Por: Berta Lastra Sandoval
Partí el 28 de septiembre de 2017, no sabía lo que sucedería, solo tenía claro que iba a un curso de yoga en Rishikesh ciudad del distrito de Dehradun en el estado de Uttarakhand, en la India.
Claro, había visto documentales, blogs de viajeros, datos y notas por internet. Pero de verdad no llevaba expectativa, solo deseaba desconectarme de la rutina y practicar yoga todos los días, aprender y conocer más sobre esa ciencia milenaria.
Tuve la intención de hacer un diario de mi viaje, escribiendo las experiencias, anécdotas y las vivencias, pero eso me duró unos días y no pude seguir.
Es que fue tan intenso todo, desde el día uno que pisé Nueva Delhi, luego de haber viajado unas 29 horas; recorrí en taxi otras nueve y llegué tarde noche, el día 30 de septiembre, a mi destino.
Al llegar a Nada Yoga School vi muchas personas, pero mi única preocupación en ese minuto era alimentarme, y la comida la encontré una delicia, porque durante el vuelo de Roma a Delhi comí casi nada porque la comida era picante y ni decir de la comida que compramos en el camino desde Delhi a Rishikesh.
Otra necesidad era estirarme porque pasé muchas horas sentadas y el trasero ya no lo sentía de dormido que lo tenía. Cuando nos comentaron que tenían que asignarnos una habitación provisoria, solo pensaba en bañarme y dormir, sentía que estaba pegajosa y creo que hasta olía mal.
Hay tantos detalles, emociones, situaciones, anécdotas y aprendizaje, vividos en la escuela Nada Yoga y que nos permitió experimentar el Yoga Consciente, pero faltaría tiempo y este artículo podría ser de varias hojas.
Lo que sí puedo mencionar es que este viaje marcó mi paso por esta tierra y me hizo entender que lo más importante es ser uno mismo, confiar, aceptar, un mal olor de vez en cuando no hace mal, diez minutos pueden ser horas, la disciplina es parte del crecimiento personal, los límites están en nuestra mente, para ser feliz se necesita muy poco, la sonrisa es la cercanía con el otro, que la comunicación no la limita un idioma, la pobreza no es rencorosa, cada acto tiene su consecuencia, cada uno vive un proceso interno distinto y por ende no podemos juzgar tan livianamente, si algo me incomoda de alguien es mejor alejarse antes de decir algo hiriente y en definitiva cuando tomas algún camino del Yoga, es porque algo en ti busca la paz interior.
Cuando nos hacemos conscientes de nuestro cuerpo, de nuestro actuar, de nuestros sentimientos y de la vida que llevamos, comenzamos a cuestionar el tiempo que ocupamos en el trabajo, las horas de trayecto, lo poco que dormimos y las escasas horas libres que tenemos.
Posteriormente iniciamos un camino inquietante lleno de incertidumbre que nos lleva a pensar en dejar todo lo que hemos logrado, para entrar en un estado de permanente asombro. Si tienes un corazón libre y viajero, tarde o temprano te haces cargo de lo que realmente deseas, en ocasiones dejas el trabajo o cambias tus prioridades, cada uno tomará las decisiones que considere necesarias en su vida y no necesariamente deja todo para irse a recorrer el mundo.
¡No olvides que la vida en su esencia es un viaje y que todos somos viajeros de algún modo, a veces conscientes, otras no!