Por: Alejandro Robles
Noviembre 2024.
De regreso en Tromsø, una de las escalas que nunca debes perder en tus viajes a los países Nórdicos; ahora me tocó viajar con mi familia, esposa, hijo y hermana.
Una historia o aventura más que contar.
Volvimos a viajar al Norte del Mundo, al Círculo Polar Ártico.
En primera instancia llegamos Tromsø (Noruega) con el fin de llegar a descansar, disfrutar la nieve, admirar ballenas y auroras boreales, si me preguntan, uno de los mejores lugares y bellos que he visitado en mi vida, la gente local le llama el París de Noruega.
A los días de estar en Tromsø, de descansar y ver ballenas, seguía lo último, las auroras boreales, se sabe que hay que tener mucha suerte para verlas, por tema de clima, de tormentas solares, de la luz que hay en el día, etc.
Para tener más suerte, viajamos más al norte llegando al pueblo llamado Kvaløyvågen, así es Kvaløyvågen, lo escribo 2 veces porque ni leerlo ni pronunciarlo puedo jajaja.
Rentamos un auto, viajamos los 4 llegando a unas cabañas donde nos recibiría mi buen amigo Elías, él nos atendió de la mejor manera y nos dio todas las indicaciones que debíamos saber sobre el lugar, cabe mencionar que llevábamos más de 2 días de nevadas continuas y fuertes vientos, cabe recalcar, FUERTES VIENTOS jajaja cuales esa misma noche que llegamos los vivimos en su máximo esplendor, pensando que ya había perdido a mi hermana que durmió en el segundo piso de la cabaña, pero para mi sorpresa aquí sigue entre nosotros.
Mi hermana la sobreviviente de los vientos del Ragnarök es la que entra en esta segunda y última parte de la historia.

Le comenté a mi hermana que hay horarios para tener mejor oportunidad de ver las auroras, esto entre 2 am y 5 am, siendo lo más oscuro del día en general, dicho esto, el primer día bajó con la intención de salir a ver, pero como ella no se percató del viento que se la estaba llevando el primer día y le dije: hoy no, no salimos así, no no jajaja, intentemos mañana.
Segundo día. Todo pintaba mucho mejor, las nevadas habían bajado, el viento era mucho menor y se alcanzaba a despejar en ciertos momentos el cielo, se alcanzaban a ver estrellas.
Era el momento de intentarlo, estuve saliendo varias veces durante la noche y alcancé a visualizar algunas auroras a lo lejos, muy débiles por el tema de las nubes, aun así alcanzamos a tomar unas fotos desde la cabaña. Le comenté a mi hermana, que para tener mejor oportunidad había que alejarnos de la luz e ir más lejos de la cabaña para tener mejor suerte.
Dada la madrugada nos encaminados a las orillas de Kvaløyvågen, con celular en mano y una nevada ligera sobre nosotros, pero con la esperanza al tope, a unos 500 metros de donde estábamos llegamos a un lugar oscuro, frío y nublado, este era nuestra base para cazar las auroras, así es, cazar, no hay otra cosa que hacer que esperar y que la aurora haga su aparición. Esperar, pasaron 30 min de estar parados en un lugar donde solo veíamos cabañas, puertos y autos pasar a lo lejos… en eso nos llegó una nevada, ¡pero nevada!, esa que si volteabas te calaba la nieve en la cara, no sabíamos si era pasajera o no, pero nuestro rol era esperar, seguía el aire, la nieve y el frío sobre nosotros, éramos dos hermanos parados en la nada con la esperanza de ver una aurora.
Le decía a mi hermana, hay que voltear a todos lados, nunca sabes donde se verá, los dos con la mirada en el cielo, esperando, congelándonos las piernas, los brazos, la cara, pero esperando, la nevada no paraba. Pasados algunos minutos le comenté a mi hermana, esperemos otros 15 minutos más, si no vemos nada nos vamos, esto con una voz temblorosa de frío, pero con la esperanza que mi hermana viera las auroras.
Pasaron los 15 minutos, paró por un momento la nieve, se empezó a ver algunas estrellas en el cielo, algunos huecos de nubes nos hacían estar más atentos al cielo, hasta que…
¡Mira mira creo que esa es una! ¿La vez? Y mi hermana con la mirada en el cielo la ve y ¡sí! ¡Sí era una aurora, tenue pero ahí estaba! Se presentaba sobre nosotros, aunque un poco nublado, pero empezamos con el primer avistamiento, le dije ¡no quites la mirada porque de repente desaparece o sale otra!, en eso volteó a otra área y vi una más grande y mejor forma visualmente y le grité, ¡Mira! Ella se asusta pensando que era otra cosa (un animal salvaje con hambre de 2 personas), volteó y la vio, una majestuosa aurora boreal.
Gran momento la verdad, consecutivo vimos más, menores, pero se vieron, entre nubes, nieve y fuertes aires, se cumplió el cometido, ver las auroras boreales.
Esto se interrumpió después de unos minutos al escuchar un ruido en la nada y nos asustamos y dijimos, queremos vivir, ¡vámonos! Jajajajaja.
Esta historia, este recuerdo puede estar alterado en algunos momentos, algunas conversaciones, algunas acciones, pero esta fue mi vivencia, una vivencia que tuve con mi hermana, esa persona que por primera vez vivía una nevada, vivía un avistamiento de auroras, vivía su primer viaje al otro lado del mundo, primera vez en el Círculo Polar Ártico.
Yo estoy agradecido con la vida de haber estado congelándome con ella, viendo el cielo, viendo las auroras, viviendo el momento, viviendo la vida.
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