Autora: Pepi Altadill
El amor me llevó hasta México. Ya había viajado en otras ocasiones a ese país, pero esta experiencia fue diferente. Por amor dejé mi trabajo, mi familia, mi vida aquí en España y un día de febrero de 2012 y, después de 3 aviones abordados y algunas horas de espera entre aeropuertos, llegué a La Paz (BCS).
Mi novio era comerciante, eso me permitió conocer lugares que quizá de otra forma no hubiese podido visitar.
Recorrimos Los Cabos, recuerdos de unos atardeceres increíbles! Ya en el interior del país, pueblos como Real del Monte (Hidalgo) o Tequila (Jalisco) me parecieron de una belleza singular. Teotihuacan me fascinó! Tuve que llegar hasta Torreón para conocer a la que hoy es una de mis mejores amigas. En Chihuahua vi por primera vez unos tarahumara, con sus vestimentas tan coloridas. O unos menonitas, tan rubios y tan blanquitos! Todo era nuevo para mi, todo era un descubrir lugares, personas, culturas, tradiciones…
Reconozco que batallé un poco con el chile (bueno, bastante!), pero platillos como el mole, el pozole, los calditos, el ceviche, los tacos!! los disfruté mucho.
Todos esos recorridos los hicimos en camión, hasta eso fue un aprendizaje. Pero me sirvió para darme cuenta de la gran capacidad de adaptación que tiene el ser humano a ciertas incomodidades, aquello de que no nos hace falta tanto para ser felices, es cierto! Basta sentir esa sensación de libertad, de ser dueño de ti, de tu tiempo, del calorcito que se siente cuando personas casi desconocidas te regalan sonrisas sinceras o abrazos no pedidos que salen del corazón.
No sé si me entiendan, no sé si en alguna de sus experiencias lo hayan vivido pero estas pequeñas cosas hacen que las nostalgias por estar lejos de los tuyos sean más llevaderas, hacen que te revises y revises toda tu vida, en tu zona de confort, y crezcas y trates de ser mejor persona, contigo y con los demás.
Quise compartir mi experiencia en homenaje, y con una profunda gratitud, hacia un país que se convirtió en mi hogar por un espacio de tiempo, y hacia sus gentes. Unas ya no están, otras siguen ahí, pero de todas me quedé con algo.
No importa a donde viajes ni por qué, lo verdaderamente importante son las vivencias y los aprendizajes que te dejen esos viajes.