Por: Mónica Montoya
¿Les ha pasado que a la hora de salir de casa tienen la sensación de que olvidan algo? A mí me sucede casi siempre, antes de empacar procuro hacer una lista y verificar lo que hace falta, eso me ayuda a sacudirme la sensación de olvido. Como viajera sobre ruedas aquí les dejo algunas recomendaciones de las cosas que no me pueden faltar para disfrutar el camino:
Lo primero para mí, son los materiales necesarios para darle mantenimiento a mi silla, sin importar el tiempo que estaré fuera llevo estas cosas, pues el shampoo o artículos personales puedo conseguirlos casi en cualquier tienda de autoservicio, pero un lugar donde reparen una llanta ponchada a veces es difícil de encontrar, así que llevo conmigo una cámara extra para mis ruedas, así como una mini bomba para inflar llantas de bicicleta y que ocupa muy poco espacio en la maleta o mochila.
Una vez, hace años, durante un trabajo comunitario en la sierra de Veracruz, a mi silla se le safó una llanta delantera, no podía ni moverme, iba en el camino con 15 niños de la comunidad y una compañera de la universidad (en ese entonces no llevaba nada para reparar mi silla), afortunadamente los niños encontraron el tornillo y la tuerca entre las piedras, estaban felices de haber arreglado mi silla y yo aún más por estar con ellos, ese percance me obligó a darme cuenta de lo importante que es prever pequeñas cosas que pueden hacer grandes diferencias. Desde entonces, llevo en la mochila las llaves que necesito de la silla, 2 tornillos de cada rueda, 2 tuercas y rondanas, así como un bote pequeño de aceite para las llantas, ya que por la humedad o lugares lluviosos se secan y oxidan rápidamente.
Por último, para la silla también pongo un identificador en las ruedas, ya que (no debería ser así) si las ponen en el lado opuesto se atoran y en ocasiones las arman y desarman otras personas sin que yo esté presente, por ejemplo, cuando tomo taxis o en el avión, las etiquetas facilitan esta ayuda, también le pongo mis datos, como a la maleta, por si se llega a extraviar; afortunadamente esto nunca me ha pasado y espero nunca pase. En los aeropuertos me aseguro que les quede claro que la silla es mía y no de la aerolínea, ya que algunos las prestan para trasladar a personas que no pueden caminar. Así que cuando documento, le ponen etiqueta como equipaje y no tiene cargo extra.
Lo anterior fue con respecto a la silla, en el plano personal yo cargo dos pares de guantes (aunque a veces termino olvidándolos en el hotel) los que más ocupo son guantes para ciclista, para proteger mis manos cuando recorro grandes distancias; los que me gustan son los cortos que no tienen la punta de los dedos, además de que tienen acojinada la palma, esta última característica es la que más valoro pues evitan que se me lastimen las manos.
Para cuando viajo a lugares con mucho frío, empaco guantes igual para ciclista, pero con dedos completos, recomiendo buscar con antiderrapante externo, ya que con el frío la agarradera del las ruedas se humedece y con guantes normales se resbalan, incluso hay algunos diseñados para poder utilizar pantallas táctiles, así podrás utilizar tu celular o dispositivos sin necesidad de quitarte los guantes.
Otra de las cosas que no puede faltar en mi mochila o bolsa, que llevo conmigo, es un gel antibacterial, como mis manos están en contacto con las ruedas casi todo el tiempo es imposible que permanezcan limpias, el gel lo utilizo sobre todo cuando voy a comer, ya que en algunos establecimientos, los sanitarios para lavarte las manos son pequeños o tienen escaleras, así que uso el gel cuando no puedo asearme las manos.
Cuando voy a un lugar a acampar o a comunidades rurales, me llevo un banco plegable pequeño para poder sentarme cuando tomo un baño, si me quedo en un hotel usualmente me prestan una silla que se puede mojar, algunos cuentan con adaptación; dependiendo del destino preveo lo necesario.
Por último, empaco sólo lo indispensable, creo que esto aplica tengas o no alguna discapacidad, entre más ligero viajes es mejor, amo mi maleta, pues es de las que se cuelgan al hombro, así me quedan las manos libres para moverme con la silla, también llevo una bolsita pequeña de mano que me cuelgo para llevar todo el tiempo conmigo el pasaporte, celular, cartera, cargadores, medicamentos y lo que necesite en el avión.
A veces no es tan fácil como parece el viajar en silla de ruedas, pero he aprendido poco a poco que depende de mí misma hacerme más amena la experiencia, si requiero ayuda no dudo en pedirla, juro que nadie me la ha negado, por ejemplo, al poner etiquetas en la silla es pedir a otros a que me ayuden, es cuestión de dejarse sorprender de lo maravillosas que son otras personas.
Conocer tus necesidades te ayudará a estar preparado, recomiendo mantenerte abierto a la experiencia, pues seguro te encontrarás con situaciones nuevas (para eso viajamos), créeme que a todos sin importar si usan silla o bastón o algún otro tipo de apoyo, les ocurren cosas imprevistas al viajar, nuestra condición puede o no ser una limitante, siempre y cuando tengamos la disposición de disfrutar. No tengas miedo de vivir, confía en que lo que necesitas para disfrutar ya te fue dado, prometo que valdrá la pena.
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