Por: Berenice Nájera
Desde que viajé sola y al extranjero por primera vez, decidí que debía ser una constante en mi vida porque realmente me transformó, me descubrí como una mujer valiente, fuerte y aventurera después de esta extraordinaria experiencia, y definitivamente soy otra desde ese momento. Sin embargo, en 2019, mi propósito principal fue ahorrar pensando que podría comenzar a juntar dinero para comprar un departamento. Los meses pasaron y estaba cumpliendo mi objetivo pese a que vi muchas buenas ofertas de vuelos, tentándome a cada momento.
Todo cambió el día que hablé con mi ex roomie, quien ahora vive en El Cairo y con su sonrisa encantadora, me invitó a visitarla en 2020, lo cierto es que no tardó mucho en convencerme, y así fue como comencé a buscar vuelos para viajar en marzo e invertir de otra manera esos ahorros que ya tenía, por qué no… unos días antes de mi cumpleaños para anticiparme a la celebración y darme un gran regalo.
Mi momento llegó justo cuando encontré una oferta en Iberia, sin pensarlo demasiado, calculé los días que podría tomar de vacaciones y lo compré con destino a Madrid. Para ese momento, ya había revisado el mapa, me hizo mucha ilusión pensar que estando tan cerca, podría pasar unos días en Israel para conocer la famosísima y anhelada Ciudad Santa. No tardé mucho en pensar que durante los veinte días que tenía, podría agregar más destinos, a fin de cuentas, para ese momento, ya habría cruzado al otro lado del mundo.
Las posibilidades comenzaron a surgir, primero pensé que podría ir a Grecia, luego unas chicas experimentadas en viajes, me sugirieron considerar Jordania y realmente lo hice, sobre todo cuando vi los videos de Alan por el mundo. Al final, la ruta quedó definida: llegaría a Madrid el 6 de marzo, luego pasaría unos días en Estambul, Israel, Jordania y finalmente haría un tour en Egipto con crucero por el Nilo.
Varios meses pasaron después de esta decisión hasta que comencé a comprar vuelos entre países, dándome cuenta que no están en el rango de precios de Europa, pero me tranquilizaba pensar que sería un viaje muy exótico y diferente, porque iría a conocer países con una cultura completamente distinta.
El 2020 nos dio la bienvenida con rumores de una posible tercera guerra mundial donde países de medio oriente estaban involucrados. Realmente me cuestioné si debía seguir, porque prácticamente tenía todo planeado. Consulté amigos expertos e incluso contacté a conocidos que tienen familiares en Israel, con la intención de saber si no sería demasiado arriesgado, pero al final decidí continuar y vivirlo como estaba planeado.
Llegó marzo, yo estaba lista para ir al otro lado del mundo, para dejarme sorprender por las imponentes mezquitas de Estambul y su extraordinaria historia; para caminar por las calles de Jerusalén e impregnarme de su misticismo, tenía tantas ganas de conocer Tel Aviv y disfrutar este ambiente festivo y moderno del que muchos hablan, de conocer el mar muerto y flotar en él sin ningún esfuerzo, de estar en el Monte de los Olivos y admirar el muro de los lamentos. En Jordania mis planes estaban enfocados para visitar Petra y Ammán, pero sabía que buscaría la manera de agotar mi tiempo ahí conociendo hasta el último rincón de sus muchas ruinas y hermosos paisajes. Ni qué decir de lo mucho que me imaginé estando frente a las pirámides de Giza, admirando las antiguas ruinas de los templos, tumbas y ese bello desierto que hemos visto en películas e infinidad de libros. Sería sin duda un viaje único.
Como podrán imaginar, esta historia dio un giro muy interesante debido al brote de Covid-19, porque cuando llegué a Madrid ya existían casos, incluyendo un par en México, entonces, mi familia volvió a cuestionarme e incluso sugerirme que cancelara mi viaje, pero obviamente me negué porque estaba dispuesta a vivir esta aventura.
Fue justo durante los días siguientes a mi llegada cuando el virus comenzó a expandirse de manera exponencial, sobre todo en Europa. Yo tenía planeado pasar un día en Madrid en el cual, por supuesto salí a turistear antes de viajar a Estambul.
