¡Hola viajeros! Aprovechando este tiempo de vacaciones y mis ganas infinitas de estar en el mar, me escapé esta última semana de julio a una de las playas que más amo.
¡Bienvenidos a Tulum!
Tenía ya mucho tiempo de no venir y Tulum ha cambiado muchísimo. Este pueblo/paraíso, que está a sólo dos horas de Cancún, es el lugar perfecto para desconectarte. Hay muchísimas actividades que hacer y además, mil maneras para relajarte.
Me di la tarea de reconectarme conmigo misma, viajar sola siempre me ayuda a regresar a mí y a mi raíz, pero esta vez necesitaba un poco más de tiempo conmigo y un espacio que me brindara todo esto. (Quiero decirles que viajo bajo la creencia de darle una intención a cada viaje, a manera de mejorar en algún aspecto fuera de tu zona de confort) Tulum fue perfecto para esto. Caminar horas por la costa, llegar al agua y perderme/encontrarme, tomar clases de yoga y meditación que me invitaran a estar y a disfrutar el momento. ¡Tulum me llenó de vida!
Contagiarme del mar es lo mejor que me pudo dar mi familia, esta pasión por el océano y su hermosísima profundidad es algo que heredé, y creo que es de lo que más me gusta de mí. Valoro cada gota de agua, cada momento sumergida en ella y la manera en la que aprendo de ella.
Y así como amo el agua, me lastima ver lo que le hacemos. Cancún, así como gran parte de la Riviera Maya, Caribe, costas de Centro y Sudamérica, actualmente, sufren del fenómeno del sargazo (alga marina). Esto es algo normal, lo que no es normal es la cantidad que está llegando a las costas. Misma cantidad que limita los días de playa como los conocemos en estas costas cristalinas.
Hay muchas teorías del por qué de este fenómeno, pero la única razón que todos sabemos que es la causa verdadera es: nosotros. Nuestros hábitos de consumo, nuestras muchas maneras de contaminar al mar, el calentamiento de nuestro planeta, nuestras maneras de desperdiciar, y la lista sigue.
Así como la llegada de esta alga, pueden y van a aparecer otros fenómenos que cambiarán a nuestras playas, y a nuestra Tierra, a menos que reaccionemos al respecto.
Y es aquí donde conecto con mi intención de estas vacaciones. Estando en la tabla, en un mar lleno de sargazo, entendí, como nunca, que todo está en mí. Mi tan buscada conexión conmigo está en la conexión que tengo con mi alrededor. Al cuidar al planeta me cuido a mí, al ser consciente de lo que aporto o doy al planeta, soy consciente de mí. Y así cada uno de nosotros.
El mar habla mil lenguajes, pero habla directo al corazón.
Viajero, si te tocó ver este fenómeno estas vacaciones y te movió tanto como a mí, te invito a ser más consciente con tu granito de arena, a cuidar de esta tierra y sus mares como se lo merece.
A reconectar con la raíz.