Por: María Isabel Baeza Beltrán
No viajes para escapar de la vida, viaja para que la vida no se te escape.
Cuando era pequeña soñaba con muchas cosas, más que nada con tener ciertos juguetes que veía en la televisión. Cuando fui adolescente, soñaba con tener la mejor ropa e ir a conciertos de mis artistas de pop favoritos. Unos años después, jamás pensé que viajar se convertiría en parte de mí.
Desde que pisas por primera vez otro país que no es el tuyo, empiezas a notar muchas cosas, como que en la esquina no ves una tiendita como la que ves a la vuelta de tu casa, o si la ves, la persona que la atiende físicamente no se parece en nada a los que atienden en tu país. Te das cuenta que la arquitectura de esa ciudad es muy diferente a la que estás acostumbrada a ver; y te das cuenta que aunque hablen el mismo idioma, al final tiene un tono diferente al tuyo. Todo esto y más, hacen que te sumerjas en un mundo de preguntas a las cuales quieres encontrar respuesta. Empiezas a reconocer que hay personas con costumbres y estilos diferentes de vida al tuyo. Conoces lugares que no sabías que existían y que están llenos de historia al igual que los lugares de tu país, pero la historia de cada construcción son diferentes a los que tú sueles conocer, o mejor aún, esa historia universal que estudiaste en primaria y secundaria y te la imaginabas en tu mente, ahora la estás viendo con tus propios ojos.
Perderte en las calles que no conoces, descubrir nuevos lugares, comer y sentir en tu paladar sabores que no conocías o se asemejan a algunos que conoces. Todo esto se convierte en momentos mágicos.
Algo muy bonito que me llevo en mi corazón y sigo fomentando, son las personas que he conocido en cada viaje, en cada lugar que conoces, desde la persona que te pide le tomes una foto y se quedan platicando, como las que conoces en algún bar o fiesta. Gracias a la era donde estamos parados, por medio de las redes sociales he podido conservar varias de esas amistades, incluso me han invitado a sus países de origen, a muchos les he tomado la palabra. Y así es como he comenzado muchas aventuras: Viajando, Viviendo.
Definitivamente, la mejor cámara son tus ojos, lo que de ellos puedes apreciar y contemplar y eso hace que viajar sea extraordinario.
Soy María Isabel Baeza Beltrán. Orgullosamente Tabasqueña.
Dra. en Educación. Maestra de profesión y de corazón.
Gracias, Alan.