Vi a muy pocas personas con cubrebocas en el aeropuerto, observé a algunos manteniendo cierta distancia, porque hasta ese momento sabíamos que había contagios, aunque la OMS todavía no la declaraba como pandemia, sino hasta el 11 de marzo. Entonces seguí las recomendaciones que todo el mundo me dio, es decir, lavar mis manos con jabón cada vez que tuviera la oportunidad y usar gel antibacterial.
Cuando llegué a Estambul me sorprendió gratamente con té turco, comida picante, personas muy amables y paisajes muy lindos. Ahí fue donde me enteré que los casos seguían aumentando y que Italia había cerrado sus fronteras debido a los contagios, ¡era algo increíble! Incluso, pensé que era un golpe muy duro al turismo.
Entonces, aún con cierta despreocupación (porque en Turquía no había casos confirmados todavía) me preparé la noche que viajaría a Israel. Pero tan solo una hora antes de hacer check out en el hotel, mi roomie me envió una noticia sobre el cierre de fronteras declarado por las autoridades israelíes, lo más preocupante al leerla fue que se había dispuesto cuarentena obligatoria a todo el que llegara al país. Esto sí que cambiaba mis planes. Así que con todo y maleta, mi primer pensamiento fue ir al aeropuerto y pedir orientación ahí, lo mejor es que se me ocurrió comentarlo con el recepcionista antes de salir y él me recomendó no llegar al aeropuerto, sino llamar a la aerolínea para asegurarnos de lo que estaba pasando.
En ese momento me sentí tensa y frustrada, pero él amablemente me ayudó en plena madrugada hablando en turco a la aerolínea y traduciendo todo para mí. Intentando tranquilizarme, me dijo que efectivamente esa tarde habían cancelado el vuelo. Tenía dos opciones, aceptar la devolución del dinero o cambiar el destino, tuve que pensar rápidamente qué sería lo mejor y decidí quedarme un día más en Turquía y llegar antes a Jordania, a donde había pensado cruzar por vía terrestre desde la frontera sur.
Ese chico, viéndome un poco desesperada, se portó súper empático conmigo, ayudándome incluso a cambiar el taxi que ya tenía contratado y hasta me ofreció un café turco mientras renovaba el hospedaje por una noche más. Honestamente yo creo que fue un ángel esa noche.
A la mañana siguiente, antes de salir a disfrutar un día más en Estambul, me di tiempo para despertar tarde, tomarme las cosas con calma, buscar un hospedaje nuevo en Jordania y ajustar un poco el itinerario. Tuve que cancelar el Airbnb que tenía en Jerusalén y la anfitriona insistió en que no tenía derecho a una devolución debido a la política que ella había elegido; pese a exponer mis razones, diciéndole que esto era una causa de fuerza mayor y algo verdaderamente extraordinario para el mundo entero, ella insistió en que lo único que debía hacer era comunicarme con soporte técnico, porque quería liberar el depa para otros usuarios.
Finalmente encontré un hospedaje céntrico y lindo en el centro de Ammán para pasar una noche ahí, antes de ir a Petra a la mañana siguiente. Al final, después de la conexión en Ankara, capital de Turquía, perdería casi todo el día entre vuelos y traslados.
El último día en Estambul fue nostálgico, pero me di tiempo de caminar con calma e ir a lugares que no estaban en mi itinerario, me senté a observar por más tiempo la Mezquita Azul y comer en un restaurante frente a ella, luego dormí un poco antes de ir al aeropuerto esa la madrugada.
Cuando llegué a Ammán llovía y había mucho tráfico, al parecer era la hora en que los Godínez de la ciudad salían de sus trabajos, lo que me dio la oportunidad de admirar el paisaje. Solo tendría esa tarde-noche para salir pues el autobús con destino a Petra partía a las 6 am. Yo seguía entusiasmada pensando que quizá podría ir al mar muerto desde el lado de Jordania, sin pensar que los planes volverían a cambiar.
Al día siguiente llegué a Petra. Tan pronto como pude, me dirigí a entrada principal de esta maravilla del mundo moderno con toda la emoción contenida en el pecho. Estaba nublado y aún cuando comenzó a llover, pude llegar a la mitad del recorrido, con la certeza que podría volver al día siguiente gracias al pase de atracciones con derecho a dos entradas.
