Por: Victoria Lopez Alvarez
Esto inicia hace tres años con una idea entre amigas. Salir a explorar sitios que uno solo ve en fotos. De ahí surgieron varios lugares. Nos quedamos con Perú.
Empezamos a planificar cómo sería, costos y todo. Llegado el momento mi compañera de viaje no pudo por causas médicas y me quedé yo sola con ese sueño. Ahí entré en pánico al pensar que ese sueño se iba al traste. ¿Viajar yo sola a un sitio tan diferente para mí? Pero mi deseo de conocerlo fue más fuerte y seguí con los planes, traté de que alguien más se interesara pero no pude.
Al final llegó el día y el inicio de la aventura más maravillosa que puedo recordar. Tomé un vuelo desde Sto Dgo hasta Bogotá, para partir al día siguiente muy temprano a Cuzco.
Me pasó que nuestras maletas se quedaron en el avión porque a las puertas se les ocurrió atascarse, ya se imaginaran que lío, pero en fin, al mal tiempo buena cara. Recomiendo llevar una pequeña mochila con una muda de ropa por si acaso, por lo que nos pasó a nosotros.
Llegada al hotel, descansar lo más posible para partir a mi primer destino. Pero la emoción era tan grande que fue llegar, tomar un mate de coca para el mal de soroche (mal de altura) comer algo ligero y tirarme a la calle a conocer por mi cuenta.
Cuzco, plaza de armas, precioso todo, su gente amorosa que hacen que no te sientas como extranjero, todo lo contrario, te sientes uno más. A partir de ahí fue un descubrimiento tras otro, sus monumentos, su historia, sus leyendas, todo contado por personas más que orgullosas de su cultura, su país y sus pueblos.
Más adelante conocer uno de los dos lugares que moría por conocer. La montaña 7 colores o Vinicunca.
Decir que el camino es pesado, y más para los que no estamos acostumbrados a caminar tanto, más el frío y el hecho de estar a tanta altura te desanima un poco, pero la misma gente en el trayecto te anima a que sigas.
Es recomendable ver cómo está el clima para el tipo de ropa, ir con una mochila ligera y llevar agua, cosas dulces; allá te venden mate de coca caliente y algo de comida. Para el mareo te dan a oler agua de florida (Es una colonia, no sé cómo se llama en otros países, te ayuda bastante con el soroche cuando la inhalas)
Al final cuando llegas, guau, qué visión, todo lo que habías visto en fotos frente a tus ojos en vivo y en directo, la paleta de colores, la belleza del lugar. Pestañeas y te pellizcas y piensas, no puede ser, estoy aquí, lo logré.
Llegas al hotel molida, literalmente no te enteras de cómo lo hiciste pero te duermes con una sonrisa pensando que esto se pondrá mejor.
La segunda parte de este sueño, Machu Picchu. No se puede explicar lo que se siente cuando finalmente subes y ves la majestuosidad de aquello. Te quedas extasiado y queriéndote quedar el mayor tiempo posible. A todos nos pasó que tuvieron que empujarnos para seguir y salir del lugar para dar paso a otros visitantes. Bajas con una energía increíble, un estado de ánimo que no se puede explicar, tratando de recordar todo aquello que el guía te explica, pero que es imposible, porque es demasiada información. Solo te queda sonreír y ver fotos recordando todo aquello.
Tercera parte de esta aventura, Lima. No sabía qué esperar, decir que es preciosa también, muy ciudad, muy moderna pero que tiene un enorme encanto. Gente súper amable, cariñosa, que te ayuda sin importar quién eres, literalmente te ofrecen hasta su casa si quieres.
Toda una experiencia caminar por sus calles, me encantó su parte colonial, y quedé maravillada con las frases de su parque del amor. Una maravillosa inspiración para aquellos que son románticos.
Que decir al final del viaje. Tenía mi cámara llena de recuerdos maravillosos que me hacen sonreir. Sentí tristeza, dejar una tierra que me acogió con tanto cariño, donde hice amigos maravillosos, quedándome con ganas de conocer más, porque tiene muchísimo por conocer y con la promesa de volver a seguir llenándome de su cultura una vez más y motivándome a seguir experimentando porque para ser mi primera vez no me fue tan mal.