Por: Cristhian Poullion
Estaba comenzando el año 2014, y por motivos personales me dí un tiempo en mi carrera (arquitectura) y para no desaprovechar el año comencé a trabajar.
A medida que pasaron los meses fui generando una buena cantidad de dinero y ahí fue cuando me empezó a rondar, por la cabeza, la idea de realizar un viaje; cosa que toda la vida siempre quise pero jamás imaginé que podría hacerlo tan joven.
Me imaginaba terminando mi carrera y quien sabe, quizás luego de 3 años ya estaría establecido y podría pegarme esos lujos.
Ahí fue cuando entendí que viajar realmente es algo actitudinal; es simplemente proponernoslo y nunca quedarnos con los brazos cruzados, así que seguí y seguí con mi mente en esa idea, y con el tiempo parece que fui ganando compañía (mi hermana y mi cuñado), quienes se vieron rápidamente entusiasmados en realizar un viaje todos juntos.
Como muchos dicen, un viaje lo vivís tres veces, cuando lo planificas, cuando lo vivís y cuando lo recordas. El momento clave que parece que sellas un contrato con alguien es cuando adquirís los pasajes, ahí recién lo sentís oficial y más si es la primera vez y vos mismo estás detrás de todo; y así fue que una vez que compramos los pasajes emprendimos esa hermosa aventura, sin agencia, sin paquetes, sólo nosotros por Europa.
Fuimos formulando las propuesta y opciones, y analizando presupuestos desde los más modestos hasta algunos más descabellados, opción a, b e incluso recuerdo una c.
Al término de este hermoso pero prolongado proceso, terminó una cosa más o menos como lo siguiente: Paraguay –> Brasil; Brasil –> Roma/Madrid; Madrid –> París; París –>Londres; Londres –> Bruselas; Bruselas –> Amsterdam; Amsterdam –> Milán; Milán –> St. Moritz; St. Moritz –> Milán; Milán –> Venecia; Venecia –> Roma; Roma–>Madrid; Madrid–>Brasil; y finalmente mi querido Paraguay.
Cada uno de estas ciudades con sus particularidades: Madrid: la cual fue nuestra puerta de entrada a Europa, a nuestra llegada se mostró con sus mejores galas, vestida de un manto blanco de nieve, cosa inusual según los madrileños, y claro está para nosotros más aún cuando estabamos aterrizando y no sabíamos si lo que veíamos era nieve u otra cosa.
París: muy por el contrario de la mayoría no tuvimos ningún problema con el idioma, hablamos en inglés sin mayores inconvenientes y por si fuera poco fuimos una semana después de los atentados a una renombrada editorial francesa; motivo que reforzó la seguridad; no hay mal que por bien no venga así que nos sentimos seguros en sus calles.
Londres: desde donde se la mire reluce, todo es extremadamente perfecto en Londres, lo más impresionante es la conjunción de sus edificaciones contemporáneas con las antiguas.
Bruselas: Existía un refrán de un mapa hecho por locales que citaba “Brussels is ugly but we love”; realmente no nos pareció para nada fea; creo más que la palabra sería diferente en comparación a las demás capitales; pero tiene un encanto que sólo encontrás ahí; sus carteles inentendibles y su metro (ojo con el metro; es un verdadero laberinto)
St. Moritz: pequeña ciudad en el medio de los Alpes que nos permitió vivir los verdaderos Alpes suizos nevados; a la que llegamos por un tren que arranca su recorrido en Italia y continúa el trayecto.
Roma: aunque la tocamos tres veces entre tantas escalas; efectivamente sólo pasamos una noche allí. Tener tanta historia en tu propia frente es indescriptible y poder recorrerla y vivirla más aún. Fueron 18 días llenos de experiencias que las llevaremos grabadas siempre en nuestras memorias y por supuesto en unas 3000 fotos aproximadamente. 18 días donde compartimos con gente excelente; creo que no hay mejor forma de conocer una ciudad que conociendo su gente.
Tanto en Madrid, en París y en Milán tuvimos la dicha de contar con conocidos que nos dedicaron un tiempo en su día a día para compartir. Así queda en ustedes; es simplemente querer y esforzarnos que el resto viene por añadidura. Poutrips