Por: Vladimir Ochoa Nuñez
Mi nombre es Vladimir Ochoa Nuñez, soy de La Barca, Jalisco, y les quiero contar mi historia de viaje, ya que creo que fue bastante peculiar y también creo que es algo que nos pasa a las personas que hemos viajado a lugares remotos, donde el cambio de horario es algo importante a tomar en cuenta.
Todo comenzó en el mes de mayo de 2016, al buscar boletos de avión para Chicago, quería viajar allá para visitar a unos amigos que había hecho mientras residía en esta ciudad. Los vuelos para Chicago estaban demasiado caros, nunca había pagado ni la mitad de lo que costaban. De repente y sin pensarlo puse de destino Madrid, cuál fue mi sorpresa que el precio ¡era similar a que si hubiera elegido los de Chicago!
Después de meditarlo un rato y platicarlo con mi novia, decidí comprarlos para viajar el 19 de octubre, aún sin tener nada más, como el hospedaje, lugares que visitar, un presupuesto de los gastos (comida, recuerdos, paseos, transporte, etc); simplemente los compré y aquí fue donde comenzó la travesía.
Bien, ahora tocaba hacer el tour, ciudades que quería visitar, hospedajes, transporte y todo los demás gastos; recuerdo haber visto muchas opciones y lo que más se ajustó a mi presupuesto fue Airbnb, algo que no fue del todo una gran idea. Elegí como destinos Madrid 3 días, Barcelona 4 días, París 1 día y regresar a Madrid otros 2 días, algo en lo que también me vi muy novato, ya que no fue un itinerario muy acertado, todo el tiempo estuve a las carreras.
Ya estaban las ciudades que visitar, ahora tocaba el transporte, las únicas dos opciones que vi fueron tren y avión, elegí esta última y tampoco creo que haya sido una gran idea, los vuelos de bajo costo son muy incómodos y solo te dejan llevar maleta de mano, a menos que quieras pagar un extra que es donde sale caro.
Ahora sí, ya tenía todo planeado, mi presupuesto y todo lo que necesitaba para mi ansiado viaje. Todo ese tiempo de espera fue lleno de diferentes tipos de sentimientos y emociones, nervios, ansiedad, alegría, incertidumbre, etc, al grado que me dio una bellísima colitis jeje.
Llegó el día tan esperado. Estaba muy entusiasmado de irme, repasé todo una y una otra vez para que nada se me olvidara, llegué al aeropuerto con mucho tiempo de anticipación para lo que pudiera ocurrir. Fueron muchas horas de vuelo que ni sentí, era más mi emoción que cualquier otra cosa, a pesar de haber hecho escala en Atlanta.
Mi llegada fue algo especial, algo que nunca antes había sentido, a pesar del cansancio, las muchas horas de vuelo y de no dormir, estaba con ansias de recorrer las calles; llegué al departamento donde me hospedaría y rápidamente salir a recorrer las calles de Madrid, ahí es cuando entiendes porque todo mundo dice que si no viajas simplemente no vives, todo era espectacular, diferente, algo que pocas veces experimentas.
Una vez que recorrí lo mas que pude Madrid, ese día, decidí regresar al departamento y recostarme, estaba platicando con mi novia por Whatsapp y de repente comencé a sentir una presión fuerte en el pecho, una desesperación que nunca había sentido, al grado de darme un ataque de pánico y no saber qué hacer más que pensar en que me podía pasar algo y estar lejos de las personas que conoces y al otro lado del mundo. Pero bien dicen que Dios te pone ángeles en el camino (aunque no soy el más creyente del mundo); en el momento que peor me sentía, tocaron la puerta y salí a abrir y era una persona que buscaba a la persona que me rentó el departamento, le dije que no se encontraba y justo cuando se iba le dije que si me podía ayudar ya que me sentía muy mal, y él sin dudarlo me dijo que sí, que cómo me sentía, qué me pasaba, etc.
Y ahí fue donde conocí a un gran amigo, Miguel Ángel, me llevó al hospital, todo el tiempo estuvo conmigo sin inmutarse o algo, al contrario, me daba ánimos; en el hospital me dijeron que era por el cambio de horario o “jet lag” y rápido se me pasó.
Desde ese momento y hasta el final, este viaje se convirtió en el mejor de mi vida, ese choque cultural, aún siendo ciudades de un mismo país como Madrid y Barcelona, que ambas son bellas pero diferentes. París fue un punto y aparte, algo increíble, algo que solo los que han estado ahí saben de lo que hablo, lo mejor de este viaje. Ahora que sé que pasé por todo esto, aún así, lo hubiera hecho.
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