Por: María del Carmen Márquez González
¿De qué color es el mar? por momentos negro, por momentos azul claro, turquesa, verdoso, gris, blanco, etc, todo un espectro de colores que llenan el ojo y los sentidos. El mar es profundo, majestuoso e imponente vivirlo durante 8 días arriba de un barco. Abordé con mi familia una enorme aventura en el Disney Cruise Line hacia Alaska con pocas expectativas después de haber visto muchos videos sobre cruceros.
No sabía muy bien con qué me iba a encontrar; si me iba a marear, si podría dormir, si sería aburrido o entretenido, si habría mucha gente, si solo comería hamburguesas y pizzas, pero, después de esos ocho días puedo platicar que la experiencia que tuve con mi familia fue maravillosa, rebasó mis expectativas. El servicio y calidad Disney es inmejorable en todos sentidos.
Los trámites para abordar fueron muy engorrosos y ahora con el Covid se han incrementado pero, una vez que ya estás en el barco es solo disfrutar, iniciando con las medidas de seguridad después de que Mickey Mouse y el staff te recibe en la entrada para, posteriormente conocer el gran buffet que sirven para el desayuno y la comida con fruta variada, sopita caliente, lentejas, pescado, camarones, salmón, carne, pastas, comida hindú y china, ensaladas, arroz y por supuesto una gran variedad de postres y bebidas (no alcohólicas) ilimitadas. Amén del restaurante general todo el día hay estaciones con pizzas, ensaladas, nuggets de pollo, hamburguesas, helados, paletas heladas de Mickey Mouse, papas fritas… podrías comer todo el día ya que, incluso tienes servicio al camarote las 24 horas, todo esto incluido en el precio que pagas.
El servicio fue inmejorable, todo el staff te saluda, te sonríe, te atiende, te da la bienvenida, resuelve tus dudas y está al pendiente de que la estés pasando bien. Mediante la aplicación que manejan te informan sobre clima, cambios de horario, eventos, nombres de poblados que vas pasando y ahí mismo te asignan horarios para que presencies los espectáculos y para que disfrutes de las actividades y las cenas en sus restaurantes animados, de tal forma que nunca tienes que hacer filas ni esperar. Alit de Malasia y Ángela de Sudáfrica fueron nuestros meseros asignados durante toda la travesía. Desde el primer día, te reciben por tu nombre, después saben tus gustos, tus alergias, si te gusta el hielo, si tomas café o té; el trato es personalizado y súper amable y divertido ya que, además de meseros son entretenedores profesionales, cantan, bailan hacen voces, hacen trucos y todo para que cada noche salgas satisfecho de tu cena. Cada noche te ofrecen un menú diferente y variado y la comida fue completa y muy buena en general, complementada con shows, personajes y animaciones.
Los espectáculos que ofrece el barco son calidad Disney, de primera y, a pesar de que el barco iba a toda su capacidad, siempre encontramos lugar para sentarnos ya que cuenta con dos teatros, uno para más de mil personas y otro para 500. Durante el tiempo que estuvimos en el barco vimos 4 espectáculos y 2 estrenos de películas, sumados a concursos, trivias, pláticas, múltiples actividades y las tradicionales fotografías con los personajes. Yo me pregunté dónde guardan tantas botargas porque hubo infinidad de personajes con trajes diferentes durante toda la travesía. Puedes tener una gran cantidad de fotos que al final compras o simplemente la haces con tu teléfono celular.
El aseo a los camarotes se hace dos veces por día y la camarera está al pendiente de que nada te falte y de que estés a gusto. Los camarotes si bien no son amplios, están muy bien diseñados y cómodos. Nosotros éramos 4 adultos y nos adaptamos muy bien al espacio.
Los primeros 5 días, ni siquiera percibimos el movimiento del barco, fue hasta el sexto día ya de regreso que, solo un día si sentimos el movimiento, pero con un Dramamine se solucionó y no hubo mayor problema. A pesar de que éramos casi 3,000 huéspedes, más todo el staff de servicio, observé que la gente se distribuye muy bien en todo el barco por la organización y las actividades y nunca sentí que hubiera tanta gente.
Como en otros barcos hay albercas, jacuzzi, gimnasio, spa, canchas de basquetbol, futbolito, ping pong, un piso para correr, muchos camastros y lugares donde sentarte en la cubierta y en los pisos que nunca estuvieron saturados para disfrutar de las maravillosas vistas que te ofrece la ruta.
Creo que, si tuviera que decir algo malo de mi experiencia fue lo engorroso de los trámites para el abordaje, el precio que está por arriba de la media de otros barcos y al final, te cargan las propinas para la camarera, capitán, mesero y, ayudante pero después del servicio recibido, las pagamos con gusto.
Finalmente, la ruta a Alaska es inmejorable por los hermosos paisajes que puedes apreciar: exuberante vegetación, islas, glaciares, iceberg, colores del mar, amaneceres y uno que otro animal marino que de repente se asoma (ballenas, delfines, focas), además de las excursiones que contratamos por separado en los puertos que bajamos (Parque de glaciares, Skagway, Ketchikan y Juneau).
Se preguntarán por el frío, pero dijo un científico investigador que no hay mal frío sino mal abrigo así que, con una buena ropa térmica, chamarras y botas adecuados no tendrás problema, aunque he de decir que me sorprendió ver personas en traje de baño en la alberca de cubierta cuando, para mí hacía mucho frío, creo que esto depende de cada persona, aclaro que nosotros fuimos a principios de julio.
Cierro diciendo que este crucero es apto para niños y adultos, completo ambiente familiar. Yo tengo 63 años, mi esposo 65 y mis hijos 28 y 24, todos la pasamos súper bien así que, si eres amante de Disney o quieres probar, lo recomiendo mucho, te divertirás.
Ma. Del Carmen Márquez González, Catedrática UNAM