Para entonces, en el chat de soporte que me sugirió una de mis mejores amigas, mi familia me escribía preocupada. Mi hermana me pedía que considerara regresar cuanto antes porque esto estaba poniéndose cada vez más grave y ya eran varios países que cerraban fronteras declarando estado de emergencia. Yo estaba comiendo en ese momento, pensando que al otro día podría buscar vuelos para regresar unos días después, porque no quería irme en ese momento, ¡aún me faltaba Ammán y Egipto! Para mi sorpresa, justo en ese momento recibí un correo donde se me informó que el tour en Egipto había sido cancelado, ¡con todo y vuelo de regreso a Madrid!, entonces me quedaba sin tour y sin posibilidades de volver directamente a casa.
Si hubiese esperado un poco más o hubiera llegado al hotel a dormir, la historia sería diferente. Otra de mis amigas me preguntaba por chat si necesitaba algo, ella tenía tiempo así que le tomé la palabra y le pedí que buscáramos vuelos juntas. Al poco tiempo otra de mis mejores amigas me decía que estaba llegando a la oficina en CDMX, así que con un verdadero grupo de soporte -incluidas expertas en viajes-, logramos encontrar un vuelo a México con conexión en París, para el 15 de marzo. Sí, era a la 1 am, sí era pesado e iban a ser casi 26 horas de viaje contando la mortal conexión de 8 horas.
Lo bueno: fue la opción más barata y podría regresar. Encontramos opciones hasta con conexiones en Dubai, pero al final elegimos un vuelo que me permitiría llegar lo más pronto a México. ¡Un gran, gran alivio!
Ahora el temor provenía de llegar a Francia antes de que anunciaran un cierre de fronteras. Yo estaba en lobby del hotel, cuando me encontré a un grupo de españoles desesperados hablando a la embajada porque habían escuchado que el 16 cerraban fronteras ¡también en Jordania! No pude más que sentirme agradecida, porque si hubiese elegido otra fecha probablemente estaría contando esta historia en otro país, en medio de una pandemia.
Ingenuamente pensé que si me paraba muy temprano al día siguiente, podría ir a Petra, terminar el recorrido, regresar y tomar el autobús de las 4 pm para llegar en la noche a Ammán (desde donde saldría mi vuelo), pero no fue posible porque ¡amaneció lloviendo y con neblina súper espesa! Entonces regresé a las 7 am al hotel a esperar y prepararme para el regreso.
No les negaré que me sentía triste y preocupada a la vez porque no sabía si tenía el regreso asegurado, veía las noticias en el lobby del hotel, mientras platicaba con el recepcionista y ambos, asombrados, comentábamos lo increíble que resultaba esto, ¡parecía que estábamos viviendo una película!
Cuando tomé el autobús con destino a Ammán me sentí ligeramente aliviada, hasta que una de las dos de chicas asiáticas que viajaban conmigo tosía y estornudaba, ¡estaba enferma! Lo único que hice fue ponerme una bufanda en la boca y no actuar con paranoia, supongo que fue muy incómodo para ellas viajar así, en estas circunstancias. Yo solo me repetía, tranquila, debe ser un resfriado.
Mayra, mi amiga y a quién le debo toda la gratitud del mundo por ayudarme en todo momento, estaba al tanto de mi trayecto, diciéndome que sentía que íbamos contra reloj, que tomar el avión sería un verdadero logro porque no teníamos certeza de lo que sucedería después, podía incluso quedarme varada en Francia.
En fin, cuando crucé la puerta del primer avión, sentí alivio y puedo decirles que el aeropuerto era un caos, muchas personas hacían filas enormes para regresar a sus hogares, había personal especial ayudando a ubicar a la gente, mucho movimiento y ahora sí, casi todos usando cubrebocas o guantes. Las pantallas estaban llenas de mensajes anunciando cancelaciones y retrasos. ¡Una locura!
Llegué a París y también era caótico, imagino que por ser enorme, pero la gente igualmente parecía un tanto ansiosa y tomando precauciones, las chicas en el baño se lavaban los brazos completos e intentábamos guardar toda la distancia que nos era posible. Yo hasta limpié la silla donde me senté a esperar 8 largas horas. Para matar el tiempo, logré hacer una videollamada a mi familia, lo que me reconfortó mucho, estaba a unas horas de sentirme en casa, esperando que todo fluyera positivamente antes de abordar el segundo avión.
Cuando escuché el llamado para abordar, me sentí feliz de haberlo logrado. Debo confesar que el vuelo se me hizo muy pesado, me sentía muy inquieta y cansada, no me quité el cubrebocas, ni los guantes, y fue realmente muy incómodo ir al baño, comer e incluso lavarse con todo y guantes, pero recordaba que esta era una situación extrema y necesitaba a toda costa evitar el contagio.
