Al viajar sola, me he dado cuenta que usamos mil y un máscaras que ocultan nuestra identidad y nuestra verdadera persona en la vida diaria. La rutina, el trabajo, el tiempo, el tratar con tanta gente, las inseguridades que se van formando en el interior, etc. Todos estos son factores que poco a poco nos hacen encerrarnos como individuos en nosotros mismos. Se vuelve mucho más fácil usar máscaras que nos eviten hacer lazos más profundos con otras personas, en fin, la vida pasa y poco a poco nos apegamos a estas máscaras que nos ocultan y nos hacen sentir menos vulnerables.
Al llegar sola a cualquier lugar, no me queda de otra más que quitarme todas estas máscaras que me limitan vivir a fondo un viaje nuevo. Sus lugares, su gente, cualquier persona que pase por mi camino y las experiencias que van de la mano. Llegar a cualquier destino nuevo es una oportunidad de soltarte, ser tú, atreverte a conocerte a ti mismo y perderle el miedo a mostrar quien eres, sentir que es lo que te llena de vida y experimentar el viaje desde un lugar más real. Dejar las máscaras en la maleta.
Sacarle plática a cualquier extraño con alguna pregunta, regalar una conversación y una sonrisa, atreverte a conocer y ser conocido. Lograr conectar, y hacer lazos que duren para toda la vida.
De esto se trata viajar.
La vida es muy corta para limitarte, para vivir con miedo, y para vivir con máscaras de por medio. Viajero, sal de ahí, viaja sin miedo.
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