Por: Alejandro Misael Robles Obregon
Qué tal viajeros
Les vengo a contar mi historia de cuando subí al mirador de las Torres del Paine en Chile.
Como todo buen aventurero, navegando y cazando los precios bajos, conseguí un vuelo super barato de Monterrey, Nuevo León, de donde es su servidor, hasta Santiago Chile.
Primera vez en este país y la verdad sí estaba muy emocionado por conocer Santiago y otros lugares a sus alrededores; cabe mencionar que compré el vuelo casi con un año de anticipación.
Llegando la fecha (Noviembre), Chile ya estaba con protestas sobre sueldos, pensiones y derechos de los trabajadores, había manifestaciones grandes en Santiago y con esto pensé en cancelar mi viaje, empecé a buscar conocidos o contactos en Chile y me comentaron que sí estaba pesada la situación pero que los aeropuertos estaban funcionando y lo que me recomendaban era ir a los pueblos del sur del mismo país.
No dudé en buscar y encontré Punta Arenas y Puerto Natales en el mapa, lugares que se veían muy interesantes desde el internet y sin pensar compré la conexión de Santiago a Punta Arenas.
Al llegar a Punta Arenas conecté rápidamente mediante autobús a Puerto Natales donde ya tenía reservado mi cuarto. Al ir alrededor de 2 a 3 horas en autobús a Puerto Natales me tocó compartir asiento con Mónica, una excelente persona que también llegó de mochilazo pero ella desde Alemania, para mi suerte era maestra de español por lo tanto no batallé nada en platicar con ella todo el trayecto.
Sorpresa me esperaba en esa plática con Monica, ¿Qué vas hacer aqui Alejandro?, (Pregunta Monica), ¿visitarás Torres del Paine? ¿Irás a Perito Moreno? ¿Visitarás algún glaciar de Chile?
Les juro que solo había visto esos lugares mencionados en fotos de mis calendarios de la oficina y no podía creer que estaba a nada de llegar a ellos, pa luego es tarde como decimos aquí; llegando a Puerto Natales fui directo a la casilla de información de la central de autobuses donde me dieron toda la información; donde tenía que comprar mis pasajes, entrada y hospedaje para llegar a estos lugares; no lo pensé ni dos veces y compré mi boleto para ir a Torres del Paine.
Solo pasé un día conociendo Puerto Natales (excelente lugar, excelentes personas), ya que al segundo día a las 7am abordaría mi autobús para ir al campamento de las Torres.
Otras horas más en autobús, paisajes sorprendentes que la verdad nunca olvidaré y nunca me imaginé ver; al llegar a la Base de las Torres nos recibieron las personas y revisaron tickets y permisos (todo se paga y pide antes de llegar), en ese momento 10 am te dicen, ¿subirá hoy o mañana a primera hora? y repetí de nuevo, pa luego, es tarde.
Dejé mis cosas en mi campamento que reservé (hay área de camping, cuartos compartidos y hoteles) y me dispuse a subir ese trayecto que cambió mi vida totalmente.
Subía a buen paso, con poca experiencia ya que solo había subido el Cerro de la Silla y Chipinque en Monterrey, que no se compara al reto que generan las Torres; había leído reseñas de lo que es subir las Torres del Paine para nada como hacerlo, fue un reto demasiado grande como físico y mentalmente, alrededor del kilómetro 8 una de mis piernas me generó un gran dolor, cansancio muscular, ya que no estaba listo o acostumbrado a subir montañas con tanta exigencia (uno como novato), tuve que sentarme alrededor de unos 20 min y ver gente pasar a mi lado, todos diciendome que le echara ganas, ya estaba por llegar.
Sentado en una piedra en camino a las Torres con pensamientos de que no lo iba a lograr, pausé mi mente y miré hacia el frente, una cascada se veía a lo lejos, sigo la corriente y de donde viene tal cascada y se ve a lo lejos una escultura de hielo enorme de la montaña (cosa grandiosa e inexplicable), pensé ya estoy aquí y no sé si regresaré alguna vez en mi vida, SÍ PUEDO HACERLO, me paré me hidraté y seguí a paso lento pero seguro pero no sabía lo que me esperaba, camino de 2 kilómetros de pura piedra que se deslava, pero en mi mente ya estaba el sí puedo y sí llegaré, no frené mi paso lento y repito, pero seguro jajaja.
Al llegar a la cima veo gente felicitándome (gente que me vio sentado) y me dicen ¡ya estas! ¡ya llegaste!
Doy vuelta a una gran piedra y enfrente de mi Las Torres del Paine, tres grandes picos, un hermoso lago y mucha gente admirando esa bella vista, me senté, tomé mi agua, saqué mi lonche, admiré la vista, los fuertes vientos y ese peculiar color de agua del lago de fondo.
Mi viaje fue sorprendente, maravilloso, exigente, reto personal y obvio hay todo una historia de la bajada pero esa será para otro momento, solo les puedo decir que llegué sin saber a la Torres del Paine.