Autor: Salvador Jiménez González
Quiero compartir con ustedes sobre una experiencia que fue un parte-aguas en mi vida. Hay un antes y un después a partir de esta maravillosa experiencia.
Siempre había tenido en la mira la idea de visitar el viejo continente. Europa, un continente lleno de historia y de maravillas culturales. Parecía un hecho lejano, pero siempre en la mira con la promesa de cumplirse. Yo no perdía la esperanza de algún día poder visitarla, y siempre ahorrando un poco para cuando se diera la oportunidad.
El deseo por ver grandes arquitecturas, construcciones emblemáticas como el Coliseo, la Torre Eiffel, la Basílica de San Pedro, el Big Ben era lo que mantenía vivo el deseo.
La oportunidad vendría con la idea de asistir a un evento histórico, la canonización de dos Papas: Juan XXIII y Juan Pablo II. La sola idea de asistir a tan especial acto me llenó de alegría y entusiasmo, fue ahí que tomé la decisión y comencé a planear todo para cumplir un sueño. Fueron días esperanzadores al investigar sobre qué lugares visitar, qué cosas prever.
Por fin llegó el 12 de Abril, fecha en que estaba reservado el vuelo de México a París. Desfile de aviones y aeropuertos conocí para llegar a mi ansiado destino, Guadalajara-México, México-Frankfurt las 13 horas de vuelo ni se sintieron. Frankfurt-París.
Aun recuerdo el momento de llegar a tierras Europeas, y la sensación de estar soñando, pero no era un sueño, era una realidad. Los días siguientes fueron muy especiales, cada uno a su manera. Conocer cosas tan diferentes y tan llenas de historia, muchas de ellas vistas durante mi paso por la educación básica.
París con su elegancia que la caracteriza presente con su “Dama de Hierro” la Torre Eiffel, tan maravillosa que me parece que no hay cámara suficiente para proyectar su belleza. Valió la pena hacer 2 horas de fila para poder subir hasta la parte más alta de la torre.
La Catedral de Notre Dame, que tantas veces vi en mi infancia en la película del Jorobado de NotreDame. Sus gárgolas góticas y los vitrales hacían de esta catedral una muy especial. El Museo de Louvre, hogar de objetos famosos como la Gioconda o Monalisa, la Venus del Milo, El Escribano, etc. El Arco del Triunfo también imponente y su flama eterna al soldado desconocido.
Llegó el turno de conocer Londres. ¡El mundo al revés! es como se conoce. Sus castillos llenos de historia, el Puente de la Torre, los palacios de Buckingham y Wedminster. No por nada es una de las ciudades más visitadas en el mundo. Me dio la impresión de que la cámara no podía captar la belleza del Big Ben de manera fidedigna, pues es un monumento imponente y sumamente bello. Tenía el deseo de jamás irme de ese lugar, ver cada detalle de la joya arquitectónica de Londres. Simplemente espectacular.
Sin duda lo mejor de todo fue llegar a Roma, ¡la Ciudad Eterna! con sus calles llenas de historia Roma es una ciudad donde conviven pasado, presente y futuro. El Coliseo Romano, legado de un imperio glorioso, me mostró una historia llena de gloria, sin duda una gran experiencia estar frente a esta gran construcción. El Vaticano centro del catolicismo, algo que nunca pensé conocer y que me llenó de mucha paz. Caminar por la Basílica de San Pedro es un sentimiento que no se puede explicar, simplemente magnífico.
Tuve la oportunidad de presenciar un evento histórico: La canonización de San Juan Pablo II y San Juan XXIII. El evento tuvo lugar el 27 de Abril de 2014 en la Plaza de San Pedro. Eran las 11 de la noche del sábado 26 y ya me encontraba al final de la Vía de la Conciliación junto a centenares de fieles con la misma intención: entrar a la Plaza de San Pedro. A las 12:30 pudimos entrar a la Vía de la Conciliación más por el cúmulo de personas no pude más que caminar unos cuantos metros, desistí de la idea de continuar puesto que frente a mí se encontraba una pantalla y estaba seguro de que donde estaba pasaría S.S. Francisco.
Desde ese momento la única idea de todos era presenciar ese momento inolvidable. El cansancio poco a poco se apoderaba al estar de pie hora tras hora, pero podía más la fe de todos. 8 horas pasaron antes de ver la luz del sol y nuestros ánimos seguían, ansiosos por el gran evento, y poco a poco la fe de la multitud iba creciendo, el ondear de las banderas, los cantos de los Polacos que nunca entendí pero que me llenaban de paz, la fe de tantas personas que sacrificaban todo por estar ahí. Comenzaban a encender las pantallas y a proyectar momentos de la vida de nuestros queridos Juan Pablo II y Juan II.
Llegó el momento de la ceremonia y la emoción de ver a nuestro Papa Emérito Benedicto XVI seguido del Papa Francisco. La ceremonia se realizó tal y como se encontraba en los libros que entregaron antes de iniciar la celebración escrito en latín. Aunque no entendía nada, por el idioma, no sé como pero el mensaje era recibido, un momento en el que la fatiga y el cansancio eran disipados por la fe y alegría que era percibida por todos los fieles. Ver las tomas aéreas del Vaticano y ver como millones de personas estaban en el mismo lugar que tú, con un mismo ideal y una misma intención: ser partícipes de tan memorable fecha.
Terminó la Eucaristía y el Papa se disponía en subir al papamóvil para saludar a todos los que nos encontrábamos en el Vaticano. Debo reconocer que fueron los minutos más largos que viví, el deseo de conocer a Francisco hizo de esos minutos una eternidad. Por fin se puso en marcha el automóvil, fue curioso como todos estábamos al pendiente de ese momento porque al darnos cuenta que iniciaba su trayectoria los gritos de júbilo se escucharon por todo el lugar, comenzaron las banderas a ondear y las caras se iluminaban de felicidad. Fueron escasos segundo los que tuve la oportunidad de ver a su Santidad y una extraña sensación de paz y alegría invadió mi ser. 13 horas estar de pie para tan sólo un instante; pero valieron la pena. Fue simplemente maravilloso, aún recuerdo ese momento y mi ser se llena de gozo al recordar tal sensación.
17 días pasaron en un abrir y cerrar de ojos, pero así son los sueños, suceden cuando menos te lo esperes. Hoy vuelvo a ver esos recuerdos grabados en las fotografías que quedan como testigo de este gran sueño hecho realidad. Al salir de Roma recuerdo haber dicho “Amenazo con volver” esa sensación de que estás dejando parte de tu ser en esas experiencias vividas y que sabes que jamás volverás te llenan de nostalgia, pero a la vez alegría porque tuviste la oportunidad de realizarlo. Sólo les puedo decir que los sueños se hacen realidad cuando uno trabaja arduo por conseguir lo que quiere y que no hay imposibles si tienes fe en que lo lograrás. Y no me cansaré de decirlo, no se necesita ser rico o millonario para poder realizar ese sueño, basta con que quieras y sacrifiques otras cosas y tarde o temprano lo logras.
Quiero terminar con una frase que me gusta mucho y que es un emblema en mi vida e cual trato de cumplirlo al pie de la letra “Si puedes soñarlo, puedes lograrlo”.