Cuando llegué a México, solo nos tomaron la temperatura, pero no hubo ningún otro protocolo, ni siquiera para saber quiénes éramos y de dónde veníamos. Recuerdo que al llegar a Turquía, todos los pasajeros llenamos una forma para que pudieran rastrear posibles contagios o contactar a familiares en caso de necesitarse. Pero en mi país, ni eso… Pregunté al personal de migración si existía alguna indicación para detectar si teníamos o no Covid-19, pero la respuesta fue: necesitas ir a un hospital público para que te hagan un estudio.
Sentí decepción al ver que llegaban extranjeros a nuestro país y viajeros como yo, que quizá podrían poner en riesgo a la población, sin que pudiera seguirse como un caso. Afortunadamente, tras 3 semanas de cuarentena, estoy bien, sin rastros de haberme enfermado o presentado síntomas, pero puede no ser el caso de todos. Si bien es es cierto que me tocó escribir a las aerolíneas y agencias de viaje, me siento agradecida por estar a salvo, en mi país, relativamente cerca de mi familia y con la oportunidad de incorporarme a trabajar apenas regresé.
Aprendí varias cosas que les quiero compartir:
- Es súper importante tener un grupo de apoyo con personas muy cercanas y que puedan ayudarlos a buscar cualquier cosa en Internet, que tengan acceso a sus papeles e itinerario completo. En mi experiencia, seguí el consejo de Mayra, armando un grupo de Whatsapp para que mis hermanos, mamá y dos mejores amig@s se enteraran al mismo tiempo si estaba bien; de vez en cuando compartía mi ubicación en tiempo real y les daba estatus al llegar y salir de cada ciudad.
- Sé que quizá no es sencillo para todos, pero dejen un colchón para emergencias como esta o tengan una tarjeta con un monto que puedan usar. A mí me ayudó mucho tener la certeza que pude usar el dinero no gastado en los viajes cancelados para el vuelo de regreso.
- Contraten siempre un seguro de viajero porque nadie está exento de las situaciones inesperadas. Es cierto que el Covid-19 es una crisis que nunca imaginamos y menos estando de viaje, pero he leído que el seguro que contraté (Mundo Joven) pudo ayudar a algunos a regresar a México. Incluso pregunté al llegar a México sobre qué hacer en caso de tener síntomas de Covid-19 y se ofrecieron a dar seguimiento.
- Infórmense mientras están de viaje. Leer y ver las noticias tanto como sea posible, es básico. Hubo un momento en que pedí a mis amigos que me ayudaran a saber lo que estaba sucediendo porque todo fue muy rápido y después de lo que pasó con Israel, quería estar enterada de los movimientos para tomar decisiones oportunas.
- Actúen rápidamente. Después de estar informados, decidir qué hacer y a dónde ir es crucial, incluso hay que echar mano de los contactos y amigos en el extranjero porque quizá alguno de ellos podría ayudarte con traslados y hospedaje.
- Pedir reembolsos o bonificaciones por cancelación. Aunque yo aún estoy arreglando esto con las aerolíneas, en Airbnb las políticas favorecieron a los usuarios y debido a la situación, me hicieron devolución total de todas las reservaciones canceladas. Me leí todas las condiciones, pero valió la pena.
- Considerar los cambios de planes. Todo en mi historia sucedió con alguna razón, estoy segura de eso, pensaba que me había equivocado al haber elegido llegar a Israel antes que Jordania porque éste último no tiene frontera directa con Egipto y hubiese sido más fácil cruzar, pero de haberlo hecho, quizá seguiría en Israel. De haber seguido con mi viaje, también podría haberme quedado en Jordania o incluso, con el riesgo más grande de haber regresado a Madrid en medio de un contagio exponencial que conocemos perfectamente. Fui flexible aunque me resistí un poco, pero al final agradezco que cada coincidencia me trajo con bien a casa.
Sé que volveremos a tener la gran oportunidad de viajar de nuevo y llenarnos de experiencias que nos abren la mente y el corazón. Le mando toda la buenas vibra al mundo entero, a todos los que están pasando por esta enfermedad que sé superaremos en algún momento y también, y los viajeros que están esperando en casa, deseando tomar un boleto a su destino soñado.