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Tu pasaporte literario: dos libros para explorar este verano 

Foto: guphary / 123RF

Por: Adriana Muela

Dicen que leer un libro es viajar a través de las letras. Y entre rutas y destinos, donde hay un viaje, hay una librería esperando ser descubierta. Porque también es cierto que donde hay caminos por recorrer, hay historias esperando ser contadas. Y no hay mejor plan para el verano que unir ambas cosas: lectura y viaje.

Enlistar solo dos libros para acompañarte este verano puede parecer una tarea injusta. Son tantas las obras literarias grandiosas y espectaculares que quedarían fuera de esta breve selección, que casi duele no mencionarlas. Sin embargo, más allá de los títulos específicos, la verdadera invitación es esta: acércate a una librería, tómate el tiempo de entrar, echar un vistazo y permitir que un libro te elija a ti. Esa conexión espontánea muchas veces resulta ser la más memorable.

El verano invita a la calma, a mirar el cielo con más tiempo y a dejar que el sol entre por la ventana mientras sostenemos un libro entre las manos. Es la estación que mejor combina con una buena historia: en una hamaca, en la arena, en el rincón favorito de casa o en una banca de algún parque desconocido. Leer en verano es como estirar las alas: te aleja de lo cotidiano y te permite descubrir nuevos mundos sin moverte del lugar.

Ya sea que estés planeando unas vacaciones largas o pequeñas escapadas de fin de semana, no olvides hacer espacio en tu maleta (o en tu mochila) para al menos un buen libro. Porque donde hay sol, descanso y tiempo, hay también una oportunidad perfecta para leer. Además, cada viaje físico es también una oportunidad para descubrir librerías locales, perderse entre estantes, y llevarse como recuerdo una historia nueva por comenzar.

Dicho esto, hoy quiero compartirte dos lecturas que considero grandes compañeras para las vacaciones. El verano tiene un ritmo distinto, más pausado y contemplativo, y es el momento perfecto para perderse en una buena historia.

1. Mi nombre es Emilia del Valle — Isabel Allende

Leer a Isabel Allende siempre es una elección atinada. Su estilo narrativo cautiva desde las primeras líneas; sus historias entrelazan con naturalidad la ficción con temas universales como el amor, la pérdida, la libertad y la identidad. Además, su prolífica trayectoria como autora le permite moverse con soltura entre épocas, escenarios y personajes, sin perder nunca esa calidez tan suya que atraviesa cada página.

En su más reciente novela, Mi nombre es Emilia del Valle, nos transporta al San Francisco de 1866. Una monja irlandesa, tras una intensa y secreta relación con un aristócrata chileno, da a luz a una hija: Emilia. Criada por un padrastro amoroso, Emilia crece como una joven independiente, autosuficiente y decidida. A través de ella, Allende teje una historia de resiliencia, descubrimiento personal y empoderamiento femenino, sin perder su característico tono íntimo y envolvente.

Ideal para quienes buscan una lectura poderosa que hable de raíces, rupturas y reconstrucciones, todo con el telón de fondo de una ciudad vibrante y en plena transformación.

2. Terrestre — Cristina Rivera Garza

Ganadora del Premio Pulitzer, Cristina Rivera Garza nos regala en Terrestre un libro extraordinario que podría definirse como una colección de crónicas especulativas o relatos de viaje, aunque quizás sea mejor llamarlo un ejercicio de libertad narrativa. Imaginativo y audaz en su estructura, este libro nos conduce por trayectos terrestres que no solo atraviesan territorios geográficos, sino también emocionales y corporales.

A pie, en bus o en tren, las jóvenes protagonistas de estas historias se mueven por rutas desconocidas, inventando nuevas formas de habitar espacios que históricamente les han sido negados. En cada desplazamiento hay una búsqueda de sentido, una exploración de la identidad y una afirmación de la vida desde la amistad, la juventud y el poder transformador del movimiento.

Leer a Cristina Rivera Garza puede ser una experiencia profundamente enriquecedora. Su capacidad para explorar temas como la memoria, la identidad y la violencia, fusionando géneros literarios y construyendo una narrativa experimental y emocionante, la convierte en una de las autoras más interesantes de nuestro tiempo.

Con estas dos recomendaciones, espero que este verano encuentres en los libros una extensión de tus viajes. Ya sea al pasado o por caminos interiores, que cada página te lleve más lejos y cada historia te haga sentir más cerca. Porque al final, viajar no siempre significa hacer maletas. A veces basta con abrir un libro para cambiar de aire, de ritmo y de perspectiva. Y si tienes la suerte de combinar ambos —lectura y viaje— entonces prepárate para vivir un verano que se quedará contigo mucho más allá del regreso.

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