Colaboraciones Secciones

De ola en ola con Pullmantur

Ahora me tocó darme una vuelta a bordo del Monarch. Un barco increíble con una capacidad para 2700 pasajeros que actualmente hace uno de los recorridos más importantes de Latinoamérica.

 

 

 

¡Hola viajeros! Pues ahora me tocó darme una vuelta a bordo del Monarch. Un barco increíble con una capacidad para 2700 pasajeros que actualmente hace uno de los recorridos más importantes de Latinoamérica.

Pullmantur me invitó a vivir esta experiencia marítima por las Antillas holandesas y Caribe Sur, y la verdad es que estoy bien agradecida. No solo conocí lugares que me llenaron el corazón, sino también conocí gente increíble que hizo de mi viaje una experiencia más que completa.

Les cuento paso por paso. El barco salió del puerto de Colón Panamá, la bienvenida por parte del staff fue excelente. En todo momento están al pendiente de ti, de verdad todos mis aplausos. Zarpamos a las 2 de la tarde y a lo largo de todo el primer día me dediqué a conocer hasta el último rincón del barco. Todas sus áreas sociales, restaurantes, bares, tiendas, mi habitación, ¡hasta la pared de escalar! Fue el primer día de navegación y claro que lo aproveché al máximo.

Nuestra primera parada fue en la isla de Cartagena, Colombia. ¡Estoy enamorada de este lugar! Un lugar mágico y lleno de vida. Se dice que es la joya del Caribe, y se le llama la puerta de las Américas por su gran historia. Un sabor caribeño que solo aquí he encontrado, calles llenas de color y las personas más felices que he conocido.

Cartagena es un lugar para volver…  ¡y quedarse! Tuvimos un recorrido histórico conociendo el Fuerte de San Felipe de Barajas y después la oportunidad de recorrer las calles del centro libremente.

Un café colombiano en la plaza de Bolívar y tiempo para comprar artesanías y bailar. ¡Magia pura! Para regresar al barco tuvimos un último recorrido en la Chiva rumbera, un camión con bar abierto y música en vivo!

El segundo día fue completamente de navegación, y aunque al principio estuvo fuerte la oleada, el barco es tan completo que entre todas las actividades que ofrece de alguna manera se te olvida. Shows en el teatro, SPA, clases de salsa, gimnasio, yoga, caminatas, casino, alberca, talleres, concursos, baile, baile y ¡más baile! En fin, ¡sangre latina! Además, está el buffet riquísimo que se prepara diario; sazones de todo el mundo a cargo de chefs, cocineros y reposteros con más de 26 nacionalidades. ¡Riquísimo!

Al siguiente día después de navegar toda la noche, llegamos al puerto de Aruba, también conocida como la Isla Feliz. Una hermosísima isla holandesa rodeada de agua cristalina y azules inimaginables.

Aquí primero tuvimos un recorrido en camión, visitando casi toda la isla y la capital Oranjestad. Fuimos también a la formación rocosa Casibari Rock y en la parte noroeste de la isla al Faro California.

Al terminar el recorrido descansamos el resto del día en la playa, que en mi opinión es lo mejor que puedes hacer llegando a una isla como esta. Arena blanca, sol todo el día, y la tranquilidad del mar. Perfecta combinación para recargar energía.

Siguiente parada.. ¡Venezuela linda! Llegamos al puerto de la Guaira en Caracas. Ubicada a los pies del imponente monte El Ávila, de 2,600 metros de altitud. Allí recorrimos parte de su parque nacional con una vegetación increíble y cambiante con la altura.

El parque cuenta con un teleférico de 2,105 metros, que te da la oportunidad de ver el bosque nublado, la vista al mar Caribe por el norte y al sur la ciudad de Caracas. ¡Una vista muy, muy diferente de Venezuela!

Por último, llegamos a la isla de Curacao, una isla extremadamente auténtica con una rica y vibrante cultura de raíces de mezcla europea y africana, con el toque del Caribe. Su arquitectura es increíble, mezclando también un marcado estilo colonial con colores vivos y vibrantes. Disfrutamos aquí de un recorrido por la ciudad de Willemstand pasando por el puente que conecta ambos lados de la capital para después tener tiempo suficiente y poder recorrer a pie el centro de la ciudad con todo lo que ofrece esta increíble isla perdida en el tiempo.

No solo gocé de todos estos lugares, aprendí un poco de cada uno y absorbí un poco más de vida. También gocé de la riqueza y diversidad de la gente en el barco. Conociendo personas de todos lados se hace un poco más chico nuestro mundo y mucho más grande nuestra perspectiva. Me llevo todo lo recorrido, lo compartido y vivido. Pero más que eso, ¡me llevo una experiencia llena de sonrisas, sabor, rumba y vibra caribeña!