Tú x el Mundo

Constantin Noica 140

Por: Antonio Guevara

Es verdad que el tiempo vuela, como dicen algunos; cuando menos sientes, ya pasaron 3 años del inicio de una pandemia que parecía no tener fin, o aquella última vez que viajaste o que conociste a alguien muy especial que no has vuelto a ver porque vive del otro lado del mundo, o esa última vez que comiste un poco de Papanaşi… cualquiera de esas experiencias que recuerdas con mucho cariño, jamás se repite, es por ello que si tienes la oportunidad, aprovéchala.

Hace un tiempo redacté una pequeña historia o experiencia muy personal en este blog en la cual te conté cómo fue vivir un año fuera de casa como estudiante. Bueno, te quiero compartir otra pequeña experiencia que sucedió tiempo después, a solo unos meses luego de haber vuelto a casa.

En febrero 2020, partí hacia un país extenso, con mucha riqueza cultural y con bastante turismo ubicado en Europa Occidental: España. 

Me dirigía hacia la ciudad de Barcelona, una ciudad única en su tipo, pero esta vez no iba a quedarme 1 año entero, de hecho, solo iba un par de días; aunque no solo tomé las maletas, compré el vuelo y abordé el avión, la verdad, ojalá fuera así de sencillo. 

Meses antes, había planeado todo el itinerario, pero una de las razones que me hicieron decidir ir, fue que aquellos amigos de los que te conté y con quienes viví por casi un año, iban a reunirse en aquella ciudad tan colorida y radiante.

Cuando abordé el avión, me encontraba sumamente emocionado, ya que solo habían pasado 6 meses desde la última vez que ví a mis amigos, creyendo que no los volvería ver en mucho más tiempo.

Anteriormente ya había visitado Barcelona, pero esta vez sería mucho más especial; y debes saber que la ciudad me trae cierta nostalgia. No me sentía tan ajeno como en otros lugares que he conocido, bueno, para empezar compartimos el mismo idioma los españoles y mexicanos, pero más bien era la sensación de sentirse en casa, y estoy seguro que era por los elementos que encuentras en su arquitectura, al caminar por las avenidas, camellones o calles de Barcelona me dieron la sensación de estar en ciertos barrios de la Ciudad de México.

Cuando llegué, estaba muy cansado, así que decidí tomar una siesta a las 11 am en el hostal donde me iba a hospedar los siguientes 9 días. Después, me desperté y tomé un baño para dirigirme hacia la Sagrada Familia, un hito en esta ciudad, ya que ahí me encontraría con mis amigos que conocí en Bucarest. 

Iba muy emocionado, aunque no tenía internet en mi celular, así que debía encontraros entre tanta multitud, pero los reconocí de lejos, y cuando nos vimos, no pudimos evitar abrazarnos con fuerza, creo que era evidente nuestras expresiones de alegría y nostalgia en el rostro, pues éramos como 20 de nosotros los que volvimos solo para sentirnos en esa experiencia “Erasmus” de nuevo. 

Esa misma tarde, decidimos ir por algo de beber todos juntos en un restaurante muy cerca de la Sagrada Familia, aunque optamos por beber café o chocolate caliente algunos de nosotros, ya que el clima estaba fresco a pesar de estar en una zona de Europa no tan fría. 

Estuvimos riendo, poniéndonos al tanto de nuestras vidas y nuestros próximos planes a futuro. Después de ahí, seguimos caminando y cada quien volvió a su lugar de hospedaje, ya que queríamos descansar.

Al día siguiente, visitamos varios lugares turísticos de la ciudad como el barrio gótico y la Barceloneta, que se encuentra en la playa, en donde estuvimos un buen rato charlando y bebiendo algo; la verdad, en ese momento me sentía muy tranquilo, como si nada me estuviese preocupando o justamente, como si estuviese en Bucarest un sábado en aquella residencia esperando salir de fiesta en la noche.

Durante esos días, varios de mis amigos regresaron a sus respectivos países, pues ya tenían más compromisos que atender y a pesar de que solo los vi por uno o dos días, me dio mucha alegría volver a verlos.

La tarde del segundo o tercer día, fui a visitar a mi amigo de nacionalidad egipcia con el que viví un semestre y del que también te conté, ya que él estaba residiendo en Barcelona precisamente, así que lo sorprendí en su trabajo, y de igual manera, no sabes la felicidad que sentí al volver a verlo, pude notar que se encontraba muy contento en su nuevo hogar.

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Los días siguientes todos, o al menos los que aún estábamos en Barcelona, estuvimos paseando por la ciudad, sus parques, diferentes lugares con arquitectura colonial, gótica, moderna, contemporánea; y lo interesante es que a mí me pareció que esta ciudad tenía una buena planificación urbana, por lo que era relativamente sencillo para el peatón caminar y disfrutar del paisaje.

Algo importante que debes saber, es que la ciudad no es barata, ya que se encuentra como uno de los lugares más turísticos de Europa, por lo que te recomiendo que antes de visitar este lugar, sepas a donde o que quieres conocer. La verdad hay de todo, pero depende de tus intereses en donde quieres invertir; gastronomía, arquitectura, museos, fiesta, etc.

La verdad no tenía ganas de irme, había varios lugares que me recordaban a casa como la Rambla y Álvaro Obregón en CDMX, o aquellos balcones con marcos en las ventanas que en mi cabeza eran referentes al centro histórico de mi ciudad ó algunas fuentes o plazas con accesos muy parecidos a la Alameda Central de CDMX, en fin, yo intentaba entender la influencia española en mi nacionalidad y vaya que la encontré.

Se acercaba el fin de mi viaje, y la mayoría de mis amigos se habían marchado a sus hogares o a otros destinos, lo que me hacía sentir un poco triste, sin embargo, hice nuevos amigos en el hostal donde me hospedé, así como amigos de amigos españoles que viven en Catalunya.

Los últimos días, me quedé solamente con una amiga española y una amiga griega, con quienes tuve conversaciones muy interesantes de lo diferente y similar que es México y España.

El último día decidí salir a un bar yo solo, pues todos mis amigos ya se habían marchado de la ciudad. Me sorprendió muchísimo ver la diferencia de Barcelona de día y de noche, es como si fuese otro lugar muy diferente.

Finalmente, regresé a mi hostal como a las 7 am solamente para hacer el check-out, ya que mi vuelo partía a las 11 am a la Ciudad de México; me encontraba muy cansado, pero me tranquilizaba el hecho de que el vuelo a México era de 12hrs.

Esta vez, sí tenía la sensación de que no iba a volver en mucho tiempo, pues mi vida académica estaba teniendo un giro muy importante y personal, pero me dio muchísimo gusto volver a viajar, vivir una nueva experiencia y ver a mis amigos de nuevo, puedo decir que ahora sí se percibió como una despedida más real, ya que cada uno de nosotros iba hacia diferentes caminos, sin embargo, todos compartíamos algo, y era la experiencia de vivir juntos como jóvenes estudiantes que siempre se reunían todas las noches en una residencia ubicada en una calle llamada Constantin Noica número 140 en un país de Europa del Este, donde una gran amistad y familia se formó, tanto que se reunieron pocos meses después en otra ciudad al otro lado del viejo continente.

Actualmente ya casi no hablo con ellos, a veces veo parte de su vida por las redes sociales, sin embargo, me alegra ver que la mayoría sigue caminos diferentes y siempre enviando fotografías de aquellas ocasiones en donde dos o tres o cuatro de ellos se reencuentran en algún lugar del mundo para recordar los viejos tiempos y ponerse al tanto de todo.