Mauricio de la Garza
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Cuando en el año 500 a.C. mientras los Zapotecos construían terrazas en las montañas del Valle Central de Oaxaca para erigir su majestuosa ciudad de Monte Albán, nunca imaginaron que 2,500 años después, seguiría causando la misma sensación de asombro a sus visitantes.
Con más de 30,000 habitantes, esta civilización reinaba el Valle de Oaxaca desde lo alto, con vistas pretenciosas del valle y sus cielos, desde la grandeza de sus plazas monumentales, teatralmente niveladas.
La historia de sus batallas, sus guerras, sus juegos de pelota, se escuchan en la mirada de sus descendientes, luchando por salir adelante nunca olvidando su pasado como una de las civilizaciones más trascendentales de sus tiempos.
Sus geometrías puras, abundantes en lógica y elegancia, son un reflejo de su indiscutible conexión con la naturaleza y sus estrellas.
Una vez más, me despido de Monte Albán, queriendo siempre regresar, y con una sonrisa en la cara al entender que no tenemos que ir tan lejos para que nos dejen sin aliento.
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