Salir de la rutina no significa tomar un vuelo al otro lado del mundo para aprovechar los beneficios que un viaje puede darnos. A veces simplemente necesitamos de una pequeña escapada, o hasta tomar un camino diferente al trabajo, para vivir nuevas aventuras.
Pero, ¿qué sucede cuando a la ecuación se suman pequeños viajeros? Viajar con niños puede parecer una difícil empresa, pero también es una gran experiencia que se quedará en los recuerdos de todos los involucrados.
Con esto en mente, el team de contenido en Alan por el Mundo (Miriam, Itzel y Karla) decidió que su próxima escapada debía involucrar niños, cercanía con la Ciudad de México, actividades para todas las edades y un ambiente familiar.
Veredicto: ¡irse de campamento!, pero a uno con mucho estilo.
A una hora y media de la capital, muy cerca de Tepoztlán, Morelos, se encuentra Tendo Glamping, el cual tiene un concepto que se ha vuelto muy popular en los últimos años. Como su nombre lo dice, el glamping nace de la fusión de las palabras glamour y camping, y combina la experiencia de acampar al aire libre con las comodidades y lujos de un buen hotel.
Sólo con llegar comienza la diversión, ya que el sitio se encuentra apartado sobre una zona montañosa y, debido a las condiciones del camino, los huéspedes deben dejar su coche en un estacionamiento donde los recoge un jeep. Tras recorrer un camino de unos 20 minutos digno de una película de aventura, se llega a un mini oasis en medio de la montaña.
Alimentado con paneles solares, la energía eléctrica está limitada a cargadores vía USB (si se requiere otro tipo de enchufes, se puede solicitar ayuda en la recepción), pero entre tantas actividades por hacer lo que menos necesitarán es estar conectado.
Al llegar a su tienda, encontrarán su cama (si van más personas se pueden pedir extras), cajones y baúles para dejar sus cosas. Todas las “tent” cuentan con un baño privado y su reserva incluye todos los alimentos, snacks y agua.
¡Ahora sí! Llegó el momento de divertirnos, y Miriam fue la encargada de inaugurar la hora de la tirolesa, la cual fue rápidamente emulada por todos los niños que se encontraban en el campamento. Los gritos y la diversión fueron interrumpidos con la hora de la comida: cecina, longaniza, arroz, lentejas y ensalada nos ayudaron a calmar nuestro apetito.
Tras esperar el tiempo necesario para poder nadar, Itzel se enfrentó con tres niños en una dura competencia de kayak. Durante la actividad, el instructor del lugar se encargó de hacerla más divertida para los huéspedes narrándola y proponiendo retos locos con pelotas y cuerdas.
Llegó la hora de nadar, la pequeña alberca está pensada para que los niños se diviertan sin correr ningún peligro, pues tiene una profundidad de alrededor de 120 cm. Los adultos pueden relajarse en el jacuzzi de a lado y pasar el tiempo antes de la cena. Los pequeños amigos que habíamos hecho en las actividades pasadas alternaban ratos en la piscina con escalar un muro, jugar mini golf, fútbol o tenis de mesa.
Un impresionante atardecer enmarcando las montañas y cerros del estado de Morelos nos regaló hermosos colores y la antesala perfecta para una noche estrellada que muchas veces no podemos ver en la ciudad por la contaminación y la luz. Con este escenario llegó la hora de encender la fogata para asar algunas salchichas y bombones, ¡toda una experiencia para los niños!
Tras cenar lasaña y pizza a la leña, nos fuimos a dormir con la esperanza de poder despertarnos a tiempo para ver el amanecer.
6:20am. El despertador de Itzel sonó y aún en pijama apreciamos la salida del sol, que aunque todos los días hace lo mismo, el estrés y nuestra rutina nos hace dar por hecho muchas cosas con una belleza increíble que nos conmueve en lo más profundo.
Despertarnos tan temprano sólo tenía un inconveniente, teníamos que esperar un par de horas más para el desayuno, sí, ya teníamos hambre, no nos juzguen tenemos el gen #GordosPorElMundo en nuestro ADN. Entonces decidimos bañarnos y sentarnos en la tienda a disfrutar la mañana.
El desayuno consistió en chilaquiles (los favoritos de Alan por el Mundo), cereales, fruta, jugos y algunas ensaladas. Tras comer, sufrimos el mal de puerco en las hamacas y puffs, donde nos echamos una pequeña siesta. Al despertar y antes de hacer el check out nadamos otro rato en la piscina y participamos como jueces en una carrera de agua de los niños.
Este pequeño viaje llegó a su fin y aunque no íbamos con pequeños, realizar este tipo de campamentos de lujo es una buena manera de disfrutar la naturaleza y las actividades al aire libre sin sacrificar la comodidad, además con el programa de cosas por hacer difícilmente se aburrirán y es una excusa perfecta para cambiar de aires y relajarse en familia y amigos.
Dónde: Tendo Glamping, Tepoztlán, Morelos
#PreguntaAXM ¿Alguna vez han realizado actividades de glamping? Compártannos su experiencia en los comentarios.