Por: Judith (@judithgnoe)
Me llamo Judith, tengo 23 años y os diré que para aquellos que nos gusta viajar cualquier motivo nos es válido para escaparnos unos días, unas semanas o hasta unos meses de casa. Si unos amigos me proponen pasar unos días en Italia, acepto sin pensarlo. Si mis padres quieren organizar una escapada familiar, no tardo ni medio segundo en prepararla. Si mi grupo o cantante favorito da un concierto en una ciudad que todavía no he visitado compro las entradas y los billetes de tren o de avión. Y si no se me ocurre nada que me lleve a un nuevo destino, lo invento.
El año pasado, cuando estaba a punto de terminar el penúltimo año de mi carrera universitaria, decidí que quería mejorar mi inglés. Llevaba años pagando una academia y había conseguido sacarme un título, pero sentía que mi inglés hablado no era lo suficientemente bueno. Mi madre me dijo que lo mejor que podía hacer para mejorarlo era hablar con ingleses nativos, así que se me ocurrió la magnífica idea de irme de Au Pair a Inglaterra, en verano. Y sí, digo magnífica idea porque aunque desde los medios de comunicación intenten hacer ver que las Au Pairs son esclavas de familias que abusan de ellas, hay familias maravillosas, como la mía, que desde el primer momento te hacen sentir parte de ella y te tratan como si fueses un hijo o un hermano más.
Si os soy sincera, creo que lo que menos aprendí en esos tres meses que duró mi magnífica idea fue inglés. Tenía muchísimo tiempo libre, así que visité mil y un lugares diferentes. Exploré Bracknell, el pueblecito lleno de parques y bosques en el que vivía y en el que se decoran las paredes con murales. Descubrí que hay pueblos como Henley o Marlow on Thames en los que el río Támesis hace de carretera y los barquitos y barcas son los medios de transporte que se guardan en los garajes. Conocí Reading y Camberly, ideales para salir de compras. Visité Windsor, Guilford y sus castillos. Y Ascot, que es súper famoso por sus carreras de caballos. Estuve en Oxford y paseé por uno de sus tan famosos College… ¡Qué diferente a las universidades de Barcelona! Viajé hasta Portsmouth y toqué el agua del Atlántico.
Por supuesto, también disfruté de Londres muchos fines de semana. Porque, ¿sabéis? Londres tiene muchas más cosas que el London Eye o el Big Ben. Londres es movimiento, gente y choque de nacionalidades. Londres son parques inmensos, ardillas y picnics. Street Dancers, magos, humoristas y mucho arte callejero. Londres son sus tiendas, sus pubs y sus calles. El centro y los barrios menos conocidos y más alejados. Londres son mercadillos que se remontan a muchos años atrás en la historia. Tenderetes de comida de todas partes del mundo. Paseos en la planta de arriba de un autobús al que te has subido sin saber a dónde te lleva, ¿qué importa?
Londres es descubrir como también lo es viajar. Porque cuando viajas tienes que abrir tu mente y dejar atrás los prejuicios. Debes olvidarte de todo, centrarte solamente en conocer cosas nuevas e impregnarte de la cultura del país en el que estás. Solo así podrás crecer como persona y entender el mundo. Viajar es conocer los sabores de ese país. Del fish and chips, pero también del shepherd’s pie y del bangers and mash. Viajar es tomarte un café a las 5 de la tarde porque a las 7 cierran todas las cafeterías. O salir de fiesta a las 8 porque en ese país las discotecas cierran cuando entra la madrugada. Viajar es sentir la moqueta bajo tus pies al caminar descalzo por casa. Hacer amigos nuevos, de muchos países, y que te cuenten sus historias. Saber escuchar, comprender y aprender con ello.
Viajar es conocer el clima de ese lugar. Cambiar la playa por la bufanda y el sol por la lluvia y el paraguas. Viajar es ver los canales de televisión de ese país. Comer con sus horarios y enfadarte si a las cinco de la mañana, como no hay persianas, te despiertan los primeros rayos de sol porque allí se hace de día mucho antes que en España. Viajar es visitar los lugares menos conocidos y los pueblos perdidos. Montarse en taxis, trenes, coches y autobuses. Viajar es volverse independiente y responsable pero sin dejar de hacer locuras, como pasar una noche en vela caminando por Londres y dormir una siesta por la mañana en Hyde Park. Viajar es vivir al máximo con los cinco sentidos. Es observar, escuchar, probar, oler y tocar. Viajar es, como os decía, descubrir y aprender para poder contar. Yo os cuento mis viajes en http://viajandoconjud.wordpress.com y os invito a que me acompañéis y descubráis lugares conmigo. Os invito a que no hagáis turismo, a que viajéis y además, si os apetece, deis una vuelta por Europa Viajando con Jud.
4