Por: @monytodoterreno
En esta colaboración quiero compartirles que cambié mi silla de ruedas. Hace tiempo publiqué en mi instagram lo feliz que estaba con la silla nueva, pero no había hablado del recuento de las experiencias con la silla anterior, con la cual recorrí numerosos países.
En la vida diaria los usuarios de una silla nos encontramos con barreras físicas como banquetas, escaleras, puertas angostas y una muy muy importante, baños no accesibles, imagínate ir a un restaurante con tus amigos y darte cuenta que no puedes entrar por tu cuenta porque hay escaleras y al entrar con ayuda ahora no puedes entrar al baño porque no cabes, lo anterior es un ejemplo en un restaurante, pero nos ocurre en el transporte público, en las escuelas, en el trabajo (si la empresa no es accesible mejor no te contratan para evitarse el tener que hacer modificaciones físicas y de procesos).
Yo a veces me percibía como una carga, como si mi silla estorbara. Con los viajes aprendí a viajar ligero desde mi interior, porque mi silla de ruedas no es una carga extra (y de hecho literalmente no lo es porque en los aviones no se contempla como peso extra, ni como equipaje) es un elemento que necesito, podríamos decir que es parte de mí, por lo que no tengo porqué justificar su uso.
Cambié de silla ya que la anterior estaba muy viejita, acudí al médico por un dolor intenso de meses y la especialista me dijo que la silla ya no me brindaba el soporte que necesito, me preguntó cuánto tiempo llevaba con ella, volteé a ver la almohada rota mientras trataba de hacer cuentas y eran aproximadamente 10 años.
Después de esa cita comencé a pensar en las innumerables aventuras que pasé con ella, como la vez que me puse borracha en Praga y me caí, como es una ciudad muy vieja sus calles son empedradas.
O como cuando la encargué en una tienda de souvenirs con una señora desconocida para subir con mis manos los 200 escalones para ver el Gran Buda de cerca en Hong Kong.
Cuando en Rusia no podía cruzar una avenida porque las banquetas eran enormes y dos chicos me preguntaron en ruso si me ayudaban (esto lo deduzco porque yo no hablo ruso) y entre los dos me cargaron para bajar el puente, cruzar y subir, al final uno de ellos me dio un beso en el cachete y yo no sabía si agradecer o salir rodando a toda velocidad.
Cuando perdí mis guantes en invierno y mis manos se estaban congelando con la nieve y una de mis amigas me dio sus calcetines para usarlos como guantes.
Cuando unos niños asiáticos me rogaron dejarlos empujar mi silla hasta el elevador.
Se me han ponchado las llantas, he soñado que me roban la silla en el metro. He visto paisajes inimaginables y al recordar todo ello me doy cuenta que no se necesitan dos pies para caminar, sino ver a las personas por lo que son “personas” sin importar su condición para forjar un mundo más inclusivo.
Les deseo que el siguiente año esté lleno de salud y lleno de aventuras, les estaré compartiendo más anécdotas de a dónde me lleve la silla nueva.
@monytodoterrenoMi compañera todo terreno ♿️♬ swing lynn – lovdfilmz