Por: Juan Martin Longo
Es imposible elegir la mejor atracción en Bariloche, Argentina. La ciudad es hermosa en todas las estaciones del año y cada época, potencia algunas actividades según los gustos del viajero. Este invierno, volvimos a visitarla y cumplimos un deseo que había quedado postergado en 2017: hacer una excursión lacustre.
Bien temprano, pedimos un remisse (o taxi) desde nuestro hotel ubicado en el centro hasta el Puerto Pañuelo (AR$900); ubicado frente al mítico Hotel Llao Llao. Una vez allí, abonamos las tasas de embarque y entrada al Parque Nacional y nos subimos al Catamarán Gran Victoria.
Durante la imponente navegación pudimos ver como gran cantidad de gaviotas se acercaron a la embarcación para comer cualquier cosa que los pasajeros les ofrezcan. Una oportunidad que muchos aprovechan para tomarse una fotografía (hay fotógrafos de la empresa que las toman con costo adicional, pero cualquiera puede hacerlo gratis). Durante la hora que dura el viaje, se puede observar el hermoso entorno natural del Nahuel Huapi, y también divisar el islote Centinela, donde descansan los restos de Francisco Pascasio Moreno, conocido como el padre de los Parques Nacionales de Argentina.
Al llegar a Puerto Blest, se puede recorrer la bahía bañada por las aguas del Lago Frías, que provienen del deshielo de uno de los glaciares del Cerro Tronador. Allí también está el Hotel Puerto Blest (hotelpuertobles.com.ar), recientemente restaurado, donde se puede pasar la noche si se desea.
De regreso, el catamarán hace una parada para un breve recorrido (cerca de 700 escalones) al interior de la selva Valdiviana. Es impresionante la vegetación del lugar, con árboles altísimos y de gran edad. Durante el recorrido observamos diferentes caídas de agua, que vienen del deshielo acumulado en el lago Los Cántaros, y que da el nombre a esta hermosa cascada.
Así se completa el recorrido de esta excursión que te conecta con la naturaleza y los paisajes más lindos de la Patagonia Argentina.