Por: Inés García
Mi esposo y yo decidimos irnos a Marruecos de luna de miel en noviembre del año pasado (2015); nos gusta viajar de mochila al hombro, así que solo bastó con comprar los boletos para emprender la aventura.
Volamos desde Francia a Marrakech y decidimos ir directo al desierto.
Nos pusimos en marcha en cuanto llegamos a Marrakech y nos fuimos a la estación de autobuses, compramos 2 tickets con rumbo a Ouarzazate, que seria nuestra primera escala antes de llegar al desierto de Mhamid.
La carretera no es apta para cardiacos, ya que, a pesar de tener paisajes hermosos, es estrecha con curvas pronunciadas y un desfiladero al otro lado. Mi esposo y yo no pegamos el ojo en todo el viaje pero llegamos a salvo jajaja.
A la mañana siguiente recorrimos un poco de la ciudad (para ser sincera no hay mucho que ver) compramos un paquete al desierto a muy buen precio y no lo pensamos 2 veces, agarramos nuestras maletas y nos fuimos a un pueblo cercano a Zagora, que era donde pasarían por nosotros para internarnos en el desierto.
Al llegar, nos recogieron en un auto antiguo y mi esposo y yo pensamos que era una broma, ya que todos los paquetes que ofrecen son con coches 4×4 y a este ni las puertas le cerraban bien. Pero ahí nos tenían con un hombre vestido con ropas tradicionales Beréber al volante, conduciendo por una carretera pintada en el polvo por las llantas de otros autos, rumbo al desierto y solo con la luz de la luna llena guiándonos.
Llegamos, nos instalaron en nuestra tienda, cenamos un rico tajín a la luz de las velas y nos fuimos a dormir.
Al otro día salimos a caminar por el desierto con nuestro guía llamado Mahamid (un chico súper simpático, amable y platicador), iniciamos montados en el dromedario e hicimos un recorrido como de 5 horas contando ida, regreso y tiempo de comida. Por cierto, cabe mencionar que montar en dromedario no es tan cómodo como parece jajaja.
Esa noche nos hicimos amigos de una pareja de suizos que se iban a la mañana siguiente y les pedimos ray hasta la ciudad más cercana para continuar nuestro viaje, sin embargo la química con ellos fue genial y terminamos compartiendo auto durante 3 días más, pasamos por Agdz, donde conocimos a un personaje espectacular que nos ofreció hospedaje y pudimos presenciar una boda Beréber tradicional (el mejor intercambio cultural de mi vida), después pasamos por Taroudannt (bastante que ver en esta ciudad) y por ultimo llegamos a Taghazout (pueblito surfer y con una playa hermosa). Aquí nos despedimos de nuestros amigos y seguimos nuestro viaje solo mi esposo y yo.
Nos adentramos a un lugar llamado Paradise Valey (es una riviera rodeada de montañas espectaculares cerca de Taghazout), ahí conocimos a 2 chicos que nos invitaron a comer sardinas asadas y al final del día nos ofrecieron hospedaje; mi esposo y yo no sabíamos qué hacer y después de pensarlo un rato decidimos aceptar y nos fuimos con ellos a Agadir. Nos llevaron a casa de sus padres y nos recibieron como si fuéramos de la familia; lo que sólo seria una noche de bien dormir, se convirtió en 3 días de convivencia, viajes y anécdotas. Al despedirnos de esta hermosa familia no pudimos mas que irnos con el corazón hecho nudo por el amor y entrega de estas bellas personas.
Debo decir que me sorprendió la amabilidad de los marroquíes, su gastronomía y la facilidad para adaptarse al turismo ya que muchos hablan hasta 3 o más idiomas, también son respetuosos con las mujeres, así que no vayan con el prejuicio de que por ser país árabe son cerrados o inflexibles. Lo único incómodo son los vendedores insistentes de los mercadillos (zuck) y la negociación interminable hasta que consigues un precio decente por lo que quieres.
En total recorrimos 9 ciudades pasando por Marrakesh, Ouarzazate, Agdz, Zagora, Taroudannt, Agadir, Taghazout, Essaouira, Rabat y terminamos nuestro viaje de 17 días en donde habíamos comenzado, Marrakesh, pero sin duda con más anécdotas y amigos que los que teníamos cuando salimos de casa (aun mantenemos contacto con los suizos, la familia de Agadir, además de otras tantas personas que conocimos y no menciono por falta de espacio).
Regresamos a casa con los ojos y el alma llenos de paisajes, estrellas, atardeceres, cultura, aromas, sabores y muchas ganas de volver a Marruecos.
5
4.5