Historias de terror viajeras

60 horas de angustia en el aeropuerto de Narita

¿Qué harían si estuvieran en otro país y perdieran su vuelo de regreso a casa y además solo tuvieran menos de 500 pesos?

La siguiente historia habla sobre una experiencia que vivió Christian en su reciente viaje a Japón.

Este viaje era el primero que hacía nuestro viajero a otro país, un destino que siempre soñó con visitar. Fueron dos semanas de mucho aprendizaje y buenas experiencias, todo estaba saliendo perfecto; hasta que llegó el último día de su travesía.

Se levantó muy temprano para terminar de empacar los últimos souvenirs que había comprado, todo iba bien, dieron las 10:30 de la mañana, dejó su hostal y tomó el metro rumbo al aeropuerto, su vuelo salía a las 2:25 de la tarde, así que iba con el tiempo justo para llegar, documentar e ir hacia la sala de espera.

Christian debía bajarse en la estación de la Terminal 1, sin embargo, se equivocó y se bajó una antes, en la Terminal 2 y 3, por lo que tuvo que esperar alrededor de 30 minutos al siguiente metro que lo llevaría a la terminal correcta.

Llegó el tren y se dirigió a la terminal aérea con muy poco tiempo, justo para documentar todo su equipaje. La persona del módulo donde dejó sus maletas le advirtió que faltaba muy poco para cerrar las puertas del avión y ella misma lo acompañó corriendo rumbo al control de seguridad.

Ya en el control de seguridad, Christian dejó sus cosas en la bandeja, y ¡oh problema! en su mochila llevaba unas botellas con sake, por lo que el guardia le dijo que no podía pasar con ellas.

Christian quedó desconcertado, porque su aerolínea le había dicho que podía abordar el avión con hasta 5 litros de líquidos, sin embargo no le especificaron que tenían que comprarse dentro del aeropuerto, en el área de Duty Free. Sin saber esto, el viajero trató de explicar que había empacado bien las botellas y que no había problema, sin embargo el guardia recibió un mensaje de su radio y le dijo a Christian que ya ni podía pasar a su avión, que éste ya había cerrado sus puertas.

Se llevaron a Christian hacia un cuarto y ahí le entregaron su equipaje que había documentado.

En ese momento, nuestro viajero no supo qué hacer, solo tenía 2,400 yenes, por lo que regresar a Tokio no era opción, pues no podía pagar un hospedaje. Se quedó en el aeropuerto y escribió a sus conocidos de México, pero por la zona horaria, tardarían en contestarle, ya que era de madrugada en su país.

Alrededor de las 7:00 pm recibió el primer mensaje de México, las primeras reacciones que recibió fueron: ¡No te creo! Se me hace que no estás contándome bien la historia. ¿Cómo te pasó eso? ¿Por qué no tomaste previsiones? ¿A poco no sabías que no podías pasar botellas?

Después de éstas reacciones, Christian comenzó a recibir un poco de ayuda de sus amigos mexicanos, le depositaron un poco de dinero para que pudiera comer.

Christian comenzó a pensar en varias opciones de qué podía hacer, por supuesto la opción de quedarse nunca la descartó y la veía muy fuerte. Tal vez podría hacer un voluntariado o trabajar en un hostal. Contactó a sus amigos de Narita y ellos también le ofrecieron ayuda diciéndole que podían darle asilo y hasta conseguirle trabajo.

Sin embargo, Christian sabía que tenía que regresar a México, pues tenía varios pendientes y su viaje solo era para dos semanas, para aplazarlo requería de mayor planeación.

Ahora, su problema más grande era que ya no tenía el dinero suficiente para regresar, los vuelos estaban al triple de lo que había comprado el suyo, redondo. Sus amigos comenzaron a ayudarle en la búsqueda de uno y también en prestarle dinero para poder comprar el boleto.

Después de casi 60 horas, y gracias a una amiga, Christian logró encontrar un muy buen descuento para regresar a casa. Sin dudarlo, compró el boleto, y esta vez se cercioró de guardar las botellas en su equipaje documentado y que todo estuviera en el lugar correcto.

Abordó el avión, suspiró y se despidió de Japón agradeciendo por todas las buenas experiencias y por ésta última, que le ayudó a formarse como viajero y persona. A partir de entonces, se prometió tener más cuidado y ser más precavido con el tiempo y las medidas de seguridad de los aeropuertos y aerolíneas.