Cuando fui Tom Cruise

En mi visita al Tíbet conocí a un grupo de coreanos que viajaba de mochilazo. Dos de las chicas del grupo dormían en el mismo cuarto que yo, en el Hotel Yak. No recuerdo como inició la amistad, lo único de lo que tengo memoria es que, cuando menos me lo esperé, ya era gran amigo de un grupo de jóvenes coreanos con una vibra mega relajada. Con ellos fui a uno de los lugares más famosos de Lhasa, “Snowland”, el mejor lugar para probar la carne de Yak.

Era obvia la química que había entre los surcoreanos y yo; desde el primer minuto no dejamos de reírnos, a pesar de que sólo un par de ellos masticaba el inglés. Lo más importante siempre fue el lenguaje no verbal. El problema surgió al momento de dar a conocer nuestros nombres, con el mío no había bronca, pero los de ellos eran total y absolutamente impronunciables, trabalenguas verbales para el occidental que requerían de gimnasia lingual, de la cual yo no tenía la más mínima práctica. Esto es común en Asia, por lo que las personas suelen adoptar un nombre occidental como Lis o Jenny, pero mis amigos carecían de dicho nombre.  La solución: REBAUTIZARLOS.

Decidí rebautizarlos con nombre de figuras muy famosas del espectáculo, con las cuales tuvieran algún parecido ya sea físico o fonético con su nombre. Así que de repente allí estaba yo, probando la carne de Yak en el centro de la capital tibetana a lado de Wynona Rider, Angelina Jolie, Jane y Robin Williams, entre otros. Ellos me rebautizaron como Tom Cruise.

Pasamos varios días juntos y la verdad fue muy divertido, mis recuerdos del Tíbet están atados a mis amigos coreanos y pienso en ellos con mucho cariño. Nunca pude aprenderme sus nombres reales, ni los recuerdo en absoluto. Para mi siempre serán Wynona, Angelina, Jane y Robin, y yo siempre seré para ellos Tom.

Les dejo también un dibujo que me hizo con mucho cariño “Angelina”.