Por: Yeimy Enciso
Siempre he sido una entusiasta de la belleza de nuestro planeta, y haber nacido en uno de los países más bellos de Latinoamérica me tenía en un lugar privilegiado que no podía desaprovechar…así que emprendí mi viaje personal, conocer mi país tanto como pudiera, maravillarme con su historia, naturaleza y gastronomía.
¡Y nadie lo puede negar…Colombia lo tiene todo!
Pero quería ir más allá, era como sobrepasar mis propios límites, volar sobre el océano y conocer nuevas culturas, adentrarme en el trabajo de conocerme a mi misma en la mirada de las personas que nunca pensé conocer.
Fue así que hace tres años, tomé una de las mejores decisiones de mi vida: viajar a Turquía. Siendo una entusiasta de la historia de la humanidad desperté en mí una atracción inexplicable hacia este país lleno de historia, cultura y belleza. La idea de perderme en las calles de Estambul, ciudad que ya amaba sin razón alguna, explorar los paisajes de Capadocia y sumergirme en la rica herencia del Imperio Otomano me llenaba de emoción y anticipación.
La Planificación del Viaje
Planear el viaje fue una aventura en sí misma. Empecé investigando sobre los lugares más icónicos y aquellos rincones menos conocidos que quería visitar. Pasé horas leyendo blogs, viendo videos y pidiendo recomendaciones a amigos que vivían en Turquía. Decidí que mi viaje duraría dos semanas, el tiempo suficiente para explorar a fondo algunas de las maravillas que ofrece este país.
Muchas personas planean su viaje con unos meses de anticipación, pero yo, lo hice un año antes, porque decidí que iba a ir sola, después que una amiga me abandonara en la idea de aventurarnos las dos.
Preparativos y Emociones
El siguiente paso fue el financiamiento. Ahorré con mucho esfuerzo durante todo un año, apartando un poco de dinero cada mes para este viaje soñado. Hice varias cotizaciones con agencias que ofrecían planes muy económicos con vuelos, buenos hoteles, comidas y tours, era increíble lo económico que era viajar allí.
En los blogs, mucha gente me decía que era mejor ir por mi cuenta, y la verdad, siempre me ha gustado el turismo orgánico, pero esta vez opté por un tour porque iba a estar sola en un país desconocido por primera vez.
Durante la preparación, experimenté una montaña rusa de emociones. La emoción y la anticipación eran abrumadoras, pero también había momentos de duda y nerviosismo. ¿Sería capaz de comunicarme? ¿Cómo me adaptaré a una cultura tan diferente? ¿Qué tal el clima?, todo lo investigué!! Escogí las fechas que estuvieran acorde con mis necesidades, los vestuarios, y hasta qué cosas me gustaría traerme de allá…
Tenía unos días libres de tours en donde yo iba a poder hacer lo que me gusta, caminar y conocer por mi cuenta, así que me armé de Google Maps para marcar mis rutas deseadas, descargué paquetes de turco en Google Translate y llené mis maletas con mis sueños y mis planes.
La experiencia en Turquía
Finalmente, llegó el día de partir. Desde el primer momento en que pisé suelo turco, supe que había tomado la decisión correcta. Cada día en Turquía fue una experiencia inolvidable. Me maravillé ante la majestuosidad de Santa Sofía y la Mezquita Azul, en Estambul, la vista de los minaretes tocando el cielo azul y los atardeceres que me acompañaron durante todo el viaje nunca me decepcionaron, disfruté de un paseo en globo sobre los paisajes surrealistas de Capadocia, y me dejé llevar por el bullicio y la vida vibrante de los bazares.
La gente que conocí fue increíblemente amable y hospitalaria, y la comida… ¡qué delicia! Desde el baklava hasta el kebab, cada bocado era una explosión de sabores. Me sentí completamente inmerso en la cultura turca, era como haber nacido allí, es increíble la similitud que esa cultura tiene con la nuestra, me sentí en casa, pero estaba inmersa, maravillada con su historia y cultura.
Recuerdos y el deseo de volver
Ahora, dos años después, todavía recuerdo mi viaje con mucho cariño y nostalgia. Cada vez que veo las fotos o pienso en las experiencias que viví, es verdad que un viaje lo vives tres veces, cuando lo planeas, cuando lo vives y cuando lo recuerdas… me invade un profundo deseo de regresar. Turquía dejó una huella imborrable en mi corazón, y sé que algún día volveré para seguir explorando y descubriendo más de este fascinante país.
Me quedo corta en palabras sobre lo que fue esta experiencia, esta aventura me abrió las alas para querer conocer otros países y demostrarme a mí misma que, aunque siento que deje un pedacito de mi alma en ese lugar, Turquía no es mi amor a primera vista.