings “Xiaolongbao” buenísimos, especialidad de Shanghái. 

Durante mi estancia me hospedé en Remm Roppongi, la habitación fue sorpresivamente accesible, sobre todo el baño, pues contaba con silla para bañarme, barras laterales, regadera y manejando con muy buena altura, estuve muy a gusto con la habitación, aunque considero que el espacio podría mejorar, pero fue posible y considerablemente grande para ser en Tokyo donde todo es pequeñito.

En un día que la lluvia cesó un poco, me dirigí a Shibuya para conocer el famoso cruce peatonal, comer ramen en “Ichiran”, la estatua de Hachiko y en general explorar, pues Shibuya es un imperdible de la ciudad. Para ir de Roppongi a Shibuya había visto en Google Maps que tomaba cerca de 30 minutos a pie/rodando, pero la lluvia no me lo iba a hacer fácil.

Así que me animé a probar el metro, quienes me han leído antes probar el transporte público durante mis viajes es una de mis actividades favoritas jaja, en 2016 no sabía a qué me iba a enfrentar pues en internet y videos no había encontrado información de si iba a poder transportarme en silla de ruedas.

Y adivinen qué, ¡adivinen qué! Fue 100% posible y accesible con el espacio designado para usuarios de silla, elevadores, además con guías podotáctiles en el suelo, letreros y botones en braille para personas ciegas.

Las estaciones y los vagones cuentan con wifi por lo que puedes ir checando tu ruta, lo que sí es que debes cuidar no hacer nada de ruido pues al viajar todos se mantienen en silencio y con audífonos, pues les resulta una falta de respeto tener llamadas y conversaciones en un espacio público cerrado, puedes recibir multas por ello además por no usar cubrebocas, en Japón aún en las calles al aire libre se debe usar cubrebocas todo el tiempo.

Fue de puro rodar, mi amiga andaba buscando unos globos que necesitaba pues su hobby es hacer decoraciones muy creativas con globos (síganla en instagram @clauwithballoons), andando de compras encontré un vestido que me encantó, en general me encanta como se visten en Japón, al probármelo tuve que cambiar la talla dos veces, usualmente en México soy talla M, L en Austria, pero terminé comprando XL en Tokyo, les comparto esto porque un aprendizaje reciente a mis 31 años, es que los cuerpos son tan diversos que las tallas no nos definen, si se siente cómodo y me gusta, es justo para mí.

Al salir de la tienda me encontré una mantis en la entrada, estaba a punto de ser aplastada por la puerta automática, le puse mi mano y se subió, subió subió hasta mi cabeza, la lleve a un árbol cercano, mi amiga se reía tanto de ver como la mantis estaba viajando sobre mi cabeza, fue una tarde muy bonita.

Más tarde teníamos hambre, Ichiran un restaurante que vi en videos y quería experimentar estaba nivel de sótano y no pudimos comer ahí, pero comimos en Ippudo Roppongi, tiene un escalón en la entrada, pero los meseros me ayudaron y una vez adentro hubo suficiente espacio para por fin comer un rico y tradicional ramen.

Tokyo es uno de esos lugares que a la hora de irme no me siento lista para dejar, fui muy feliz ahí. Cuando me subí en el avión de regreso no me imaginaba que las sorpresas de ese viaje aún no terminaban.

El vuelo de regreso fue con conexión en Zurich, en el transcurso después de unas 6 horas de camino desperté, abrí la ventana y no podía creer lo que mis ojos veían, enorme auroras boreales bailaban en la oscuridad de la noche, sin mis lentes por un momento pensé “qué nubes tan raras” me tomó unos segundos asimilar lo que veía, me dije a mi misma “no son nubes, ¡son auroras!”me puse los lentes para poder apreciar cada detalle, son indescriptiblemente bellas.

Unos minutos después comenzó a amanecer, vi en el mapa del avión y estábamos sobrevolando Groenlandia. Las fotos que aquí les comparto no le hacen justicia a tan bello momento, pero fue el highlight de ese viaje que me dejó en claro que el camino como el destino están llenos de sorpresas para disfrutar.