Por: Verónica Marmolejo
Guanajuato, México.
@tipsdeviajero
Corría el año de 1993 y ya la espinita de la vagancia vivía en mí, en esas épocas no era del todo común que una joven de ciudad pequeña (por no decir pueblo) viajara sola al extranjero, pero desde entonces yo ya pintaba para rebelde y lo que menos hacía era guiarme por los estándares, así que hice planes para visitar Europa por primera vez en mi vida y mi destino era Gran Bretaña. Cabe resaltar que era mi primer viaje al extranjero y sola, pues jamás antes había salido de mi país ni acompañada.
El vuelo más barabara que encontré era así: Ciudad de México-Nueva York por Mexicana, y Nueva York-Reikiavik-Londres por Icelandair, el regreso era igual y tenía la ventaja de poderme quedar en las escalas por algunos días, así que elegí estar 3 días en Reikiavik de ida y 3 días en NYC de regreso.
Llegó el día del viaje, volé a Nueva york, esperé ahí unas horas y luego viajé directo a la capital de Islandia, por cierto que me enteré de la existencia de ese país cuando me mencionaron la escala, antes de eso yo pensaba que más al norte de EUA sólo estaba Groenlandia. Qué quieren qué haga, eran tiempos en que no había Google Maps, bueno… no había ni internet.
Lo bueno de la aventura empezó cuando aterrizamos en Reikiavik: era poco después del medio día, bajé del avión y me encontré con un aeropuerto pequeño, un pasillo largo y alfombrado, un área con un mostrador a mi izquierda, la puerta de salida al frente, una tienda a cada lado y al fondo, la cafetería. Pronto algunos fueron hacia las tiendas y otros de plano se formaron para salir.
Yo, despistada y con ganas de ver todo, fui a las tiendas, al baño, luego a la cafetería, compré un café y me senté justo frente a un enorme ventanal desde donde era impresionante el panorama, desierto, frío con un sol brillante y un monumento con grandes peces. Disfrutaba tranquilamente de mi café, dando la espalda al mostrador, tiendas y puerta de salida. Unos minutos después, veo que un camión pasa por la carretera frente al aeropuerto y se aleja en la nada. Entonces, me levanto, volteo y nadie a mi alrededor: en la cafetería (que sólo era una barra) todo apagado, las tiendas cerradas y obscuras, el mostrador solo, la puerta cerrada y… dónde se habían ido todos, yo estaba solita, absolutamente nadie en todo el méndigo aeropuerto. Me asomo por los ventanales y las pistas desiertas. Ahí comenzó mi angustia, pensé que algo malo ocurría y no me había enterado por no conocer el idioma; sinceramente, ahora me da risa por lo wey que fui al campechanearme primero con boberías en lugar de salir, pero en aquellos momentos sí me puse a chillar, me entró la nostalgia y pensaba: “pero quién chigaos me manda andar acá, tan lejos de mi casa, de mi mami, de…”.
Total que nada extraño pasó, solo que estuve más de tres horas sola y sin nada qué hacer en el aeropuerto de Reikiavik, y hasta una pestañita me eché en las incomodas pocas sillas que había.
De pronto, escucho un avión que se acercaba, se encienden las luces de las tiendas, salen mujeres de atrás y abren las puertas, luego un joven al mostrador, una chica en la cafetería y un hombre abre la puerta de salida al mundo y… ¿quién creen que fue la primera en salir del aeropuerto rumbo al centro de la ciudad?.
Hola Vero…
Uyyy tremendo susto!!!! Lo bueno que fue solamente eso, un suto y nada más… valgáme, qué cosa, y es qué sí lo último que esperarías es semejante cosa; igual yo no hubiera parado en llanto (y jura que hasta gritos) hasta no encontratme con otro mortal en el sitio, que horror!!!!! Sólo una duda, qué edad tenías cuando el suceso??? (que espero que no se vuelva a dar).
Wow! jajaaj me sonó a un pueblo desertico donde matan a todos y queda fantasmagorico, vaya que los islandeses ahorran luz, trabajo y tiempo solo al ir cuando llega gente a su aeropuerto, creo q nos dejaste con ganas de contarnos que mas paso en tu viaje despues de islandia, saludos!
-jejeje muy buena historia…. obvio ni preguntaste q paso ni nada, solo huiste… y eso que iba empezando la aventura, bueno asi es se ve y aprende en otros paises . . .
Perdón que apenas respondo. Pues en aquellos años tenía 23 años, pero creeme que es como sí hoy en día echaras al mundo solita y sin gadgets a una chava de 17. Además hay que considerar que era de pueblo, en fin todo el viaje fue una gran aventura y sí, lo pasé muy bien. Tanto me gustó que al siguiente año ya iba yo en un vuelo con rumbo a París.
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