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Un ladrón en el aire

Volaba por Aeroméxico directo de Barcelona a La Ciudad de México. El vuelo iba lleno y todo transcurría con absoluta normalidad.

Volaba por Aeroméxico directo de Barcelona a La Ciudad de México. El vuelo iba lleno y todo transcurría con absoluta normalidad. Durante los vuelos largos y debido a que rara vez logro conciliar el sueño por más de cuatro horas, suelo pararme a caminar por los pasillos para mover un poco las piernas y además visitar el área de las sobrecargos en busca del alguna galleta o vaso de agua. Aprovecho para ir al baño, relajarme y hacer algunos ridículos ejercicios de estiramiento.

En este vuelo y mientras hacia mi ridícula rutina junto a los baños. Crucé palabra con un pasajero español de figura espigada y nariz prominente. Alto, de unos 48 años y con un acento que no ayudaba a indentificar de qué región de España era. Sin siquiera un contacto visual comenzó a platicarme. Me dijo que tenía que pasar mucho rato parado pues había sufrido una caída recientemente y su pierna no estaba en las mejores condiciones. Con sonidos guturales que interpreté como quejas se arremangó el pantalón para mostrarme unos asquerosos raspones en su espinilla y rodilla mientras mi sincera cara demostraba mi repulsión y agradecimiento por haberme mostrado sus heridas horas después de la comida.

Aeromexico-Dreamliner

Fuente: bazan.mx

Me pareció un tipo raro, de esos que te hablan con tanta confianza que acaban por inspirar lo contrario. Su acompañante, una mujer de aspecto descuidado, era tan quejumbrosa como él aunque con habilidades sociales menos desarrolladas. Estaban sentados dos filas detrás de mi y con su actitud se encargaron de no pasar inadvertidos por quienes los rodeábamos.

Llegamos a la recta final del vuelo, donde hay que prepararse para aterrizar y guardar la mesa de servicio y todas esas cosas. Mi asiento era una salida de emergencia para poder estirar las piernas a mis anchas y donde las sobrecargos se sientan enfrente de los pasajeros a la hora del despegue y aterrizaje. Observé que la sobrecargo hablaba de forma discreta por el telefono de comunicación interna que tiene la tripulación. Una vez colgado el teléfono. Nos miró y nos dijo a quienes tenía enfrente. Cuando aterricemos no se levanten de su asiento por favor.

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Fuente: notquitesusie.com

Que no me levante de mi asiento? Ok. Lo entiendo. Pero porqué?. Con un tono más de chisme que de alarma me dijo – Va a entrar la policía. Ha habido un robo? – Terminadas sus palabras y como remate dramático digno de melodrama barato aterrizamos de golpe en el aeropuerto internacional de la Ciudad de México.

La voz del capitán se escuchó por los altavoces – Damas y Caballeros bienvenidos a la Ciudad de México. Les pido que no desabrochen sus cinturones ni se levanten de su asiento aún llegados a la puerta de desembarque. Tenemos una situación especial-. El nerviosismo invadió el poco aire dentro de la cabina del avión como sólo puede hacerlo la incertidumbre que provoca una “situación especial”.

Todos obedecimos y tan pronto llegamos a la puerta varios agentes federales entraron al avión armados incrementando la tensión dentro del pájaro de metal como si de una situación terrorista se tratara. Uno de los pasajeros, mexicano y de unos 26 años se unió a los policias y se acercaron a la zona donde estaba yo tensamente sentado.

 La autoridad le pidió amablemente a aquel tipo raro español y a su relajada dama que los acompañara. Con los mismos sonidos guturales con que me enseñó sus heridas se pararon de sus asientos y ambos salieron del avión escoltados cual criminales.

Nadie sabía a ciencia cierta que pasaba ni que tan grave era la situación.

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Fuente: vuelosbaratosbaratos.com

Comenzamos a bajar del avión y a mi paso crucé la mirada con el chavo mexicano que acompañó a los policias. No sé de que tengo cara pero la gente siempre me cuenta cosas sin siquiera conocerme y este fue uno de esos casos. El chavo de la nada me dijo -Me robaron, ese wey tomó mi chamarra de los compartimientos superiores mientras estaba dormido y se la llevó al baño. Sacó mi cartera, tiró mis tarjetas de crédito al bote de basura y se guardó los 800 euros que llevaba. Si no es porque vi las tarjetas en el bote del baño no me habría dado cuenta.-

Al final todo hizo sentido. Ese tipo raro de rodilla raspada se había pasado de listo con una técnica que ni siquiera se me había cruzado por la mente. ¿Cuántas veces no dejamos dinero o cosas de valor en los compartimientos de arriba de los aviones y nos dormimos? Pero si es lo más natural para hacer! En este mundo somos más los honrados. Pero desde esa ocasión mi cartera, mi cel y mi pasaporte van conmigo todo el tiempo.

Nunca supe si el tipo fue a la cárcel o cual habrá sido su destino, pero ese día presencié un robo a tres mil metros de altura y se hizo justicia.

Les ha pasado algo curioso en algún vuelo?.

Alan Estrada

2 Comentarios

  • jajajajajajajajajajaja, indiscutiblemente he tenido experiencias curiosas en algunos vuelos, desde el compartir fila con dos personas haciedno oración durante todo el vuelo (con manos alsadas e inclinación de cabeza), hasta lidear con un niño en un vuelo de las Vegas a Gdl, el cual no solo me pateo en repetidas ocasiones, también antes de dormir se vomito en pleno vuelo, fue muy chistoso ver a la aeromosa gastando su fragancia victoria secret por todo el avión, jajajajajajajajaja

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