Por: Juan Luis Hernández
No recuerdo cuándo empecé a viajar, pero seguramente lo hice de la misma forma que ahora lo hago con mi hijo que está por nacer. Un año antes de que yo naciera, mi papás se mudaron a una ciudad cercana a mi natal Celaya, Guanajuato. Casi todos los fines de semana mis papás visitaban a mis abuelos, por lo que fui un feto viajero. Recuerdo que cuando tenía 5 o 6 años, mi tía y mi abuela materna me llevaban muy constantemente la ciudad de Acámbaro, Gto., a visitar a sus familiares, y era típico que cuando regresaba de ese viaje, empezaba un nuevo viaje con mis papás. Platicaba mi abuela que decidió casarse a los 15 años porque mi bisabuelo era “nómada”, llegaban a un lugar y al poco tiempo se iban a otro. Quizá esa sea la razón de por qué tengo un tío que conoce casi todo el mundo y varios de los sobrinos somos viajeros.
El momento que más disfruto es el inicio del viaje, esa sensación cuando el auto, autobús, avión, barco, etc., comienza a moverse sabiendo que me espera un nuevo destino, sea cual sea. Gracias a mi trabajo como profesor universitario práctico el turismo científico, es decir, aquel en que los investigadores asistimos a congresos a presentar los avances de nuestras investigaciones. Esto me ha llevado a conocer muchas ciudades de México, países como Francia, España, Italia, Polonia, Colombia y a recorrer buena parte de Estados Unidos, todos los viajes gracias a las conferencias que se organizan cada año en diferentes lugares.
He viajado solo muchas veces, pero afortunadamente tengo la oportunidad de viajar con mi esposa, que es una excelente planeadora de viajes y me ha acompañado en prácticamente todos mis viajes desde que nos conocemos.
La primera parte del título de este texto “el viaje más largo”, es porque justo ahora me encuentro en una universidad de Estados Unidos realizando una estancia de investigación que durará un año. La segunda parte es porque el día 24 de diciembre nació mi hijo el cual, siendo un feto, ya fue a Colombia, realizó el viaje redondo Ciudad Juárez-Celaya para visitar a sus abuelos y recorrió 3000 kilómetros en automóvil desde Ciudad Juárez hasta Blacksburg, Virginia para nacer aquí. ¿Cómo se llamará el bebe? Alan.
No puedo asegurar que mi hijo será un viajero, pero espero que si. Quiero que tenga la oportunidad de viajar mucho y que conozca muchos más lugares de los que yo he tenido la oportunidad de visitar. Los viajes forman parte de mi vida y de ellos he aprendido mucho. Cada viaje es diferente y cada nuevo viaje, no importa que se a un destino que ya conozca, me deja algo diferente.
4.5
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