Por: Wainer Sánchez
PRÓLOGO 4:00 pm – BOGOTÁ DC – COLOMBIA, estas fueron las coordenadas, el punto de partida para tan anhelada aventura, el lugar donde empezamos a gestar el camino que hoy en día no dejo de caminar.
El aeropuerto internacional el DORADO era testigo de mi ansiedad y mis ganas infinitas de volar y emprender el descubrimiento de un país que hasta ese momento solo existía en mi imaginario, una fila interminable para facturar mi equipaje hizo que cada segundo que pasara pareciera horas que me separaban de la tierra prometida.
Mi sello en el pasaporte pronosticaba que pronto las nubes serían las encargadas de transportar cada uno de mis sueños y el de mis acompañantes.
El momento llegó, aquella frase sublime hizo su aparición – PASAJEROS CON DESTINO A LA CIUDAD DE MEDICO, ESTAMOS INICIANDO EL ABORDAJE-. Sí, iniciaba mi viaje al país que influyó en mi infancia y adolescencia con su música y grandes artistas, el país con miles de colores que me llevó a tomar la decisión de recorrer una pequeña parte de su territorio y seguir los pasos de grandes personas como Frida, Diego, Chavela y José Alfredo. ¡QUE VIVA MÉXICO!
Mientras mis ojos se perdían en la profundidad de la inmensidad, el sol se negaba a esconderse, como en una persecución iba tras él sin dejarlo ir.
Cayó la noche y la felicidad de saber que estábamos a punto de aterrizar invadía nuestras mentes, el avión tocó tierras mexicanas y llegaba el momento de cumplir una de mis promesas, dar mis primeros pasos escuchando una canción que hizo parte de la banda sonora de mi infancia en el barrio donde crecí, ABRÁZAME MUY FUERTE del gran JUAN GABRIEL fue la encargada de acompañarme a buscar la aceptación – BIENVENIDO A MÉXICO AMIGO- con esto se abría las puertas de un país maravilloso que permitió enamorarme de su cultura, sus paisajes, su comida, su música y sobre todo de su gente.
Aquella primera noche de centro, de CDMX, de tacos y cerveza que auguraban lo fantástico que estaba por venir, esa noche con todo el frío posible saltábamos frente a una cámara posando con el Ángel de la Independencia y después caminábamos Reforma a eso de las 2 de la madrugada, que linda bienvenida al país, que ciudad tan encantadora, como no dejarse cautivar con su Palacio de Bellas Artes, su Zócalo, su Chapultepec, sus tortas y su plaza Garibaldi.
Que bello recorrerte, que bello viajar de CDMX a Oaxaca y descubrir sus artesanías y mercados tradicionales, su queso que es deleite de los dioses, su adorada y recomendada Tlayuda y ¡cómo no! su MEZCAL que hizo de mis noches llevaderas a ritmo de rancheras.
Viajar luego hasta Chiapas y llegar a Tuxtla Gutiérrez con mucho sueño pero con poco tiempo para ir a visitar una de las más grande maravillas que mis ojos han podido ver, el majestuoso Cañón del Sumidero con todo su recorrido, de verdad un sitio que toda persona que viaje a México debe visitar.
Volar a través de sus montañas para llegar quizás a la costa más bella de Latinoamérica y disfrutar con su maravillas naturales. Quintana Roo nos esperaba para saciarnos de felicidad y tranquilidad con sus paradisíacas playas y sobre todo con sus adorables y entrañables Cenotes, que sin el ánimo de exagerar son sinónimo de paraíso terrenal.
Que bella eres Cancún, junto a la majestuosa playa de Carmen y el adorado Tulum y por supuesto no podemos olvidarnos de su historia arqueológica con Yucatán y su Chichén Itzá.
Días y noches maravillosas descubriendo un país lleno de magia y cultura, un país que lucha por siempre estar adelante y brindar lo mejor de si a cada uno de sus visitantes, siempre serás un muy buen motivo para volver. ¡SALUD con tequila y mezcal MÉXICO LINDO Y QUERIDO!