Por: Ariel Iván Yáñez
La familia en la que nací siempre fue muy unida, todo desde el núcleo de una abuela muy amorosa que lloraba y nos reñía cuando en la familia surgían problemas; ella murió hace unos años. Desde entonces mi familia se separó, no por indiferencias sino por las oportunidades que te da la vida, mi hermana mayor vive en Ixtapa Zihuatanejo, mi mamá vive en la casa de la abuela, en el Estado de México, mi hermana menor y yo vivimos en la Ciudad de México y mi padre lleva una vida entre el tráfico de la casa en donde estamos mi hermana y yo y la casa en donde vive mi madre.
Nuestras últimas vacaciones juntos fueron hace más de 10 años, a Acapulco, pocos pero muy bellos recuerdos aún guardo de ese viaje. A principios de 2016 mi hermana mayor llamada Ana vio un vuelo a París a muy bajo costo, una oportunidad que difícilmente se repetiría, llamó a mi papá por teléfono y entre el miedo y la indecisión los boletos dejaron de estar en oferta; mi papá siempre había soñado con viajar a Europa. Dos días después arrepentidos de no haber aprovechado la oportunidad nos encontramos con un vuelo muy barato a Italia, sin pensarlo mi papá compró los boletos para mi hermana mayor, mi madre, para él y para mí; mi hermana menor se quedó fuera del viaje por motivos de su trabajo, pero en su lugar mi novia se unió al viaje, la espera era larga ya que faltaban 7 interminables meses.
A 40 días del viaje mi hermana menor perdió su empleo, así que decidió unirse al viaje, por fin después de más de 10 años mi familia volvería a tener unas vacaciones juntas.
Nuestra estancia en Italia fue de 8 días, viajamos a Venecia y conocimos la belleza de sus canales y rompimos el mito del mal olor que surge de ellos, conocimos la hermosa isla de Burano y sus casas de colores, la Plaza de San Marcos y El Ponte Rialto. Nuestro segundo destino fue Florencia, la cuna del renacimiento, los participantes de este viaje se enamoraron de la belleza de sus calles y la magnitud de Santa María del Fiore y del Ponte Vecchio. Visitamos la Galleria dell´Accademia y por primera vez en mi vida me quedé sin aliento al ver al majestuoso David de Miguel Ángel, la figura de 5 metros de altura que se muestra imponente con la luz del domo que lo ilumina. Desde Florencia viajamos a Pisa y nos tomamos la clásica foto deteniendo la torre, el viaje a Pisa dejó un celular perdido (de mi novia) y otro roto (de mi hermana menor); seguimos nuestro viaje a Cinque Terre, específicamente a Manarola en donde pude nadar en las refrescantes aguas del Mar de Liguria.
Regresamos a Florencia para viajar a Roma, la cuna de la cultura occidental, quedamos exhaustos al recorrer el Foro Romano y el Coliseo, lugar de batallas, muerte, sangre, pero sobre todo de historia; un monumento al poder del imperio romano y de lo que era capaz de crear. Nos enamoramos de las fuentes de Bernini, del gelato, del Pantheon, de la pasta y el vino. Visitamos otro país; el más pequeño de todo el mundo, aquel que ha marcado a occidente tanto como el imperio romano, El Vaticano.
Descubrimos la compleja mente de Miguel Ángel, recorrimos los museos vaticanos, quedando impresionados con cada sala que visitábamos, la Capilla Sixtina, un resumen del Génesis y del Juicio Universal. La Basílica de San Pedro, el éxtasis del catolicismo, lugar que te deja asombrado, que revuelve tus sentimientos y te hace sentir la belleza del ser humano. La plaza de San Pedro, diseñada por Bernini, que te hace darte cuenta del poder que tiene la iglesia en el mundo, sus pilares inmensos y el obelisco que se encuentra en el centro, de dimensiones tan grandes que las fotografías no hacen justicia, tienes que verlos para darte cuenta de su verdadero tamaño.
El viaje había terminado y me di cuenta que estaba enamorado de Roma, me había enamorado de Italia, de su historia y de la influencia que tuvo en la historia de la humanidad, de todo eso que el choque de dos culturas, a través de muchos siglos, formó nuestra moral y pensamiento occidental. Han sido los días más felices que he tenido en mi vida, en compañía de las personas que más amo; nos cansamos, nos reímos, nos enojamos; volvimos a estar juntos.
4.5